Ducha escocesa en Glasgow
El Madrid doblega al Celtic en la segunda parte tras superar la conmoción por la lesión de rodilla de Benzema. Hazard resucita y marca.
Por un principio de cautela, justificado en la historia del Celtic, el empuje de una grada de fuego y la obligación de no cojear en el estreno europeo, Ancelotti se acompañó de su guardia personal, los que ganaron la Champions en París menos Casemiro, que ya es quitar, más Tchouameni. En definitiva, los de las grandes ocasiones. Ese inmovilismo que, contra viento y marea, le ha cargado de razón. Al otro lado, Postecoglou salió con solo uno de los cuatro japoneses que se trajo de la última liga en la que estuvo. Furuhashi, máximo goleador del equipo, tocado, empezó en el banquillo.
Aun así, fue lo que se esperaba, un equipo poco asustadizo con una salida en tromba por si el Madrid llegaba bajo de pulsaciones. A los 26 segundos ya había disparado a puerta. Al minuto había lanzado dos córners. Esa intimidación que tiene efectos demoledores en su liga bipolar. Pero el Madrid salió esporádicamente de aquello con la ciencia de Kroos y Modric, especialistas en detectar emboscadas.
La rodilla maldita
El Celtic tiene dos caras. La oculta está en su zaga. Ataca con fiereza y constancia y se repliega desordenadamente. Mal asunto si enfrente está Vinicius, que desde el año pasado es el que suele ponerle el cascabel al gato. Él lanzó el primer aviso del Madrid, culminado con una volea fallida de Benzema. Abada respondió pronto y mal. El fantástico pase de Jota mereció otro remate, pero disparó de nuevo a los escoceses. Ese público entregado que llenó el Celtic Park no merecía menos.
En dos minutos, Hatate, un descubrimiento como armador de juego, probó a Courtois y McGregor mandó un misil al palo derecho. El Madrid parecía tomarse un día de asuntos propios: perdía la mayoría de las disputas, concedía demasiado atrás, apenas daba respuesta arriba... y perdía a Benzema, lesionado en la rodilla derecha. El francés, al que el club creía irrompible, caía a principios de septiembre. Una mala noticia para el encuentro y quizá un drama para la temporada. Quién sabe si el percance abrirá los ojos del presidente en el mercado invernal, con la amplia oferta que ofrecerá el Mundial y la posibilidad de ampliar las miras hacia los extracomunitarios tras la nacionalización de Vinicius.
Ancelotti, en contra de lo esperado, no acudió a Rodrygo sino a Hazard, por ver si ahí encuentra redención. Después de pasar de estrella a falsa estrella ahora le toca el papel de falso nueve, lo que nunca fue. Pero por ahí puede encontrar una segunda carrera. Al Madrid le sobraban pasadores (excepcional el partido de Kroos) y le faltaba un rematador. Nada que no pronosticara el ejército de agoreros ante cualquier percance de Benzema. La primera que le llegó al Hazard ariete acabó en pifia medio explicable: quizá le rozaron la pelota una décima de segundo antes de su remate a dos metros de Hart. El meta inglés le adivinaría luego un mano a mano a VInicius. Pero al belga el partido le daría una segunda oportunidad.
La resurrección
La conmoción por la retirada de Benzema, sorprendentemente, aminoró la acometida del Celtic. El Madrid se embolsó la pelota y, ayudado por el bajón físico del equipo escocés, fue metiendo el partido en la muleta hasta el descanso.
Pero el Celtic tenía una segunda versión de su arreón. A vuelta de vestuario Maeda erró un remate sencillo en la cara de Courtois. Para entonces ya no estaba Militao, su defensa más firme, lesionado y sustituido por Rüdiger.
Y entonces ese Madrid que duerme con un ojo abierto reeditó el gol de París. Apareció Valverde por la derecha como una estampida y mandó un pase cruzado a Vinicius en el segundo palo (a nadie se esperaba en el punto de penalti) que el brasileño mandó con un el interior de su derecha a la red con el sosiego de un matador vocacional. También cursa un postgrado en eso. Ahí se acabó el Celtic, al que terminó de sacar del cuadrilátero un remate con el exterior de Modric, uno de esos gestos que dejará para la posteridad. Fue gracias a una estupenda arrancada de Hazard desde la mediapunta, que lanzado acabó marcando un tanto de nueve puro, el que cerró la cuenta, en jugada urdida por Kroos y Carvajal. Quién sabe si el fichaje del verano será el belga.