¿Qué le pasa a Darío Benedetto? Con más discusiones que goles, se desenfoca y Boca lo sufre por duplicado
Marcó apenas tres tantos en sus últimos 15 partidos, en un lapso en el que se cruzó con el Consejo de Fútbol y con su compañero Carlos Zambrano
Cuando en enero de este año se anunció con bombos y platillos que el operativo retorno era un éxito, todo el mundo Boca celebró que el mejor número 9 que tuvo el club después del retiro de Martín Palermo pudiera darse el gusto de vestir una vez más la camiseta azul y oro.
Sin embargo, con el correr de los partidos ese romance se fue deshilachando. No precisamente por su falta de eficacia (entre el 13 de febrero y el 14 de mayo marcó 9 goles en 14 partidos, lo que, incluso, le permitió mejorar su excelente promedio del ciclo anterior), sino por sus actitudes dentro y fuera del campo de juego.
Benedetto asumió un rol de referente y de ascendencia por sobre el plantel que, en apariencia, nadie le exigió. Y, entonces, comenzaron algunos banquinazos.
El 1° de marzo, tras la grave falta de respeto de Agustín Almendra a Sebastián Battaglia, en una práctica previa al cruce de Copa Argentina con Central Córdoba de Rosario, y la posterior desafectación del mediocampista, el delantero fue la voz cantante del plantel ante los medios. Y fue durísimo.
“Hay que respetar al entrenador y a los compañeros siempre. Agustín (Almendra) nunca entendió la camiseta que tenía puesta, y con él no hay vuelta atrás”, sentenció Pipa apenas aterrizó Boca en Córdoba. Y agregó: “Estamos tranquilos. Son cosas que iban a pasar, porque la situación no daba para más. Bancamos a muerte la decisión del entrenador y del Consejo. Es la correcta. Tenemos un grupo humano muy lindo”, cerró.
“Lo de Agustín ya no tiene vuelta atrás”, sentenció el ex Olympique de Marsella, que se presentó con un discurso crudo y claro desde la primera respuesta. Además, elogió a Battaglia porque reaccionó como un “caballero” frente a los insultos y aseguró que si era él quien estaba ahí, la reacción con el juvenil “era peor”.
“Hablamos muchas veces con Almendra, ya hubo otros problemas y había que cortarlo de raíz. Le sobra nivel para jugar, pero no mentalidad, trataron de ayudarlo y no lo aprovechó”, insistió. “Les tiene que quedar claro a los juveniles que la camiseta de Boca es grande como para estar de joda”, advirtió.
Según pudo averiguar por entonces LA NACION, el mediocampista había intentado lastimar al goleador en la práctica (“Dos veces fue a quebrarlo”, le confiaron a este diario) antes de insultar a Battaglia. De todas maneras, las frases que utilizó el futbolista ante la prensa fueron muy fuertes.
El 21 de abril, en medio del apático 1 a 1 con Godoy Cruz, criticó a sus compañeros a viva voz en la Bombonera. “¡Unos pelotudos! ¡Cinco minutos faltaban!”, vociferó el goleador cuando se iban al vestuario. Un micrófono captó esa frase, que el número 9 dijo tapándose la boca.
Apenas dos meses más tarde, el 26 de abril, caminó por la cornisa de la expulsión ante Corinthians en Brasil, por la etapa de grupos de la Copa Libertadores, por una discusión exagerada e innecesaria.
“¡Con él, no! ¡Vení conmigo, cagón!”, le repitió una y otra vez a João Victor, luego de recibir la tarjeta amarilla como consecuencia de quedar frente a frente con el defensor rival e incluso distanciarse con un cabezazo. Todo ocurrió después de que el defensor brasileño se trenzara en una acción con el “Changuito” Exequiel Zeballos.
La sacó muy barata. Pero por esa amonestación, el Pipa se perdió un partido clave para las aspiraciones de Boca en la Copa, frente a Always Ready, en la altura de La Paz. Fue una baja de peso que el equipo pudo resolver y, sin él, se trajo tres puntos de oro de Bolivia.
El domingo 5 de junio, Benedetto y Rojo se ausentaron sin aviso a una práctica de Boca. Sus excusas no conformaron al entonces DT Sebastián Battaglia, a quien no le tembló el pulso para sancionarlos y excluirlos del partido que Boca jugó tres días más tarde con Ferro, por la Copa Argentina.
Según pudo averiguar LA NACION, en su momento, Pipa había formado parte de los festejos de cumpleaños que había hecho el día anterior Iván Marcone, con quien fue compañero en Elche. Por su parte, Rojo fue visto en un boliche porteño esa misma noche.
Lejos de cualquier cuestionamiento, ambos profesionales acataron la medida y reconocieron su error. Con Battaglia, los actos, las formas y el respeto humano y profesional no se negociaron. “Dije en reiteradas ocasiones que teníamos reglas que cumplir y fui bastante claro en algunas cuestiones”, resumió el DT.
“Ayer nos trataron de perdedores, así que demostrémosle a estos hijos de puta que nosotros queremos ganar”, arengó a sus compañeros Benedetto, exactamente un mes más tarde. Fue antes de salir al campo de juego de la Bombonera, a intentar derrotar a Corinthians para avanzar a los cuartos de final de la Libertadores.
En ese momento no se sabía, pero los destinatarios de esa frase tan contundente no eran ni más ni menos que los integrantes del Consejo de Fútbol, con quienes el plantel había tenido una charla fuerte el día previo a un cruce determinante en las aspiraciones coperas.
Benedetto redondeó una de sus peores noches como futbolista profesional. Malogró tres situaciones clarísimas de gol (una de ellas, un penal que reventó contra un poste) y para colmo mandó a la segunda bandeja un remate en la definición, en la que el conjunto brasileño logró la clasificación y dejó a Boca en llamas.
El Pipa negó haberse dirigido al Consejo en esa arenga, pero en diálogo con ESPN expuso que, según su opinión, la sorpresiva salida del capitán Carlos Izquierdoz del equipo no fue por algo futbolístico.
“Me duele más porque soy su amigo. Por los clubes que pasé tuve varios capitanes, y si tengo que elegir a uno, lo elijo siempre a él. Es buena gente, trabaja, sabe defender a los compañeros, sabe pelear los premios, se cuida en las comidas, es un excelente profesional. Después, son decisiones de los entrenadores y no nos podemos meter. Yo creo que no fue una decisión futbolística. Creo que los 11 titulares que veníamos jugando demostramos que estábamos bien. Salimos campeones. Me duele mucho porque es una persona que quiero mucho. Pero son decisiones, y nosotros nos tenemos que romper el alma para seguir”, ponderó.
En esa misma entrevista destacó: “Si hay un penal, el sábado lo pateo. No me achico nunca. Aunque primero hay que ver si el técnico me pone. Yo nunca me pongo de titular. Esto es día a día. Pero me considero un jugador con personalidad como para volver a patearlo. Quedaría mal visto si no lo pateo”.
El destino quiso que, a los 7 minutos del partido con Talleres, de Córdoba, hubiera otro penal en favor de Boca, en la Bombonera. La pelota la tomó Benedetto. Y otra vez falló. En este caso, su disparo dio en el travesaño y regresó al campo de juego. Un verdadero déjà vu.
A todo esto se le suma el episodio de anoche, que no hace más que echarle más leña al fuego.
“Si nosotros estamos mirando la pelota cuando tiran los centros, nos van a hacer el gol, boludo. ¡Tomen marcas!”, les gritó Benedetto a sus compañeros, cuando todos se juntaron en el medio del campo después de un preocupante primer tiempo ante Racing.
Según pudo reconstruir este diario, a Carlos Zambrano no le gustó nada esa situación y se lo recriminó al Pipa en la manga, rumbo a los vestuarios. Allí mismo se trenzaron en una pelea, de la que fueron separados por sus propios compañeros y por personal de seguridad.
Cuando Boca ingresó para jugar el complemento, el rostro de ambos expuso las consecuencias de la pelea: el zaguero tenía un moretón en su pómulo izquierdo, y el delantero, marcas en su cuello, sus orejas y sangre en la parte inferior de su boca.
Ibarra, cara visible del trinomio técnico, dio su respuesta. Ante la consulta periodística, reconoció: “Sé que hubo una discusión en el entretiempo y nada más. Voy a averiguar qué pasó. No tengo la menor idea por qué motivo fue”. Luego, minimizó todo: “Siempre hubo discusiones en los planteles. Es parte del fútbol. Para mejorar tiene que haber discusiones”.
Lo que ocurre es que en el caso de Benedetto, su figura aparece con más frecuencia en situaciones ajenas al juego. Y a la vez, aquel excelente promedio de gol durante su primer trimestre del año (entre el 13 de febrero y el 14 de mayo marcó 9 tantos en 14 partidos, con un promedio de 0,64) se redujo considerablemente en los tres meses que le siguieron, en los cuales anotó apenas tres en 15 encuentros (un grito cada 5 juegos y un coeficiente de 0,333).