Aquí mandan los Williams

Iñaki y Nico cierran su semana fantástica con una exhibición en la goleada al Almería. Soberbio partido de Sancet. Vesga cerró el festival.

Alfonso Herrán
As
Iñaki para Nico. Y el pequeño para el mayor. Tanto monta, monta tanto. Aquí mandan los Williams, ellos imponen su ley. La semana que se cierra mañana difícilmente se olvidará en casa de los hermanos del Athletic. Sueños cumplidos con Ghana y España y una participación estelar ante el Almería. El Athletic cabalga a lomos de sus centellas. Las dos ‘panteras’ se gustan. Al Athletic de Valverde le gusta la velocidad, meter la sexta en tres cuartos de campo y con espacios, se vuelve invencible. Tercera victoria seguida y cosecha con el mismo saldo, pero derrotista, en el caso del Almería. No convendría olvidar a Sancet, que parecía Magic Johnson, pase tras pase, a cual más fino, sin fallar ninguno, hasta la goleada.

Si Rubi pretendía meter el fuego de las piernas de los Williams en la cámara frigorífica, se olió que la cosa no iba a salir bien. Recibió una advertencia bien pronto de que los planes están para torcerse en fútbol, porque a los 37 segundos ya tenía Iñaki dando la murga en el área, con un remate que se fue desviado. El Almería trataba de entretener el balón entre las piernas de su poblada defensa y con alguna aparición en campo ajeno, como con un zapatazo de Samu que hizo intervenir a Simón. Pero los leones dispararon la cetrifugadora y que les echara un galgo quien pudiera. Sostener ese ritmo no está al alcance de muchos.

En pleno vendaval, Akieme barrió a Nico sobre la línea del área grande. El árbitro, debutante en la categoría y la primera vez que se ponía a impartir justicia con Athletic y Almería, no se percató y debe de andar con miopía González González o perdió la señal televisiva porque el VAR no le corrigió. Tal vez pasaron muchas cosas hasta que el juego se detuvo y rebobinar tanto tiempo se hacía complicado. Da igual, poco después Nico se sacó un centro de rosca y su hermano Iñaki anotó de cabeza, algo que no suele prodigar mucho. De hecho, es la octava diana que logra con la testa y nunca ha anotado más de una en una temporada. Los Williams culminando su semana perfecta.

El equipo indálico tenía un problema serio: los laterales Mendes y Akieme bastante tenía con fijar a su pares, Berenguer y Nico, como para abonarse al pluriempleo con los carrileros rivales De Marcos y Lekue. Y los interiores tenían lo suyo con la zona nuclear rojiblanca. Los puntas también andaban atareados. El fútbol no paraba, ritmo y más ritmo, vértigo.

Para los leones era una sensación refrescante y novedosa verse por delante a las primeras de cambio en casa. Pasó ante el Valencia y poco más. Eso aún enchufó más al equipo de Valverde, un equipo temible en la actual época en San Mamés. El ritmo en la recuperación y la búsqueda de la meta contraria es endiablado. A Rubi le saltó el plan por los aires. Quería maniatar el carril central y tapar las bandas, pero su gente se quedó a medio camino de todo: ni atacaban para retener las oleadas locales ni defendían o cerraban los pasillos. En esa duda de si echarse al frente o guardar la ropa, acabaron muriendo en la cuneta, en una defensa muy posicional, estática como una estatua. Les pilló la tormenta sin paraguas ni katiuskas. Solo Ramazani parecía ver con cierta nitidez lo que pedía el encuentro, a8unque sorprendentemente desfiló en el descanso.

Aunque los andaluces acumulaban mucha gente atrás, los espacios eran siderales. De Marcos metió un pase vertical y Sancet, que cuajó minutos de auténtica delicia, controló con maestría. Ese toque fue medio gol, la otra mitad llegó con un chutazo que casi ni vio Fernando. El Athletic no daba pausa, se jugaba mucho, y eso era una noticia funesta para Rubi y su gente. Si a los leones se les había echado en cara que una vez que se ponían por delante, no domesticaban la pelota y seguían despendolados, esta vez ya gobernando la contienda con mano firme. Enfrente había un bloque muy vulnerable. Frente al colmillo feroz de los bilbaínos, un pobre once con la dentadura postiza.

Rubi cambió en el descanso para ir aún a peor. Sacó a Ramazani y quiso a Sousa, un nueve más de referencia. Pero el guion era el mismo: sus chicos rehuían la pelea. Les seguían llegando en oleadas. Sancet se infló a filtrar pases entre líneas. Uno de ellos le llego a Iñaki Williams, que marcó el segundo, pero fue anulado por el detalle de su rodilla en fuera de juego al lanzar el pase. El cuadro almeriense dio alguna señal de vida con Sousa, que hizo trabajar a Simón. Otro tiro muy centrado. Siguió con los cambios Rubi: Batistao, Embarba... pero el panorama no cambió. Los Williams habían dado un golpe de Estado y nadie les quitó el mando. Cerraron su semana de gloria con una jugada a la inversa del 1-0: pase de Iñaki a Nico, que estuvo más vivo que Ely, y 3-0. Vesga cerró la sinfonía de penalti: 4-0. La fiesta no cesa en San Mamés.

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