Grandioso funeral de Estado despide a Isabel II en Londres
Al son de las gaitas fue seguido a pie por su heredero, el rey Carlos III y los hermanos e hijos de este, además de ser acompañado por militares de tres regimientos cercanos a la reina, hasta la imponente iglesia gótica en el centro de Londres.
A sus puertas, se sumaron a ellos otros miembros de la familia real británica, incluidos el príncipe Jorge, de 9 años, segundo en la línea sucesoria, y su hermana Carlota, de 7 años.
El interior de la abadía reunía a unos 500 líderes y monarcas, del presidente estadounidense Joe Biden al brasileño Jair Bolsonaro, y de los reyes de España -Felipe y Letizia y los eméritos Juan Carlos y Sofía- hasta el emperador Naruhito de Japón.
El papa Francisco, que no asistió, estaba representado por el secretario del Vaticano para las Relaciones con los Estados, Paul Gallagher.
La víspera del funeral, el Palacio de Buckingham difundió una foto inédita de Isabel II, tomada para su "jubileo de platino" en junio, que muestra a la monarca vestida de azul pálido y luciendo una resplandeciente sonrisa.
Multitudes en las calles
La ceremonia, que comenzó con cánticos corales, se anunciaba grandiosa y era todo un "reto" de seguridad, que puso las calles de Londres bajo un fuerte dispositivo policial.
La reina "no quería servicios largos y aburridos, no habrá aburrimiento, sino que serán transportados a la gloria al escuchar el oficio", aseguró a la BBC el exarzobispo de York Lord Sentamu.
"Pueden esperar el mejor de los oficios funerarios, el servicio del libro de oraciones, las palabras que inspiraron a Shakespeare", explicó.
El deán de Westminster, David Hoyle, dirigió el oficio religioso y el sermón corrió a cargo del arzobispo de Canterbury, Justin Welby, líder espiritual de la Iglesia Anglicana, que alabó la vida de la reina, consagrada a servir a su pueblo.
Isabel II falleció el 8 de septiembre a los 96 años, cuando pasaba el verano en su residencia escocesa de Balmoral.
Su salud no dejaba de empeorar desde hacía un año, pero la desaparición de una monarca cuya presencia parecía casi eterna conmocionó al país y al mundo.
El Reino Unido la homenajeó con 10 días de luto nacional, cortejos y procesiones, y una masiva emoción popular que volvió casi imperceptibles las protestas de una minoría de republicanos.
Su hijo mayor, de 73 años, la sucedió como Carlos III. Hasta ahora uno de los miembros menos apreciados de la familia real británica, su popularidad subió en los últimos días.
Con capacidad para unas 2.200 personas, la Abadía de Westminster no pudo dar cabida a las multitudes de británicos deseosos de acompañar a su reina hasta el final.
A primera hora de la mañana, miles de personas esperaban ya en el Mall, la célebre avenida que conduce al palacio de Buckingham, algunos con banderas británicas.
"Siempre dijimos que si la reina moría, vendríamos a su funeral de Estado. Ya vinimos a las bodas [reales], al Jubileo [de Platino en junio]. Esperamos poder ver el coche fúnebre", dijo Liz una mujer de 69 años, que llegó junto a su amiga Jane a las 05H30.
Tras el oficio religioso, de una hora de duración, un afuste trasladará el féretro en procesión por el centro de Londres hasta al Arco de Wellington, en Hyde Park Corner, y, desde allí, en coche fúnebre al Castillo de Windsor, unos 40 km al oeste, que se convertirá en la última morada de la reina.
Reunida con sus padres y su esposo
Símbolo de una era de grandes cambios, Isabel II llegó al trono en 1952, en un Reino Unido aún sumido en la posguerra mundial, y se marchó en el 2022 de la pospandemia y el Brexit.
No solo conoció a 15 primer ministro británicos, de Winston Churchill a la actual Liz Truss, también a figuras históricas como el soviético Nikita Jruschev, la madre Teresa de Calcuta o el sudafricano Nelson Mandela. Asimismo, a artistas como Charlie Chaplin, Michael Jackson o Lady Gaga.
En Windsor, el féretro será llevado a la Capilla San Jorge por la gran avenida que atraviesa los terrenos del castillo. En esta iglesia del siglo XV, conocida por haber sido escenario de las últimas bodas reales, se celebrará otro oficio religioso con 800 invitados, incluidos empleados de la difunta reina.
Allí, la corona, el orbe y el cetro será retirados del féretro y colocados sobre el altar. El funcionario de mayor rango de la casa real, el lord chambelán, romperá su "vara de mando" y la colocará sobre el ataúd, simbolizando el fin del reinado de Isabel II.
Después, en una última ceremonia privada, reservada a los familiares más cercanos, la reina será enterrada en el conocido como "Memorial Jorge VI", un anexo donde ya reposan sus padres y las cenizas de su hermana Margarita.
Los restos de su esposo, el príncipe Felipe, serán enterrados junto a ella, trasladándolos de la cripta real, donde se encuentran desde su muerte en abril de 2021 con casi 100 años.