La Vigilia de los Príncipes: qué dijo el lenguaje no verbal de Carlos III en la conmovedora tradición de despedida a la reina

El hecho ocurrió en la Catedral de Saint Giles, en Escocia. Expertos analizaron los gestos del flamante rey. Qué indicaron sus expresiones faciales

Fue la reciente y conmovedora costumbre de la Vigilia de los Príncipes la que asombró a miles en todo el mundo; ya que, incluso, contó con un hecho histórico: la presencia de la princesa Ana.

Existen una serie de ritos y tradiciones que deben cumplimentarse cuando se despide a un monarca en el Reino Unido. En este caso, la Vigilia de los Príncipes tuvo lugar en la Catedral de Saint Giles, en Edimburgo, en donde se encontraba el féretro de Isabel II. Esta costumbre es una de las tradiciones que los expertos advierten como más significativas de la Familia Real británica, aunque no de las más antiguas.

El rey Carlos III, la princesa real, el duque de York y el conde de Wessex celebran una vigilia en la catedral de St Giles, Edimburgo, en honor a la reina Isabel II 
Jane Barlow/Pool via REUTERS
El rey Carlos III, la princesa real, el duque de York y el conde de Wessex celebran una vigilia en la catedral de St Giles, Edimburgo, en honor a la reina Isabel II Jane Barlow/Pool via REUTERS

Según expertos el flamante rey se mostró con “resolución y firmeza” mientras que la princesa Ana levantó las cejas para “evitar las lágrimas”. En tanto el príncipe Andrew parecía ‘dolido’ mientras que Anne se la vio tratando de contener las lágrimas.

Después de una breve procesión, el rey Carlos III , Ana, la princesa real, el príncipe Andrés y el príncipe Eduardo se pararon en una de las cuatro esquinas del ataúd de roble con la cabeza inclinada.

“Esta parte de la ceremonia, con los deudos que rodean el cajón, los muestra a todos con la mirada baja en posición de respeto: por protocolo, en algunas culturas, no se mira a los reyes (o reinas) a los ojos. Pero, además, el ademán representa una actitud de humildad frente a quien es “más alto” en la jerarquía. Bajar los ojos es también como “abajarse”, hacerse más bajo frente a esa autoridad”, analizó a Infobae Silvia Ramírez Gelbes, doctora en Lingüística y directora de la Maestría en Periodismo de la Universidad de San Andrés.

“Anne, Carlos y Eduardo tenían expresiones faciales de reflexión y dolor muy diferentes”, dijo Judi James, una de las mayores expertas televisivas de Gran Bretaña en lenguaje corporal
“Anne, Carlos y Eduardo tenían expresiones faciales de reflexión y dolor muy diferentes”, dijo Judi James, una de las mayores expertas televisivas de Gran Bretaña en lenguaje corporal

Los cuatro hermanos se pararon de manera muy similar, sus expresiones faciales insinuaron las luchas internas que enfrentaron durante el momento profundamente conmovedor en la Catedral de St Giles.

“Anne, Carlos y Eduardo tenían expresiones faciales de reflexión y dolor muy diferentes”, dijo Judi James, una de las mayores expertas televisivas de Gran Bretaña en lenguaje corporal.

‘Los rasgos de Charles tenían un conjunto más horizontal, lo que sugiere un deseo de firmeza y determinación. Las cejas de Andrew tenían un ceño fruncido profundo que le daba a sus ojos bajos una expresión bastante adolorida. Las cejas de Anne se elevaron por encima de su mirada abatida”, dijo James.

“Los cuatro hermanos adoptaron la formación en la que estarían haciendo su vigilia y podría haber sido la expectativa de Carlos que caminarían en una línea en su lugar. Cuando llegaron al ataúd, la expresión de los ojos de Anne parecía hueca mientras miraba de cerca antes de darle la espalda", dijo una de las expertas
(Getty Images)
“Los cuatro hermanos adoptaron la formación en la que estarían haciendo su vigilia y podría haber sido la expectativa de Carlos que caminarían en una línea en su lugar. Cuando llegaron al ataúd, la expresión de los ojos de Anne parecía hueca mientras miraba de cerca antes de darle la espalda", dijo una de las expertas (Getty Images)

Y agregó: “Esto a menudo se realiza en un intento de evitar las lágrimas que pueden ocurrir más fácilmente cuando los ojos se cierran con fuerza, pero la mirada también parecía implicar una incredulidad continua sobre la pérdida de su madre”. Judi explicó que el rey parecía de buen humor cuando salió del auto con su esposa Camilla, la reina consorte, “pero una vez dentro de la catedral, su estado de ánimo pareció cambiar”.

El rey parecía algo ‘inquieto’ y se giró dos veces para mirar a sus hermanos, Edward y Andrew, que lo seguían por detrás, comentó James. “Los cuatro hermanos adoptaron la formación en la que estarían haciendo su vigilia y podría haber sido la expectativa de Charles que caminarían en una línea en su lugar. Cuando llegaron al ataúd, la expresión de los ojos de Anne parecía hueca mientras miraba de cerca antes de darle la espalda. La pose reflexiva de Charles y la forma en que se levantó en toda su altura sugirieron que se estaba armando de valor antes de que los cuatro adoptaran la pose de vigilia con la cabeza gacha y las manos cruzadas al frente”, agregó.

A Andrew ya se le prohibió usar uniforme en ocasiones públicas en medio de las consecuencias de su papel en el escándalo de Jeffrey Epstein. Al duque de York solo se le permitirá aparecer con vestimenta militar durante una segunda vigilia de los príncipes en Westminster Hall.

(Getty Images)
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La vigilia de los príncipes es una tradición tiene como origen enero de 1936. En ese momento, el entonces rey Eduardo VIII y sus tres hermanos, Albert, Henry y George, realizaron una guardia de unos 15 minutos ante el féretro de su difunto padre, el rey Jorge V. Es que la Vigilia de los Príncipes se trata de una suerte custodia que hacen los descendientes varones del monarca fallecido, en la cual los integrantes manifiestan más absoluto recogimiento.

La segunda vez que se pudo observar esta costumbre fue tras la muerte de la reina Madre, Isabel Bowes-Lyon, el 8 de abril de 2002. En ese momento, fueron sus cuatro nietos, el ahora rey Carlos III, el príncipe Andrés, el príncipe Eduardo y David Armstrong-Jones, quienes montaron guarda en torno al féretro, en el Palacio de Westminster. En ese momento, esta tradición se extendió por unos 20 minutos y se realizó en la más completa privacidad, ya que tanto los guardias como los arqueros de la Compañía Real dejaron el lugar.

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