Leandro Fernández: el dueño de los goles y el carácter que necesitaba Independiente para salir del pozo
El delantero no se siente un referente, sino alguien con constancia y fe, pero sus rendimientos le dieron al Rojo el impulso para resugir; en los últimos diez partidos convirtió 7 tantos y aportó 3 asistencias
En un tiempo gobernado por el fulgor de lo instantáneo, la racha de un goleador no pasa inadvertida, mucho menos si además sirve para rescatar a uno de los más grandes de un pozo que parecía no tener fin. Desde hace tres partidos, el conflictuado Independiente se ató a la energía positiva que desprende cada acción del hombre de la cresta rubia y con ese impulso empieza a mirar el futuro cercano con otros ojos. Por eso no extrañó que tras la victoria ante Vélez que selló el pasaje del Rey de Copas a los cuartos de final de la Copa Argentina las redes sociales se llenaran de mensajes dirigidos a Lionel Scaloni con una pregunta muy concreta: ¿cómo podía ser que el 9 del Rojo estuviera ausente en la última lista previa al Mundial de Qatar?
Los goles de Fernández ante Sarmiento
Impredecible, tumultuoso, obstinado, Leandro Fernández vive un momento de gloria, tal vez semejante a aquellos que gozó en Godoy Cruz cuando comenzó a llamar la atención de los clubes más poderosos del país. Los números lo avalan: en los últimos 10 partidos ha convertido 7 tantos y dado 3 asistencias. Mejor todavía, en las 4 presentaciones más recientes lleva 4 goles y 2 pases de gol, o lo que es lo mismo, un festejo cada 71 minutos. No será Erling Haaland, pero si solo se mira esta rachita tampoco andaría tan lejos.
La relación de Leandro Fernández con el Rojo ya tiene su historia y nunca fue sencilla. El delantero santafecino llegó a Avellaneda en enero de 2016, tras ganarle la pulseada a Boca y después de que Marcelo Gallardo lo descartara para sustituir la marcha de Lucas Alario en River. “Tiene mal carácter, no encaja con la unión del grupo”, fue el argumento filtrado desde Núñez para explicar la negativa, y la mirada no iba del todo desencaminada, porque para bien o para mal, el carácter ha marcado el sendero en la carrera del goleador del momento. Por algo acumula 78 tarjetas amarillas y 4 rojas, una cifra superior a los 72 tantos anotados en sus 281 partidos.
La trayectoria de Fernández en Independiente atravesó etapas de diversos colores. Fue negra cuando dos roturas de ligamentos cruzados, una en cada rodilla, lo dejaron fuera de juego durante muchos meses en 2016/17 y 2018. Se tiñó de rojo pálido cuando en la segunda mitad de 2017 sus goles ayudaron en la conquista de la Copa Sudamericana aunque sin alcanzar nunca la titularidad. Se vistió de verde furia cuando a finales de ese año Ariel Holan decidió que se fuera a préstamo a Vélez –”Me fui por el entrenador. Yo me sentía muy cómodo en el club y tenía muchas ganas de quedarme”, disparó entonces el delantero–; derivó al gris en su retorno en 2020 con actuaciones muy poco felices, y se nubló del todo en junio de ese año.
El regreso y el pedido de perdón
En plena pandemia, con la institución empeñada en reducir la masa salarial y tras una temporada apenas discreta en Villa Luro, las pretensiones económicas abortaron cualquier opción de renovar el contrato. La hinchada, que siempre estuvo dividida entre ponderar las indiscutibles condiciones futbolísticas del jugador o criticar con saña sus malas –y en general egoístas–decisiones en la resolución de las jugadas, pareció entonces bajarle definitivamente el pulgar cuando se marchó con el pase libre y sin dejarle un solo dólar al club.
La vida, sin embargo, le tenía reservada varias vueltas a Fernández. Su paso sin pena ni gloria por Internacional de Porto Alegre y Nacional de Montevideo lo devolvió a fojas cero a principios de 2022. A punto de cumplir los 31 años y sin club, su representante Christian Bragarnik volvió a golpear las puertas del Rojo. Se encontró en principio con una negativa rotunda, pero Eduardo Domínguez, necesitado de delanteros, pidió que le dieran una nueva oportunidad. “Sé que nuestra despedida no fue la mejor. Si alguno se sintió decepcionado les quiero pedir perdón, siempre tuve la mejor intención y un enorme cariño y respeto por esta hermosa institución”, quiso disculparse el jugador en el momento del regreso. Iba a necesitar mucho más que una carta para lograr la redención.
De marcha irregular durante la primera mitad del año, sin embargo sería en ese lapso cuando el goleador santafecino iba a empezar a descubrir la salida del laberinto. Domínguez decidió recostarlo sobre las bandas, quitándole la responsabilidad de ser el exclusivo finalizador de las jugadas, y el cambio en el punto de partida le amplió la participación y los espacios.
Fernández maneja por igual los dos perfiles, lo cual facilita las gambetas y los enganches que le abren ángulos para sus poderosos remates, hasta hace poco casi siempre desafortunados y de pronto increíblemente certeros. Debe haber algo más para explicar el enigma. “Yo no soy líder ni me veo como estandarte del equipo. Es mi forma de ser y los goles dan confianza”, dice el jugador. “No tiene miedo a equivocarse ni a que lo silben o insulten”, aseguran en el cuerpo técnico del Rojo.
Quizás sea, simplemente, una cuestión de carácter. Ese del que desconfiaron en River y que le lleva a sumar más tarjetas que goles en su carrera; el mismo que impulsa esa rebeldía permanente a la que se ha atado Independiente para salir del pozo y creer que no todo está perdido.