El Mundial empieza en Braga

España cae ante Suiza y está obligada a ganar el martes a Portugal en un duelo decisivo para ir a la Final Four y un gran test con vistas a Qatar 2022.

Héctor Martínez
As
El Mundial empieza en Braga. Es un simple título, pero sirve para resumir el duelo que aguarda a España el próximo martes, decisivo para la Nations League y un test impagable para calibrar cómo respira La Roja a menos ya de dos meses para el Mundial de Qatar. La derrota ante Suiza y la victoria lusa en Praga obligan a ganar ante Cristiano y compañía. Un gran escenario, un rival de altura. Si queríamos emociones fuertes, aquí las tenemos.

El día que acertemos una alineación de la Selección española... ese día no estará Luis Enrique en el banquillo. Así de sencillo. Con el asturiano resulta imposible saber por dónde sopla el viento. Por más que nos empeñemos en leer entre líneas, nada; ni siquiera ayudó el “no va desencaminado” de Lucho al periodista que en la víspera le preguntó si Ferran, Morata y Sarabia integrarían el ataque frente a Suiza. A la hora de la verdad, el seleccionador eligió a Asensio como punta de lanza, sumándose a la moda del falso nueve que ha hecho furor en las últimas fechas en el Real Madrid. Pero a diferencia de Ancelotti, obligado a revolver el armario ante la baja por lesión de Benzema, Luis Enrique apostó por el balear cuando tenía a Morata y Borja Iglesias en perfecto estado de revista. En resumen: Ferran, Asensio y Sarabia, tres jugadores que apenas disfrutan de minutos en sus equipos, titulares. “Valoramos lo que hacen los jugadores en la selección”, dijo Luis Enrique esta misma semana. Pues eso.

Asensio salió de nueve, pero le costó ser la llave con la que abrir la defensa suiza. No se cansó de bajar en busca de balón, tratando de hacer salir a los centrales rivales para que esa fuera una vía de entrada hacia la portería de Sommer. Pero a España le costaba generar juego, algo extraño con un centro del campo cien por cien azulgrana, cien por cien de quilates. En él, Gavi y Pedri formaban juntos con la tranquilidad de poder agitar la coctelera teniendo las espaldas bien cubiertas por Busquets.

En la trinchera rival era Xhaka quien ejercía de Busi. Su primer cometido no fue otro que el de alentar a sus compañeros en la presión alta con la que cortar de raíz la creación de juego española. Embolo, Vargas y Sow se erigían en maratonianos detrás de la pelota. Sin descanso. El objetivo era ahogar las vías de pase a Eric Garcia y Pau Torres, nuestra pareja de centrales. Esa fue la primera tarea cumplida en la libreta de Murat Yakin. La segunda lo fue el gol de Akanji: córner botado por Vargas y cabezazo del central del City como mandan los cánones, picado y fuerte. Ni siquiera el 1,90 de Unai evitó el 0-1 en el marcador de La Romareda, a reventar tras 19 años sin disfrutar de la Selección.

El tanto dejó noqueada a La Roja. Suiza golpeaba con córners en lugar de puños y el mentón español recibía un golpe inesperado y lejano con el gol de Portugal en Praga. En apenas diez minutos el panorama del Grupo A2 había cambiado por completo. Y empezaba a llover en La Romareda... y esa no es una metáfora. Llovía de verdad. Así que el descanso fue la mejor terapia para España, que a punto estuvo de encajar el segundo gol en un eslalon de Shaqiri a quien, por no dejarle rematar con su mágica zurda, permitieron que lo hiciera con la derecha. Unai, esta vez, sí blocó. Esa jugada hacia justicia con quien había sido el mejor jugador de los primeros 45 minutos.

Y lo siguió siendo en la reanudación, en la que España estaba obligada a meter una marcha más. Resultaba complicado hacerlo con Busquets prácticamente anulado, pero en esas estábamos cuando Asensio decidió saltarse un par de líneas suizas con un reverso (Elvedi aún le está buscando) y una conducción que acabó en asistencia de dulce para Jordi Alba, que resolvió de un zurdazo ante el que nada pudo hacer Sommer. La lástima es que ese tanto apenas tuvo efecto en el ánimo de Suiza, que volvió a tener al córner como su mejor aliado. Akanji fue de nuevo protagonista, aunque en esta ocasión su remate no acabó directamente en gol sino que requirió del toque final de Eric Garcia, presionado por Embolo.

Ante ese mal, que volvía a poner boca abajo el grupo, triple dosis de Luis Enrique: Nico Williams, Borja Iglesias y Yeremy Pino en lugar de Sarabia, Asensio y Torres, un lavado de cara en toda regla. Y poco después, Marcos Llorente también entraba en juego para ganar en vértigo ante unos veinte minutos finales que se antojaban de locura. Así fueron, pero la locura no marca goles y el ataque sin descanso de La Roja apenas inquietó a Sommer. La derrota era un hecho y da paso a 72 horas en las que rearmar al equipo con vistas al decisivo partido del martes en Braga. Ese duelo suena a fútbol del bueno.

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