El Atleti sale en tromba

Excelente partido del portugués, que dio las tres asistencias de los goles del Atlético: para el doblete de Morata y el de cierre de Griezmann. Los del Cholo se exhiben en su estreno en Liga en Getafe.

Patricia Cazón
As
Agarrado a la música de Morata y João Félix presenta el Atleti sus candidaturas. Que llegaba el momento de demostrar que la pretemporada no ha sido solo un sueño de verano. Bajo la tarde soleada de este lunes le arrancaban los rojiblancos el forro a la 2022-23 con deslumbrante bronceado. Más altos, más fuertes, más guapos. La piel llena de victorias y goles. En tromba.

Los dos entrenadores estrenaban juguetes. Quique, al que le faltan aún muchas piezas, con Angileri y Duarte. Simeone, con Nahuel y Witsel y los pródigos Morata y Saúl, que si nada más volver estaban llamados a irse, ahí estaban los dos por delante de Griezmann y Carrasco, dándole al Atleti ese aire de viejo Atleti. Porque así salieron los rojiblancos. Dispuestos a acampar en el área de Soria, listos para el festival. Y las botas llenas de acordes.

Con presión, ambición, ataque directo y ni un respiro, de banda a banda. El Getafe por la pechera desde la primera pelota. Ordenados los dos equipos sobre una línea de cinco atrás, uno (el de Quique) apenas sacaba la cabeza ante esa alineación del Cholo que era declaración de intenciones, con linternas en cada línea. Porque salir con Witsel, Koke y Lemar era gritarle al mundo que quiere la pelota para tenerla y jugarla. Desde la línea de tres, con el belga dándole criterio desde el inicio y pasando por ese centro del campo con Lemar como cerebro ofensivo para llegar arriba, donde João se frota los galones y Morata, las botas. Con confianza es imparable. Con confianza es como el thunderstruck sonando muy alto. Puro rock atronador. Y con un lateral derecho de verdad, que hacía ya meses que el Cholo no podía decir eso. Y cómo agradece su pizarra el vértigo de Nahuel. Y la presencia de Reinildo, como siempre cortando caminos.

En el 15′, la orquesta del Cholo ya le había estallado a Soria los tímpanos y la red. El marcador abierto tras una combinación rapidísima, a la velocidad de un reel. Robó Lemar, condujo Saúl por ese carril que una vez fue castigo y hoy es oportunidad para encontrar a João. El portugués, de memoria y con caño, como si las piernas rivales no existieran, buscó a Morata que, con la zurda y desde fuera del área, remató con el pie y con el alma. Estoy aquí y he vuelto para quedarme. Por si alguien no se había enterado. Gol. El Getafe no se deshizo, sin embargo. Rascando con centros laterales y Maksimovic y Aleñá buscando a Ünal.

Porque a pesar de todos los buenos propósitos, el Atleti es cabra que tira al monte y, tras el gol, sintió el estómago lleno y sesteó a ratos. El descanso llegó con el Getafe en el área de Oblak, Mayoral dejándole un balón estampado en el larguero y la voz de Simeone, enfadadísima, retumbando como brotada desde un megáfono.

Griezmann, nueve meses después

De poco sirvió: al volver el partido todo siguió igual. El Getafe, con poco, ante Oblak. Un despiste entre Savic y Koke y Mayoral, en todas, le sirvió una pelota a Ünal que envió alta sobre Oblak. Quique olió un poco de sangre e introdujo a Portu, recibido entre aplausos que enseguida cortaron João y Morata. Daba Nelson Vivas las últimas instrucciones a Griezmann, De Paul y Carrasco, listos para entrar, cuando los dos volvieron a bailar para caer como losa sobre cualquier esperanza del Getafe.

Robó João y, de reojo, de nuevo a la velocidad de un reel, intuyó el desmarque de Morata y a su carrera envió el balón. El delantero se escapó y, con definición cirujana, lo depositó allá donde quiso: el fondo de la red. Tan fácil, tan rápido de piernas y de cabeza, tan importante. El fichaje es él. 9 de España y del Cholo.

Los cambios no variaron al Atleti: hombre por hombre y que el 0-2 no adormeciera. Pero si Iglesias se colaba por un resquicio para buscar la cabeza de un Mayoral que, inexplicablemente, solo ante Oblak, enviaba fuera, un minuto después a un rojiblanco le llenaba la cara una sonrisa con un tapón a sus pies. Era Grizi. Que cerró la tarde destrozando fantasmas, reencontrado con el gol nueve meses después, más que un parto. Sumándose a esa candidatura de goles e intenciones rojiblancas. Que el verano no ha terminado pero este fuego ya es de verdad. Y queda.

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