Boca: las 7 claves futbolísticas que impulsaron el ciclo de Hugo Ibarra para el relanzamiento xeneize en la Liga Profesional
Apuestas, rotaciones y respaldos, parte del menú del entrenador
El pasado 7 de julio reemplazó a Sebastián Battaglia. Al siguiente día plasmó la “decisión técnica” generadora de tanta discordia puertas adentro: Carlos Izquierdoz, el por entonces capitán, no era titular ante San Lorenzo. Con ello, el destape inmediato de que días atrás, previo a la revancha copera ante Corinthians, había existido un reclamo al Consejo por parte de los referentes -encolumnados detrás del zaguero- por una deuda de premios. Entonces, la consecuencia: Ibarra fue el escudo de Riquelme y sus laderos con la excusa futbolística para señalarle la salida del club a “Cali”. Al hacerse cargo, el entrenador empezó mal la relación con el plantel.
En esta etapa, que aún no se termina de entender si es sólo de transición o si Ibarra puede tener chances de mantenerse en el cargo para 2023, resulta también un período de aprendizaje para él. De a poco, los días en el predio de Ezeiza y cada compromiso local están dando sus frutos para afirmarse en un desafío semejante y ser mirado con otro convencimiento.
Especialmente por sus dirigidos, que desde un principio no iban codo a codo con su estadía, pero ahora parecen respaldar todo lo que ejecuta en la semana y sobre la marcha de los encuentros. No hay una clara idea de juego (tras 14 partidos) más que el orden defensivo y los desequilibrios que la jerarquía individual generan en la ofensiva, pero sus jugadores se entregan. Y Boca va. ¿Algunas de las decisiones que fortalecieron su gestión?
La sequía de Luis Vázquez no lo enloqueció
Sin Darío Benedetto por los golpes con Carlos Zambrano, Ibarra le dio la titularidad en ambos encuentros que ocupó la sanción interna (Rosario Central y Defensa y Justicia) a un Vázquez que arrastraba tres meses sin convertir. Pálidos desempeños, pero Ibarra no le soltó la mano y acertó: en la última jugada en Florencio Varela, el delantero aportaría el triunfo que inició la racha positiva. Victoria por 1-0 con un zurdazo cruzado.
La apuesta exitosa por Luca Langoni
La segunda gran decisión se daría ante Atlético Tucumán, un partido bisagra para las aspiraciones de recuperar el terreno que lo alejaba de ese –por entonces- puntero. Su equipo caía en la Bombonera, pero el entrenador no tuvo tibieza al jugársela por un chico que entró casi desapercibido a un contexto totalmente desfavorable: en medio de la necesidad de darlo vuelta, sus 20 años debían brindar algo diferente. Vaya si lo hizo: lo empató con un cabezazo e hizo el gol de la victoria con un zapatazo.
Lidió las bajas con un retorno y una continuidad
La lesión de Sebastián Villa parecía arruinar lo vivido, con el agregado de que Exequiel Zeballos también ya era baja. Ibarra transmitió confianza y actuó con lógica: aunque no era su prioridad, creyó en Norberto Briasco –con nueve meses de inactividad profesional- y aprovechó el momento de Langoni. El primero abrió el resultado en Santa Fe, frente a Colón, y el segundo siguió de racha y puso el 2-1 definitivo.
El dueño de la batalla táctica superclásica
Llegó la prueba mayor: River. Mientras Marcelo Gallardo intentó sorprender, una vez más, a Boca, Ibarra contrarrestó todo intento millonario, aun con su inexperiencia desde el banco. Para el primer tiempo abrió a “Pol” Fernández y Juan Ramírez para tapar las escaladas de los carrileros que idearon en Núñez y colocó a Martín Payero sobre Enzo Pérez. La visita, incómoda. Para el complemento, Gallardo quitó la frustrada línea de cinco defensores y pobló la mitad de la cancha, pero Ibarra volvió a complicarlo al cerrar a “Pol” y a designar al rápido Langoni como marcador de Casco, el único lateral riverplatense. Estructura eficaz.
El respaldo a un bajoneado Benedetto
Una vez que retornó tras el escándalo y tras casi tres meses sin convertir, la última bala era el clásico. Entonces, además del triunfo táctico, Ibarra puede darse más que nadie la derecha con su confianza sobre el “9″, que metió la cabeza para ganarle a River.
Sin vergüenza, cerró el clásico con línea de 5
Ibarra no comió vidrio aquella tarde alegre. Si se puso en ventaja, había que terminarlo. ¿Cómo? Metiendo a Zambrano, un central más. Esa modificación le permitió a River empujar, pero –al mismo tiempo- lo encerró en la desesperada contradicción de lanzar centros. El peruano sacó uno y otro. Y Boca festejó.
Cambios en el momento justo
La última parada fue Lanús. Duro en el primer tiempo, pero flojo en el segundo. Ibarra no dudó en meter mano para salir de la palidez: entraron Alan Varela y Martín Payero. El primero dio más calma y juego al mediocampo, pero el segundo se ganó definitivamente un lugar. Le cambió la cara al equipo para encarar el complemento con más voluntad que el rival de ganar los tres puntos. Del resto se encargó, nuevamente, Benedetto: Ibarra decidió su ingreso y él se lo devolvió empujando la pelota a la red a los 89 minutos.
Decisiones que van marcando a un ciclo que va tomando fuerza entre la unión, la predisposición de adentro, la visión de afuera, la fortuna y, por supuesto, los resultados.