El héroe inesperado que Racing pagó casi US$ 4 millones apareció cuando menos se lo esperaba
El colombiano y Copetti anotaron para dar vuelta el partido ante el Tatengue y vencer 2-1; fue una victoria que se festejó como una final en Avellaneda
Fue una victoria que se festejó como una final en Avellaneda. Con escenas de tensión propias del tramo decisivo de un campeonato. Dos escenas finales lo grafican: Fernando Gago pidiendo la hora pegado a la línea, ya sin el saco; y todo el plantel abrazado en ronda una vez que Patricio Loustau pitó el final, como reafirmando el juramento de inicio de semestre, de buscar el campeonato.
:quality(80)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/lanacionar/BHCQEK2CZVD2FGDA2GVFGHRVS4.JPG)
El triunfo se construyó con poco fútbol pero con mucha determinación. La baja de Eugenio Mena -expulsado ante Platense y afectado a la selección de Chile- obligó a Gago a meter mano en el equipo. No tocó el esquema pero sí se resintió la estructura. Con Gonzalo Piovi aún lesionado, el técnico optó por incluir a Iván Pillud y cambiar de banda a Facundo Mura. El perfil invertido de Mura, sumado a que con el doble 9 Copetti y Romero no hay delanteros que ocupen esa zona de la cancha, Racing quedó casi sin banda izquierda para atracar. Si una de las escenas recurrentes de este equipo de Gago es la triangulación en la banda derecha que suelen armar Leonel Miranda, Gabriel Hauche y el lateral de turno ante Unión ese rasgo se acentuó.
De entrada, la Academia también volvió a evidenciar la falta de convicción para el gol. La muestra más clara se dio a los 15 minutos, con esa corrida de Maximiliano Romero, que arrancó solo desde mitad de cancha. El ex Vélez nunca definió y desaprovechó la chance. No fue la única.
:quality(80)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/lanacionar/5KG2CARYGZDRBHWU5OSSSQHN7Q.JPG)
El segundo tiempo fue una montaña rusa. La primera emoción llegó a los 4 minutos, cuando el paraguayo Junior Marabel cambió el mapa del partido con un cabezazo para el 1 a 0 visitante. Ya en el inicio de la segunda mitad Unión había dado avisos de que podía lastimar. Marabel lo confirmó con esa definición que incluyó un desvío en Emiliano Insúa. “Movete, Racing, movete”, fue la respuesta de los hinchas. El equipo sintió los nervios. Como otras veces de Gabriel Arias, ahora necesitó de su reemplazante Matías Tagliamonte para mantenerse en partido.
Las tres modificaciones juntas que propuso Gago -Carbonero, Jonathan Gómez, Alcaraz- le dieron más opciones al equipo. Pero recién las respuestas llegaron con el ingreso de Matías Rojas. El paraguayo ingresó con decisión, justo cuando Gómez acomodaba la pelota para ejecutar un tiro de esquina. Se hizo cargo de esa acción, con un guiño del destino: tras el rechazo en el área, la bola volvió a caer en su zurda, de donde salió un puente aéreo perfecto a la cabeza de Enzo Copetti. 1 a 1. A esa altura el Cilindro hervía. Faltaba más.
:quality(80)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/lanacionar/77CUGLBZ2FGCFML5JUROAYYSGQ.JPG)
Rojas, con protagonismo, siguió empujando. Pero La noche en Avellaneda tuvo un héroe inesperado: Johan Carbonero. El colombiano pudo dejar su marca registrada cuando el equipo más lo necesitaba. Encaró por izquierda con ventaja y a pura velocidad apuntó hacia el arco de Santiago Mele.
Lo mejor del partido
Venía errado Carbonero, por quien el club pagó casi cuatro millones de dólares. Ahora aportó un gol muy valioso. La definición al primer palo desató una batería de festejos. En Carbonero, que se señaló a sí mismo y se sacó la camiseta, pero también en cada uno de los jugadores de Racing que estaba en la cancha. Como si esta fuera un triunfo que se debían, una demostración de que están a la altura.
En una ráfaga, cuando parecía que se la posibilidad se le escapaba de las manos, la Academia dio vuelta el resultado ante Unión. Y las sensaciones: de la desilusión a la euforia. A falta de seis fechas, Racing quiere pelear.
