El Barça galopa en Sevilla
La intensidad del Barcelona, que corre hacia atrás, presiona en el medio y liquida en ataque se impone a un Sevilla que paga su falta de colmillo.
Tradicionalmente, para que el Barça ganara un partido, el equipo blaugrana necesitaba dominar el juego, controlar la posesión y marcar el ritmo del partido. Esa norma se alteró cuando el equipo barcelonista juntó una delantera frenética con el tridente Neymar-Suárez-Messi en su plenitud. A ese equipo, entrenado además por Luis Enrique, técnico que prima la intensidad por encima de la reflexión, no había quien lo parara cuando se ponía a correr a campo abierto.
Ese estilo generó debates en el barcelonismo más radical, ese que se fija más en la caligrafía que en argumento.
Todo esto viene a cuento de que el Barça que compareció ayer en Pizjuán con Xavi como ideólogo se le suponía un estilo culteranista y cuidado, pero acabó imponiéndose a base de frenesí.
El Sevilla dominó de salida al Barcelona a base de robarle la pelota. Isco, indetectable para los centrocampista blaugrana, era una fuente de problemas. No obstante, quedó claro que a los sevillistas les falta un rematador. Con un delantero puro, los de Lopetegui habrían sacado partido de su posesión (61% ante el Barcelona, que no es poca cosa). Pero las superioridades se iban al garete por la torpeza al interpretar el fuera de juego, por las intervenciones de Ter Stegen o por la capacidad correctora de Araújo y Koundé.
Con el Sevilla produciendo, pero sin matar, al Barça sólo le quedaba robar y correr. Y para robar, Gavi se sobra y para correr, pocos como Dembélé o Raphinha.
Esta fue la fórmula que utilizó el Barça para golpear al Sevilla. Gavi ejerció de perro de presa en la presión, habilitó la carrera de Ousmane que asistió a Lewandowski, quien superó a Bono con un sutil toque que Fernando salvó en la linea de gol, pero la dejó franca para que Raphinha fusilara de cabeza.
El Barça, sin control, había sacado petróleo de las carreras y el Sevilla notó el miedo en el cuerpo. Los locales entendieron que un partido de ida y vuelta era un suicidio y mientras decidían lo que hacer, Koundé sirvió un balón a Lewandowski, que es un delantero que parece capaz de desmarcarse en un pasillo de once defensas, que tras controlar con el pecho anotó el segundo.
El Barça pudo cerrar el partido en el último minuto de la primera parte, pero Dembélé volvió a hacer la del día del Liverpool y tras una carrera espectacular no se la quiso dar al polaco y falló una de esas ocasiones que dividen a la afición: unos se acuerdan de su padre y los otros de su madre.
Pero el Barça no dio opción a que el fallo del francés influyera en el curso del partido. Koundé cazó un centro de Raphinha para dejar el gol en bandeja a Eric. Segunda asistencia del francés en su retorno al Pizjuán.
El defensa catalán tuvo que retirarse con molestias antes de que Xavi ya empezara a pensar en la Champions y entraron De Jong, Ferran y Alba. En el Sevilla, Dolberg debutaba entrando por En-Nesyri. Una decisión que encendió los ánimos de una grada cada vez más descontenta con un equipo que tras cuatro jornadas sigue con un punto mientras el Barça galopa. El día que también piense dará que hablar.