Frenazo al supuesto despegue del Sevilla

Los de Nervión por fin enlazan dos partidos sin perder y deja su portería a cero, pero lo hace ante el peor equipo del grupo y su margen de error ya es mínimo

José María López
As
Ni bien ni mal, sino todo lo contrario. El Sevilla sumó su primer punto en la Liga de Campeones empatando a cero en su visita al Copenhague. Para los optimistas, los de Lopetegui enlazan dos partidos consecutivos sin caer derrotados y se marchan a casa sin recibir ningún gol por primera vez en lo que va de temporada. Para los pesimistas, las opciones de clasificación para la fase de eliminatorias de los de Nervión se siguen reduciendo, puesto que fueron incapaces de ganar en el feudo del equipo más débil del grupo evidenciando una alarmante falta de mordiente en ataque que no por previsible deja de sorprender. Y el caso es que tanto los que ven el vaso medio lleno como los que lo ven medio vacío, llevan toda la razón del mundo en sus argumentos.

Estimó Lopetegui que lo que funciona no hay que tocarlo demasiado, por lo que el once titular del Sevilla se pareció mucho al que ganó al Espanyol. Carmona repitió en el lateral diestro, Gudelj y Kike Salas como centrales, Fernando de ancla y el ataque fue responsabilidad del tridente formado por Isco, Lamela y En Nesyri. Las variantes fueron las entradas en la medular de Rakitic y Delaney por Óliver y Jordán y la de Telles en el lateral zurdo por el tocado Acuña. La sorpresa gigantesca llegó en la portería, en la que Dmitrovic debutó esta temporada en detrimento de un Bono, del que no se informó que sufriera molestia alguna, que había encajado en todos los partidos disputados hasta la fecha.

La puesta en escena no fue tan contundente como la del sábado, pero el Sevilla volvió a mostrar buena cara. Sobre todo cuando Isco cogía la pelota y marcaba el son del encuentro. El malagueño movió a los suyos y a los rivales a su antojo, hasta que el Copenhague se ajustó alrededor de la media hora y comenzó a asomarse al área sevillista. No fue un acoso y derribo, pero la intranquilidad apareció en la tropa nervionense, que llegaron al descanso con la sensación de haber ido de más a mucho menos. De todos modos, la ocasión más clara fue del Sevilla, pero la gran jugada de los hombres de ataque de Lopetegui acabó en un disparo al muñeco de En Nesyiri que, todo sea dicho, llegó algo forzado a la finalización. También reclamó el Sevilla un penalti por manos de Khocholava dentro del área tras una jugada de estrategia en un córner que fue minuciosamente revisada por el VAR. Se trataba de uno de esos penaltitos, que en en la Liga se ha dado orden de evitar pero que se siguen señalando jornada tras jornada pero que en Europa no se pitan ni de casualidad. Y muy bien que hacen.

No sufrió lo más mínimo el Sevilla en la segunda mitad pero tampoco se acercó al área danesa con la claridad, algo escasa eso sí, de la primera mitad. Lopetegui movió el banquillo y sus cambios no surtieron efecto. ¿Error del técnico o falta de recursos para dar aire a los titulares? Pues el análisis es más o menos similar al del partido en general. Los detractores del técnico vasco argumentarán que no supo mover sus piezas, mientras que los críticos con la planificación realizada en el mercado estival defenderán que tampoco tenía demasiado más de lo que tirar. Debutó Januzaj, eso sí, pero si guarda la camiseta de este partido será más por un afán coleccionista que por otra cosa.

Y así languideció un encuentro en el que el Sevilla frenó el despegue que inició el sábado ganando al Espanyol. Si este empate refuerza o no al equipo es una incógnita. Lo único cierto y sin discusión es que el margen de error en la Champions ya es mínimo.

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