El golazo de Ramiro Carrera para un Decano que se hizo respetar en el Nuevo Gasómetro
El mediocampista puso en ventaja a los visitantes tras una buena jugada colectiva del equipo de Pusineri; un minuto después igualó Adam Bareiro para el Ciclón
El Nuevo Gasómetro se viste de gala para la llegada del conjunto tucumano. Hay aliento desde los cuatro puntos cardinales de la cancha. Los azulgranas responden en el césped. El equipo defiende con tres futbolistas. Tiene dos alas bien abiertas por los costados: Jalil Elías y Malcom Braida. Agustín Martegani es el dínamo en la mitad de la cancha. Y dos torres adelante para luchar con los centrales tucumanos: Andrés Vombergar y Adam Barreiro. Son dos delanteros potentes, parecidos, que a veces se transforman en autitos chocadores y se solapan. No importa demasiado, porque el Ciclón domina.
Encuentra un gol, tras un error infantil de Lampe, al que se le escurre la pelota entre las manos como si tuviera jabón. Al ex arquero de Boca y Vélez lo salva el VAR. Tras cuatro minutos de deliberación con sus asistentes tecnológicos, un toque en Federico Gattoni (capitán de San Lorenzo) invalida la conquista de Vombergar. El marcador sigue sin abrirse. Pero los hinchas celebran la iniciativa de los dirigidos por Rubén Darío Insúa. El local marca la pauta del partido; el visitante, que busca la punta en soledad, se agazapa y aprovecha los espacios.
Los tucumanos encuentran esa jugada que tanto buscaron: Ramiro Carrera filtra para RRR (Ramiro Ruiz Rodríguez). Augusto Batalla salva al Ciclón. Es una advertencia, de la que San Lorenzo no toma nota. Porque minutos más tarde, el propio Carrera es arquitecto y definidor de la maniobra que abre el marcador. El ex Arsenal de Sarandí encuentra, libre de marca, a Martín Garay, el lateral derecho de los tucumanos. Este saca el centro, la defensa azulgrana no puede despejar y Augusto Lotti le devuelve el balón a Carrera. Toquecito para acomodarse y remate fuerte, alto, potente; inapelable. Carrera, goleador del Decano con cinco goles, se lleva un dedo a la sien en el festejo. “Con cabeza”, parece decir. El plan de juego de Pusineri se concreta a la perfección.
Lo mejor del partido
Pero este San Lorenzo tiene el ánimo trabajado. No se cae ante la primera adversidad. Está acostumbrado a la lucha, a la pelea, a la fricción. Y, también, a la búsqueda permanente. Sus futbolistas son abonados a la causa. Tanto, que el local encuentra el empate casi al sacar del medio. Como en el gol de Atlético, un lateral fabrica la jugada. El Perrito Barrios junta a dos jugadores visitantes y libera a Braida por la izquierda. Hay un centro al corazón del área y allí, donde se definen los partidos, el paraguayo Adam Barreiro hace un gol de goleador: se escurre entre los centrales y cachetea la pelota. Lampe, indefenso, mira cómo cae su valla.
El segundo tiempo es tan pródigo en fricción como escaso en jugadas. El músculo les gana por goleada a las neuronas. Faltan habilitaciones y pases al vacío. Sobran los cortes, las faltas. Ninguno de los dos quiere perder, aunque Atlético sabe que un punto es negocio. San Lorenzo intenta, busca, ataca. Le falta un futbolista que cambie la ecuación.
La jugada que precisa llega casi sobre el pitazo final. Es un contragolpe. Bareiro deja a Cerutti mano a mano con Capasso, el último defensor. Lo pasa y sólo le queda Lampe para festejar el gol; la victoria segura. Pero el remate del futbolista azulgrana choca contra el cuerpo del arquero boliviano. Entonces, es empate.
San Lorenzo sabe que encontró un camino y tiene que seguir trabajando. Atlético Tucumán, armado para no descender, cenará en el hotel de concentración y a sus jugadores se les escapará una sonrisa: al menos por este sábado, nadie podrá alcanzarlos en la punta del torneo.