Mundial Qatar 2022: un grupo de trabajadores migrantes fue detenido mientras protestaban por impagos
Las manifestaciones se llevaron a cabo frente a las oficinas de una de las empresas encargadas de construir los hoteles para recibir la próxima Copa del Mundo
Este mes, al menos 60 trabajadores fueron detenidos por participar en una protesta poco habitual, ante las oficinas de Al Bandary International Group, una importante empresa de construcción y hostelería, según Equidem, una organización de derechos laborales con sede en Londres. De acuerdo con el organismo, algunos de los manifestantes, procedentes de países como Nepal, Bangladesh, India, Egipto y Filipinas, llevaban hasta siete meses sin cobrar, y la mayoría de ellos habrían sido enviados a sus hogares.
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“Por lo que sabemos, las autoridades han decidido deportar a todos los que estaban en la protesta”, afirmó el director ejecutivo de Equidem, Mustafa Qadri. “Estos trabajadores están protestando porque su empleador no les ha pagado... esto no es comparable con la Primavera Árabe”.
Un funcionario del gobierno qatarí informó en un comunicado que los manifestantes habían sido detenidos por infringir las leyes de seguridad pública y que el incidente estaba siendo investigado. “Todos los salarios y beneficios retrasados están siendo pagados por el Ministerio de Trabajo”, indicó el mensaje. “La empresa ya estaba siendo investigada por las autoridades por impago de salarios antes del incidente, y ahora se están tomando nuevas medidas después de que se incumpliera un plazo para liquidar los pagos de salarios pendientes”. Al Bandary no respondió inmediatamente a una solicitud de comentarios.
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Qatar, rico en gas, tiene una población de unos 2,8 millones de habitantes, de los cuales 1,7 millones son trabajadores extranjeros, según Amnistía Internacional. Como preparación para acoger el torneo, el primero en Oriente Medio, Doha puso en marcha un proyecto de modernización que incluía la ampliación de su principal aeropuerto y de los sistemas de transporte público y la construcción de estadios y hoteles.
El maltrato a los trabajadores migrantes en los países del Golfo Pérsico está bien documentado, pero Qatar, como anfitrión del torneo, ha sido objeto de un escrutinio más profundo. El emirato recibió este mes la aprobación para cambiar la fecha de inicio del torneo, una medida sin precedentes que permitirá a su selección nacional dar el puntapié inicial al Mundial por la noche con fuegos artificiales.
En 2020, el Departamento de Justicia de Estados Unidos acusó a Qatar de sobornar a altos cargos de la FIFA, el organismo rector del deporte internacional, a cambio de los derechos de organización del Mundial. Los funcionarios de la FIFA y los organizadores qataríes negaron la acusación.
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La protesta del 14 de agosto se produjo en medio de llamamientos para que la FIFA indemnice a los trabajadores por los presuntos abusos laborales sufridos en los preparativos del torneo. Grupos de derechos como Amnistía dicen que eso incluye muertes, lesiones y robo de salarios.
La FIFA miró hacia otro lado mientras miles de inmigrantes eran obligados a trabajar en condiciones “equivalentes al trabajo forzado”, escribió Amnistía en un informe este año. Además, la organización sostuvo que el organismo mundial concedió al país los codiciados derechos de acogida sin exigirle que reforzara las protecciones laborales.
“Todos estos abusos son profundamente opuestos a la imagen de la Copa del Mundo como una brillante celebración de la humanidad”, dijo Minky Worden, director de iniciativas globales de Human Rights Watch. “Estas son las personas que han construido literalmente la Copa del Mundo desde la base, desde el desierto. Ellos son los que deben recibir una compensación económica antes de que se juegue la primera pelota”, dijo.
Doha ha tomado algunas medidas para mejorar el trato a los trabajadores extranjeros después de que se le concedieran los derechos de organización en 2010. La capital qatarí ha revisado algunas de sus prácticas más controvertidas, como la adopción de un salario mínimo y la eliminación del sistema de empleo kafala del país, que otorgaba a los empleadores el derecho a impedir que los trabajadores abandonaran sus puestos de trabajo o el país. A los trabajadores no se les permite ser parte de sindicatos, y los que hacen huelga se arriesgan a ser deportados, según Worden.
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Las quejas de los trabajadores que construyen la infraestructura antes del mayor torneo de fútbol contrastan con el brillo y el glamour de la cima del deporte. La semana pasada, Paramount pagó la cifra récord de 1.500 millones de dólares para quedarse con los derechos de transmisión en los Estados Unidos de la UEFA Champions League, el torneo de fútbol de clubes más popular de Europa.
Arabia Saudita, otro país con un pobre historial en materia de derechos de los emigrantes, al parecer está intentando organizar la Copa del Mundo de 2030. El pasado fin de semana, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, se reunió con el gobernante de facto del reino, el príncipe heredero Mohammed bin Salman, para ver el combate de boxeo entre Oleksandr Usyk y Anthony Joshua.
La FIFA espera que el Mundial, que comenzará en noviembre, atraiga a 5.000 millones de espectadores en todo el mundo.
