Triunfazo de Boca

Con un doblete del pibe Langoni y tras un final infartante y polémico, se lo dio vuelta y venció a Atlético Tucumán, el puntero del campeonato.

Apenas 19 años. Sólo 1,72. Y diez minutos de gloria. El triunfo por 2-1 tiene todas esas características y también nombre y apellido: Luca Langoni. El pibe que entró a los 24 del segundo tiempo por Óscar Romero no se olvidará nunca más de esta tarde-noche en la Bombonera. Porque con esa altura, primero metió un cabezazo impresionante que se le clavó arriba a Lampe, para empatar el partido, para generar esperanza, para poner justicia en el marcador. Y luego, a los 42', cuando el 1-1 tenía gusto a poco, sacó un misil que fusiló al arquero boliviano, para desatar la locura de un estadio que explotó como hacía tiempo no pasaba.

En definitiva, el Xeneize ganó más que un partido. Ganó una final. Ganó su última chance de meterse en la pelea por la Liga. Y lo hizo en la adversidad. Acaso ahí haya que encontrar el valor de este triunfo. En que fue perdiendo gran parte del partido, en que se fue al entretiempo presionado por su gente, al ritmo del "movete, Boca, movete"; y en que terminó jugando un segundo tiempo a la altura, en el que justificó la victoria y en el que también alimentó la ilusión de un equipo que no venía dando este tipo de señales, que no invitaba a sus hinchas a entusiasmarse. Ahora, al menos, hay otras razones.

Es cierto que al equipo de Ibarra le costó mucho el partido. Sobre todo, en el primer tiempo. Y le costó otra vez desde el juego, desde la construcción, desde la generación. Sin embargo, en la segunda mitad, también se sobrepuso a eso y terminó jugando como había que jugar.

Atlético terminó ayudando, de alguna forma. Porque llegó a la Bombonera con los resultados de sus perseguidores a favor, pero con un solo plan: esperar y contraatacar. Hasta que apareció Langoni, el héroe inesperado, le venía saliendo bien. Porque uno de esos ataques le permitió marcar la diferencia, con una buena aparición de Augusto Lotti, quien marcó el 1-0 a los 16 del primer tiempo. Pero después, el conjunto tucumano sólo corrió, aguantó y sufrió, todo en partes iguales. Así, se olvidó de atacar. Y lo pagó.

Mucho tuvo que ver el hecho de que Boca se "movió" rápido. De hecho, Ibarra decidió el ingreso de Benedetto a los 12 minutos del ST. Y ahí el local no sólo empezó a atacar con dos nueves, Pipa y Vázquez, sino que soltó a los laterales, Advíncula y Fabra, casi como delanteros. Y de la mano de ellos y de Villa, el local llenó de centros a su rival. Pero sobre todo, lo acorraló, lo presionó contra su arco, lo derrumbó.
De tanto ir, tuvo premio, primero en ese centro de Villa que encontró a Langoni de cabeza. Y luego en esa otra definición del pibe, que le dio vida a Boca, que lo puso en la pelea y que le hizo ganar uno de esos partidos de quiebre. Porque más allá de ese penal que Zambrano cometió en el final dejándole el brazo a Maestro Puch (el VAR no llamó a Fernando Espinoza para que lo revisara), el equipo de Ibarra ganó en su última chance, alcanzó la línea de River (al que enfrentará en dos fechas) con 26 puntos y se puso a sólo dos partidos de Atlético. ¿Y ahora? Anoten al Xeneize, señores.

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