Carletto, el tutor perfecto

El entrenador blanco tiene un don para pulir a las futuras estrellas. Tchouameni, Vinicius, Camavinga y Valverde, los últimos.

Antonio Villar
As
Carlo Ancelotti es el ‘jefe’ perfecto. El italiano, que es un especialista en saber cómo gestionar un vestuario de grandes estrellas, también tiene la habilidad de pulir a las jóvenes promesas con sus dotes en gestionar las emociones y los estados de ánimo. El último caso es el de Tchouameni. Tras el partido de Almería en la primera jornada, el entrenador madridista tranquilizó al joven centrocampista tras su discreto debut y le transmitió toda su confianza. Y funcionó. Aurélien cuajó dos grandes partidos ante Celta y Espanyol (con asistencia incluida a Vinicius) y disipó cualquier tipo de duda de la gran calidad que tiene.

El caso de Tchouameni es uno más de la larga lista de Ancelotti. El ejemplo más destacado, en su segunda etapa con el Madrid, es el de Vinicius. La transformación del carioca es absolutamente increíble. Vini, que aumentó todas sus estadísticas desde la llegada de Carletto a base de trabajo y consejos del italiano, alcanzó un valor total, según Olocip, de 0,63 con todas sus acciones dentro del terreno de juego (nadie logró más que él). También consiguió aumentar su olfato goleador hasta los 22 goles la temporada pasada (había marcado 15 tantos en total en sus tres primeras campañas con el equipo merengue). Ancelotti, que supo mejor que nadie el diamante en bruto que tenía por la banda izquierda del Bernabéu, hizo un nuevo milagro con el futuro Balón de Oro.

Otras dos piezas fundamentales son Valverde y Rodrygo. El Halcón tuvo que reconvertir su posición como extremo - de manera definitiva- para asentarse en el once del italiano en los duelos de mayor importancia (un ejemplo es la final de París ante el Liverpool, con asistencia incluida). Por otro lado, el brasileño, con su transformación física y mental, fue trascendental para poner bocabajo al Bernabéu en las remontadas frente a City y Chelsea. Ambos entendieron lo que Ancelotti les transmitió y, gracias a ello, su valor aumentó de forma considerable: según la IA, el uruguayo alcanzó los 74 millones de valoración y Rodrygo llegó hasta los 52.

Camavinga, que cumplió un año como madridista el pasado 31 de agosto, es un caso parecido al de Tchouameni. El francés llegó al Paseo de la Castellana con el peso de los 30 millones (más 15 por objetivos) que pagó el Madrid por él. Empezó algo dubitativo, con nervios y con la duda de si valía realmente para el equipo merengue, pero los consejos y la gestión de Carletto –unido al gran trabajo de Eduardo- lo han convertido en el máximo favorito para hacerse con el Golden Boy- de este año.

Si echamos la vista atrás, en la trayectoria de Carlo hay varios casos por el continente europeo de joyas ‘fabricadas’ por el italiano: Pirlo en el Milan, Verrati en el PSG, los primeros pasos de Isco en el Madrid, Treguezet y Zambrota en la Juventus o Crespo y Verón en el Parma italiano, entre otros. Todos ellos fueron jóvenes promesas que querían convertirse en estrellas del balompié. Y lo consiguieron. Y es que el peso de la camiseta del Real Madrid no puede con el ‘don’ de Ancelotti...

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