¿Mucho? ¿Poco? Ganar siempre le sirve al Millonario, aunque el ideal parezca todavía muy lejano

En el regreso de Falcioni al banco del Rojo, el club de Núñez se llevó los tres puntos gracias a un gol agónico de Matías Suárez

El hincha, se sabe, necesita muy poco para renovar las ilusiones y ponerle pilas nuevas a su pasión. Al de Independiente, golpeado como pocos en tiempos recientes, le bastaron un par de noticias al hilo para volver a abrazarse a sus colores, llenar el Bochini y recibir al equipo con un nivel de euforia que desmentía la tabla de posiciones. La seguidilla comenzó con la confirmación de una fecha de elecciones, continuó con el anuncio de la renuncia de los denostados Hugo Moyano y Héctor Maldonado a ser candidatos en los comicios y se alargó con el contundente e inesperado 3-0 ante Colón.

Rapallini revisó un posible penal para River en el VAR; finalmente, desechó esa posibilidad
Rapallini revisó un posible penal para River en el VAR; finalmente, desechó esa posibilidadLA NACION/Mauro Alfieri

En ese contexto, el retorno de Julio César Falcioni a la dirección técnica fue recibido con cierta indiferencia, pero el Emperador se ganó los primeros aplausos con una decisión muy sencilla: mantener los mismos once titulares que había mandado a la cancha Juan José Serrizuela en Santa Fe, incluidos Milton Álvarez y Tomás Pozzo, dos eternos postergados por el entrenador durante su ciclo de 2021.

El arquero que dejó en el banco a Sebastián Sosa demoró apenas 8 minutos en justificar su lugar. Pablo Solari quedó suelto en el área después de un córner, recibió por detrás de todos y le pegó fuerte, cruzado y abajo. Álvarez reaccionó rápido y le tapó el remate.

Lo mejor del partido

La acción ocurrió durante el mejor cuarto de hora de River en la primera mitad. Con Enzo Pérez (tuvo que retirarse con un golpe en la rodilla a los 24) moviendo los hilos, Esequiel Barco (ovacionado por los hinchas del Rojo) ejerciendo de cuarto volante y Solari ofreciendo profundidad por derecha, la visita fue empujando a su rival hasta apretarlo contra su área, aunque solo fue para descubrir su endeblez a la hora de crear peligro.

Marcelo Gallardo va dando vueltas el equipo en busca de aquello que ha caracterizado su largo y fructífero ciclo: el espíritu alto en la recuperación de la pelota, la movilidad constante para jugarla y el talento individual para establecer diferencias. Es en este punto donde los altibajos son más notables y surgen las penumbras. Es un River de tono menor si se lo compara con la mayoría de los recientes, al cual es más sencillo cerrarle los caminos y de ese modo desanimarlo hasta que cede el dominio.

El gol de Suárez que definió el clásico sobre la hora
El gol de Suárez que definió el clásico sobre la horaLA NACION/Mauro Alfieri

Independiente se sabe hoy menos que los más poderosos y asume el rol que le toca cumplir. Con el esfuerzo general y el orden en el retroceso como banderas se las ingenió para pasar el sofocón, emparejar el desarrollo y asomarse a territorio adversario. Un gran pase de Alan Soñora a Leandro Benegas a los 23 fue la señal de que el partido había cambiado. El mendocino giró en la medialuna y su zurdazo rozó el poste derecho.

Pero el tiempo del Rojo también se agotaría pronto a partir de un déficit crónico: la falta de categoría de muchos de sus protagonistas. Los chispazos de Soñora o Pozzo en las transiciones ofensivas o algún enganche afortunado de Leandro Fernández suelen tener resoluciones poco acordes a la elaboración de la jugada y quedan en nada.

Las dudas que muestra Gallardo en la confección de este River indefinido quedaron expuestas en la segunda mitad. Percibido de la calidad limitada de los suyos quiso apostar por la jerarquía. Fue sumando a Nicolás De la Cruz, Miguel Borja y Matías Suárez, pero salvo unos minutos iniciales del uruguayo, la dinámica fue semejante a la de los primeros 45. Control del juego sin mayores argumentos que los desbordes de Solari y centros casi siempre ganados por el batallón de hombres vestidos de rojo que esperaban en el área.

Armani fue amonestado por reclamarle a Rapallini
Armani fue amonestado por reclamarle a RapalliniLA NACION/Mauro Alfieri

Tuvo sí a su favor River la constancia para proponer y la persistencia en acumular gente en los últimos metros. El premio que llegó en la agonía del encuentro contó con dosis de todos esos ingredientes. El enésimo centro, un rechazo corto, el remate de Bruno Zuculini (de muy buen rendimiento) que rebota y le cae muerto a Suárez para poner el 1 a 0. ¿Mucho? ¿Poco? Es algo que deberán evaluar Gallardo y sus jugadores. Ganar siempre sirve, aunque el ideal parezca todavía muy lejano.

La gente de Independiente despidió a su equipo entre aplausos, un indicativo de que al menos por el momento las sensaciones han cambiado. La derrota sobre la hora evaporó la euforia, pero la bronca y el “que se vayan todos” de meses recientes dejó paso a la extensión de un crédito renovado, ese que el hincha siempre guarda en el rincón más escondido de su pasión.

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