Nos faltó el plus
River dejó escapar una buena oportunidad de acercarse. Ganaba con un golazo de Solari y Tigre lo empató de penal. Rendimiento bajito.
Después, muchas veces, aparecen ratos de desconexión, como de cierta falta de argumentos para sostener, para entender cómo hay que jugar el partido y cómo evitar el crecimiento del oponente. Suele ocurrir a la vuelta del descanso que hay unos minutos de amnesia generalizada y permitimos que el rival vaya creciendo en confianza, se anime a ir para adelante y a soñar con imprimirle el sello de otro dueño al partido.
Cuando estamos en ventaja, tampoco somos sólidos ni confiables. Ni siquiera entendemos el partido que hay que jugar. Mucho tiene que ver con esto los niveles individuales, que también pasan por irregularidad.
En fin, una noche más en que queda de manifiesto que es un año así, ni fu ni fa, medianía, pretensión de sostener un juego que cuando se da tenemos alegrías y cuando no, hay que bajar las revoluciones, no volverse locos y aceptar que pasamos un momento en que somos más o menos como cualquier hijo de vecino, y además sin malicia. Somos un equipo limpio y noble, que no maneja los tiempos del partido o no gestiona el tiempo como se dice ahora... Cuando va ganando River los partidos son intensos, pero si vamos perdiendo no se juega más. Es el fútbol que tenemos y que la mayoría festeja.
De todos modos, el rival no generó nada. Nos metieron un gol de un penal que hoy se cobra pero por una mano sin intención e intrascendente. Pretender que los árbitros entiendan el juego es una pretensión extemporánea. Además si no cobra penal, se imaginan toda la semana el relato mediático... En fin, nos empataron de casualidad, pero nosotros no estábamos bien.
Después no tuvimos recursos para ganarlo. Fue un punto pobre, triste, deslucido. Como otra actuación nuestra en esos partidos chivos en los que se tiene que notar ese plus del que antes gozamos y hoy añoramos.