Causas y efectos del difícil momento de Boca

Sin rumbo futbolístico y sin nuevo DT a la vista, Boca está en una crisis orgánica de la que todos son responsables: Román, su Consejo, Ibarra y los jugadores.

Olé

¿Ibarra va a seguir siendo el DT?

Sí. A pesar de la durísima derrota con Patronato, de otra actuación de un equipo con brazos caídos y de una goleada que dejó a Boca a diez puntos del líder y, de yapa, con la valla más vencida de la Liga, el Negro mantendrá su puesto. “No hay ningún cambio previsto por ahora”, le dijeron a Olé desde el búnker de Ezeiza. El “por ahora” es un condicional a tener en cuenta, por supuesto. Pero ni el pedido viral de los hinchas bajo el hashtag #TraiganUnDT parece haber modificado la postura del Consejo, que hace apenas una semana, en la voz de Mauricio Serna, dijo que el club no estaba buscando un entrenador. Así, en principio, la idea sigue siendo que el ex lateral, Pompei y Gracián continúen hasta fin de año.


¿Qué puede precipitar un final de este ciclo?

La realidad es que toda continuidad, incluso la sostenida con dientes apretados, depende de los resultados. Y el caso de Ibarra no es la excepción. Su interinato, en tres semanas, ya está envuelto en crisis. Y a partir del sábado se viene una seguidilla de cuatro partidos que puede tener influencia directa en el proceso (para bien o para mal): Platense de local, Agropecuario por los octavos de la Copa Argentina, el clásico con Racing en Avellaneda y el Central de Tevez. Todos partidos de alta temperatura, que pueden ser bombas de tiempo o símbolos de paz.

¿Cuál es la responsabilidad de los jugadores en este presente?

Están en la mira. De la gente, que ve un equipo desalmado, sin espíritu de lucha. Y del Consejo, que en el reparto de culpas, le está apuntando también a la baja prestación de la mayoría. Es cierto que, en este caso, es otro escudo protector para Ibarra. Pero es indudable que los jugadores también tienen su parte. Hay bajos niveles individuales y errores marcados, sobre todo en la parte defensiva.

Existen atenuantes, sí: el desorden deportivo, la falta de un conductor hecho y derecho y hasta de un rumbo, más las polémicas contractuales, influyen en el desánimo y en el rendimiento. Pero también es verdad que el jugador de Boca debe imponerse a lo coyuntural: se debe a la camiseta y a la gente.

El libro de quejas de Riquelme

Sí. Ya la partida de Salvio fue un golpe duro para el equipo y luego, el conflicto por los premios previo a Corinthians, más la forma en la que Izquierdoz debió dejar el club, marcaron un antes y un después. Incluso, del plantel para con Ibarra. La declaración del Negro sobre el capitán (“Fue una decisión técnica”) generó desconfianza con el DT. Falta química. Hay descreimiento. Sobran dudas. Incluso, hay quienes piensan que los cada vez más habituales reemplazos de Villa durante los partidos tienen que ver con la negativa del colombiano a no extender su contrato hasta el 2026.

¿Cuál es la idea del CdF para lo que viene?

No está clara. Y esto también atenta contra el presente. No se sabe si la designación de Ibarra fue para ganar tiempo a la espera de otro entrenador con más chapa o una arriesgada apuesta para no “soltar el comando”. Pero la nueva designación de interino ya tiene todas las señales de una fórmula agotada. Los jugadores la entienden así y piden a gritos un entrenador. Los hinchas lo ven así y piden a gritos un entrenador. Muchos dirigentes de la sede Brandsen lo ven así y piden (por lo bajo) un entrenador. Pero por ahora, el Consejo no dio señales de tenerlo. Todos son rumores (¿Es cierto que quieren llegar a diciembre porque esperan a Beccacece? ¿O que buscarían convencer a Guillermo, con trabajo en Paraguay, para un regreso/salvataje?). No hay perfil, no hay búsqueda anunciada de un candidato. Y el “mientras tanto” está desgastando a Ibarra, a los jugadores y hasta al propio Riquelme, que pasó de ídolo intocable a dirigente cuestionado.

¿Es culpable Román de esta actualidad?

Por supuesto. Incluso, por encima de Ibarra y de los jugadores. Más allá de los resultados o de los cuatro títulos de la gestión, cuando se critica el proceder del Consejo, se habla de él. Quizás, como una forma de atenuar, de no personalizar. Pero Riquelme es el responsable absoluto de todo lo bueno que le pasa a Boca como de todo lo malo.

¿Y el presidente Ameal?

También tiene su responsabilidad. Es cierto que las pautas de su gobierno incluyeron, desde el vamos, la entrega de las llaves de Boca Predio (ergo, del fútbol del club). Sin embargo, como máxima autoridad, ese blindaje ya no lo salva. Incluso, cada vez más gente pone en tela de juicio su liderazgo. Y más allá de que está afrontando un difícil momento personal, su “no intervención” también está desgastando su gobierno.

¿La elección de un DT de jerarquía es la solución a los males de Boca?

No es garantía absoluta, por supuesto. Pero sí ordenaría el rumbo y establecería un horizonte deportivo. Incluso, hasta sería un incentivo para aquellos jugadores que deben definir su continuidad (Rossi, Rojo, Zambrano). Además, le daría otra estructura y planificación a la búsqueda de la Séptima en el 2023. Hoy, así, seguirán siendo más las preguntas que las respuestas.


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