Atlético Tucumán superó una prueba de carácter en el sueño de campeonato
El Decano suplió las ausencias y las lesiones, derrotó 3-1 a Estudiantes y se volvió a trepar a la cima de la tabla de posiciones, desplazando a Boca
Rearmar el rompecabezas, la primera prueba que debía superar Atlético Tucumán. Un plantel sin estrella y con las piezas contadas llegó a la cita con cuatro ausencias. El arquero Carlos Lampe se sumó al Decano después del estreno con Colón y se convirtió en un referente dentro y fuera de la cancha. Con 10 goles recibidos –los dos restantes se lo anotaron a Tomás Marchiori, anoche su reemplazante–, el boliviano es el arquero menos vencidos del campeonato. Convocado por la selección de su país siguió el juego desde París, donde el sábado jugó frente a Senegal. Orden, voz de mando y experiencia para un grupo que se diseñó con el objetivo de sumar y engrosar el promedio y a falta de seis jornadas es uno de los protagonistas que tiene desde el arranque la Liga Profesional: Atlético Tucumán es el club que más fechas estuvo en la cima.
Tampoco estuvieron Bruno Bianchi, el caudillo que siempre vuelve y cumple el tercer capítulo en Atlético Tucumán –acumulación de tarjetas amarillas, al igual que el lateral Martín Garay– y el artillero Cristian Menéndez, autor el lunes pasado de los dos goles en el éxito sobre Argentinos –también le anotó en el recorrido a Barracas Central y Colón–, que fue expulsado en la Paternal. Desde antes, el Decano ya no cuenta con el defensor Marcelo Ortiz y el carrilero Ciro Rius, lesionados. Demasiadas ausencias obligadas, a las que el entrenador Lucas Pusineri le sumó otras tres por decisión táctica: Renzo Tesuri, Ramiro Ruíz Rodríguez y Augusto Lotti, apellidos que fueron titulares en varios pasajes de las 21 fechas, esperaron su turno.
No modificó el dibujo Pusineri. Cambió pieza por piezas: Jonathan Sandoval se adueñó del lateral derecho, aunque apenas estuvo 25 minuto en el campo. Una lesión lo obligó a ser reemplazado por Tesuri y Francisco Di Franco, de 27 años, surgido de las inferiores de Boca –jugaba de delantero– inició el partido como volante externo y ante la emergencia retrocedió al lateral; Nicolás Thaller fue el primer zaguero central y en la ofensiva el estratego expuso una cirugía más profunda: atacó con Ignacio Maestro Puch y Mateo Coronel, dos juveniles que con velocidad saben explotar los espacios. Y ese resultó el argumento para abrir el marcador, después de superar dos sofocones: porque Marchiori le tapó un penal en movimiento a Leandro Díaz y en el rebote Mauro Boselli –el goleador de la temporada del Pincha, con 16 festejos– no pudo definir.
Se durmió Jorge Corcho Rodríguez en el mediocampo y Maestro Puch en la misma acción hizo el quite y la habilitación para Coronel, que corrió y sacó un remate que descubrió una tibia respuesta de Mariano Andújar; el guardavalla luego se redimió en un mano a mano frente al mismo atacante. Una acción, una jugada, una distracción del rival fue suficiente para que Atlético Tucumán destrabara el resultado. Sin embargo, al equipo que no le faltaba entrega y sacrificio, pero carecía fluidez en el juego, encontró en Díaz a su peor pesadilla: confeso simpatizante del Decano anotó con un remate de cabeza ante el descuido de Thaller y Di Franco.
Una nueva baja, lesión de Manuel Capasso, promovió dos cambios en Atlético Tucumán: el juvenil Nicolás Romero –cuarto partido– y Lotti, para responder en defensa al juego aéreo de Estudiantes. Pero el reparto le ofreció un rol protagónico, de primeras figuras, porque fueron partícipes del 2-1: pelotazo del zaguero, corrida de Coronel por la izquierda y definición del atacante recién ingresado, que marcó en su primera intervención. Y si en la Paternal el héroe fue Menéndez, en el Monumental el que se vistió con ese ropaje fue Lotti: con la conversión de un penal celebró un doblete y desató la fiesta del Decano que no quiere despertar del sueño.