Noam Chomsky tiene una interpretación no occidental de la invasión rusa a Ucrania
“Por qué Ucrania” reúne una serie de entrevistas que el filósofo y lingüista estadounidense dio en torno a la guerra que ya lleva siete meses. A sus 93 años, aporta una mirada distinta repleta de matices para no caer en viejas dicotomías impuestas y afirma que Estados Unidos debería “sentarse a la mesa en la que se negocia la paz”.
La editorial Marea reúne en este libro algunas de las entrevistas a Chomsky que giran en torno a la invasión de Rusia a Ucrania y que fueron publicadas originalmente en Truthout, una organización de noticias sin fines de lucro dedicada a proporcionar reportajes y comentarios independientes sobre una amplia gama de temas de justicia social. Para la segunda parte del libro, la dirección editorial a cargo de Constanza Brunet incluyó algunos de los textos de la sección “Europa en Crisis. Diario del conflicto ruso-ucraniano” escritos por Pablo Bustinduy.
Lo interesante de Truthout es que su línea editorial señala que “trabaja para provocar la acción al revelar la injusticia sistémica y proporcionar una plataforma para ideas progresistas y transformadoras, a través de informes de investigación profundos y análisis críticos” y “para permanecer libre de prejuicios y adherirse a altos estándares editoriales, no acepta publicidad ni respaldo corporativo”.
“Este conflicto nos enseña mucho sobre la cultura dominante porque el ‘grotesco experimento’ se considera altamente elogiable, y porque cualquier esfuerzo por criticarlo se silencia o se castiga duramente con un impresionante torrente de mentiras y engaños”, señala Chomsky en relación a la guerra entre Rusia y Ucrania, que ya lleva siete meses.
El lingüista explica que la amenaza que siente Rusia es la que lleva al actuar de este país contra la ampliación de la OTAN: “Hay una manera muy sencilla de solucionar lo del despliegue de tropas: no desplegarlas. Además, desplegarlas no tiene ninguna justificación. Estados Unidos puede afirmar que son armas defensivas, pero -evidentemente- Rusia lo ve de manera diferente, y no le falta razón.”
Para Chomsky el mundo conoce bien a los Estados Unidos “como modelo de devoción al respeto de la soberanía, sobre todo en los tres casos que, más que otros, han enfadado a Rusia: Irak, Libia y Kosovo-Serbia”, ironiza el pensador. “De Irak no hace falta hablar: el ataque estadounidense enfadó a casi todos. La propaganda humanitaria de los americanos ha encubierto el asalto de la OTAN en Libia y Serbia -dos bofetadas más al poder declinante de Rusia en los años noventa- con virtuosa terminología humanitria, cuya falsedad queda al descubierto con un atento examen, y que hemos documentado ampliamente en otros escritos”, remarca.
“Tampoco hace falta repasar los muchos precedentes estadounidenses en cuanto a respeto de la soberanía nacional de terceros países”, reflexiona con esta fuerte autocrítica. Con otra ironía también deja en claro su postura. Señala que la doctrina oficial de Estados Unidos “impone que afrontemos la gravísima amenaza que es China y mantengamos una posición firme sobre Ucrania, mientras Europa vacila y Ucrania pide calma e intentar la vía diplomática”.
“Afortunadamente para el mundo, Washington se mantiene firme a la hora de defender lo que es justo, aunque se haya quedado aislado, como cuando invade noblemente a Irak y estrangula a Cuba no obstante la casi unánime oposición internacional, por recordar solo dos de los muchísimos ejemplos”, precisa.
La primera de las entrevistas que integran el volumen data de diciembre de 2018 y fue realizada por Valentina Nicolì, quien está a cargo de las ediciones de las conversaciones con Chomsky: “Europa unida: fronteras geográficas y limitaciones políticas”, desde el título de alguna forma resume la postura del intelectual estadounidense nacido en Filadelfia, en 1928.
Las otras siete entrevistas realizadas entre febrero y mayo del 2002 por el politólogo y economista político C.J. Polychroniou dejan en cada título una postura ideológica en contra de las políticas internacionales de su país natal: “El irracional modo de actuar de Estados Unidos”, “La voluntad de poder de Estados Unidos y el conflicto en Ucrania”, “Nadie vencerá en caso de escalada militar”, “Los riesgos incalculables de una zona no-fly”, “Estados Unidos y las conversaciones de paz”, “Guerra atómica y guerra justa” y “Estados Unidos prioriza el enfrentamiento con Rusia, no defender la vida de los ucranianos”.
Durante los conflictos bélicos no hay noticias, hay propaganda política. Existe una seria invasión a Ucrania, condenable, como una condenable invasión monolítica de noticias direccionadas en un solo sentido. Chomsky sale a enfrentar con su voz nonagenaria, de hombre informado y con una coherencia ideológica respetable, esa voz monolítica, en contra del discurso dominante de occidente.
En sus respuestas está claro que las noticias que advierten de movilización de tropas rusas dispuestas a invadir Ucrania son un acontecimiento mediático desde la crisis de 2014, con reportajes puntuales que hablan de decenas de miles, o cientos de miles, de soldados rusos prontos a atacar: “Hoy, estas llamadas de alarma son mucho más insistentes y contienen una mezcla de miedo y de escarnio hacia ‘Mad Vlad’ (Vladímir el loco), como lo llaman ellos”, explica en la entrevista del 16 de febrero de 2022.
Para la protección de las víctimas de la “guerra” Chomsky propone obligar a “los poderosos a que cejen en los crímenes o, en un horizonte temporal más largo, debilitando el poder de los poderosos”. Y señala que esto es lo que miles de “rusos valientes hacen ahora con el loable esfuerzo que llevan a cabo para parar la guerra de Putin”. Y agrega: “como han hecho los estadounidenses cuando han protestado contra los muchos crímenes cometidos por su Estado (arriesgándose a una represión mucho menos fuerte) con buenos resultados, aunque insuficientes”.
Para Chomsky se pueden adoptar medidas para construir un orden mundial menos peligroso y más humano: “A pesar de todos sus defectos, la Unión Europea ha dado pasos adelante. Lo mismo se puede decir de la Unión Africana, por muy limitada que siga siendo. Y, en el hemisferio occidental, lo mismo se puede decir de iniciativas como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). Esta última busca una integración latinoamericana-caribeña independiente de la Organización de Estados Americanos (OEA) dominada por Estados Unidos”.
El pensador también hipotetiza sobre las razones por las que Estados Unidos y Reino Unido insisten tanto en las medidas militares y punitivas, y sobre por qué rechazan adoptar una actitud sensata para acabar con la tragedia. Chomsky supone que quizá se esconda detrás la confianza de un cambio de régimen: “Si es así, no solo se trata de una actitud criminal, sino también de algo estúpido. Criminal porque perpetúa la violencia y reduce la esperanza de acabar con la guerra; estúpido porque es bastante probable que, en el caso de que Putin pierda el poder, lo ocupe alguien peor. Es un paradigma recurrente en la decapitación de los líderes de organizaciones criminales”. Un miedo a un futuro incierto, más violento en nombre de la libertad y más reprimido en nombre de la violencia.