El Barça amenaza y el Bayern liquida
El Barça perdona en la primera parte y el Bayern le supera en la segunda dejando claro a los de Xavi que han mejorado y que están en el camino, pero que será largo.
Xavi tenía que asaltar la cueva del dragón y los soldados que eligió para acompañarle en la misión no le fallaron. La mayoría sabía desde hacía tiempo que eran los elegidos, pero las incorporaciones de última hora -Christensen y Marcos Alonso- brillaron con la fuerza de los que llegan para cumplir una misión de audaces. Pero la gasolina no les dio para toda la batalla. Cuando la batalla se alarga, ganan los profesionales.
Por primera vez en mucho tiempo, así se plantó el Barça ante el protagonista de sus peores pesadillas. Le miró a los ojos y le desafió a jugar a su ritmo en un partido que empezó a un ritmo de locura. El Bayern, nada nuevo bajo el sol, era la locomotora de siempre, presionando y desafiando al equipo culé a correr. Pero para sorpresa de los bávaros, los de Xavi, no sólo respondieron al ritmo guitarrero que imponía un Alphonso Davies que era una máquina de coser, sino que además lograron intimidar a la bestia.
Para resumir la primera parte valdría decir que el Bayern amenazaba siempre con la artillería, pero que la respuesta del Barça con el florete hería la autoestima local, que bien pronto se dio cuenta de que este equipo no era el que habían pisoteado últimamente.
La primera falta, por primera vez en mucho tiempo en un partido de esta magnitud, fue del equipo blaugrana. De un Marcos que tuvo una puesta en escena como titular fabulosa. El primer disparo, de Pedri. Y así, hasta acumular siete chuts a portería en 45 minutos por ninguno del Bayern, que sin poner a prueba a Ter Stegen era como el viento que golpea las ventanas anunciando que las romperá de un momento a otro. Al final, las rompió.
Pero si alguien hizo méritos para ganar el primer asalto, ese fue el Barça, que pudo marcar mediante la ocasión ya comentada de Pedri, dos de Lewandowski y una de Raphinha. Sin mencionar un penalti a Dembélé que se comieron todas las instancias arbitrales presentes en directo y las conectadas mediante fibra óptica.
El peligro para el Barça era creerse que con esos primeros 45 minutos a toda castaña estaba el trabajo hecho. Parecía difícil que la segunda parte se jugara al mismo ritmo, pero ambos equipos tenían piezas para mover en el tablero.
Uno de los elementos que no había entrado en discusión en un partido que había tenido de todo era la estrategia y el Bayern fue el primero en sacar partido de este recurso. Tras una gran parada de Ter Stegen a disparo lejano de Goretzka, el córner consecuente fue rematado casi a placer por Lucas Hernández, que se impuso a Marcos y se aprovechó de la duda en la salida del portero.
El tanto dejó al Barça groggy y el Bayern, perro viejo, olió la sangre y vio que era la hora de no perdonar. Un minuto después, Sané rompió la defensa culé por el medio y superó por segunda vez a Ter Stegen. Una lección de vida en tres minutos.
Cualquier plan de partido ya se había ido al garete. Ya no cambió el escenario. El Barça siguió porfiando como un gato sin uñas. Un partido para aprender.