Gimnasia juega en el Bosque, gana, sueña y es el único puntero de la Liga Profesional
El Lobo venció 2-0 a Arsenal y aprovechó la igualdad de Atlético Tucumán para quedar como líder del campeonato. El paraguayo Sosa y Colazo, ambos en el segundo tiempo, los goles
La victoria lejos estuvo de ser un trámite. Quizás fue el orden de Arsenal o tal vez una dificultad propia. O una mezcla de las dos cuestiones. Lo cierto es que, durante el primer tiempo, Gimnasia puso en aprietos a la visita sólo en un par de ocasiones. Jugadas aisladas. El equipo de Néstor Gorosito no logró imponer condiciones y la etapa inicial transcurrió en un marco de paridad absoluta.
Hasta el descanso, el Lobo y el conjunto de Leonardo Madelón compartieron aciertos (pocos) y carencias. Ambos mostraron intensidad, a los dos les faltó claridad. Cada uno dispuso de una ocasión clara y lo curioso resultó que Francisco Apaolaza fue el protagonista de las dos acciones: primero rechazó mal y el arquero Alejandro Medina debió estirarse para evitar el gol en contra, y unos minutos después quedó bien posicionado en ofensiva pero Leonardo Morales tapó su definición con un cruce salvador.
La primera parte, entonces, se jugó más como quiso Arsenal. Si bien Gimnasia exhibió su ambición de entrada, no la pudo sostener. Brahian Alemán, eje del Lobo, participó poco de tres cuartos de cancha hacia delante y eso generó que los delanteros quedaran lejos del mediocampo.
Lo mejor del encuentro
Todo lo que no realizó el Tripero en el primer tiempo, lo hizo en el inicio del complemento. Sometió al equipo visitante, provocó errores y aprovechó al máximo las grietas en la defensa adversaria: dos goles en ocho minutos metió el conjunto de Pipo.
Primero, Ramón Sosa se adueñó de una pelota huérfana y la colocó al lado del palo. El 1-0 causó una estampida. Un ruido tan gigante como repentino. Una explosión. El paraguayo, un pedido de Gorosito a principio de año, abrió un partido que venía torcido y la gente estalló. El Bosque, de repente, se convirtió en fiesta. Los brazos dejaron de tomarse las cabezas para dar abrazos. Abrazos de gol… y de ilusión.
Y unos minutos más tarde, cuando las gargantas continuaban irritadas, llegó el segundo. El 2-0 se gritó menos y no porque haya sido menos importante. El gol fue tan raro que los hinchas –más que alegrarse– se sorprendieron. El asombro, por unos instantes, le ganó a la felicidad. Remató el ingresado Nicolás Colazo (un cambio clave antes de que comenzara la segunda etapa), la pelota rozó en un defensor, se levantó y una parábola extraña engañó al arquero. Y también a los simpatizantes, que demoraron un segundo en darse cuenta lo que había pasado. Y lo que había sucedido era, ni más ni menos, que otro gol. El de la tranquilidad.
Con ese tanto se acabó la incertidumbre. Gimnasia, con dos trompadas, ganó por nocaut. Dos piñas demoledoras. A pesar de que Arsenal es un equipo empatador (igualó 11 de sus 19 encuentros), la diferencia de dos sepultó cualquier tipo de vacilación. En los 40 minutos restantes, la victoria del Lobo nunca estuvo en duda.
El resto del partido sirvió para que la gente y las trompetas ganaran el centro de la escena. El Bosque, que quizás no está encantado pero a Gimnasia le encanta, se transformó en la capital de la alegría. El Lobo puede tropezar de visitante. Lo hizo contra Atlético Tucumán, ante River y frente a Newell’s. Pero en La Plata es invencible. Por ahora, no hay rival que lo supere en su casa. Siete triunfos y dos empates: 23 puntos de 27 en el Bosque.
Gimnasia está puntero. Pipo sonríe. El hincha sueña.