Boca volvió a ganar por un Romero iluminado que hizo dos goles (uno espectacular), pero el equipo sigue sin generar nada. Si llega Cavani, ¿quién le va a dar las órdenes?
Suele pasar en las pochocleras que los protagonistas son mejores que la propia película. Romero metió un tiro libre sensacional, una maravilla, y después aprovechó la vez por partido que Villa levanta la cabeza y metió un cabezazo de ésos que definen el punto en un fútbol tenis. Pero además jugó muy bien, tal vez como nunca lo había hecho hasta ahora. Jamás fue un blanco fijo ni fácil de tomar, se movió bien, se hizo cargo del juego, armó una linda pared con Ramírez que no fue gol por poquito, la pidió siempre... Un partido completito. Lo mejor fue sin duda el tiro libre, no sólo por la calidad de la ejecución sino porque le dio a Boca cierta tranquilidad para manejarse en un contexto que no era fácil.
Boca venía de la catástrofe en Paraná, de la fallida negociación con Rossi y la gente -en redes sociales, en la calle, con sus mensajes a los medios- había empezado a mostrar su fastidio ante los desmanejos permanentes. Había pedido un técnico -el puesto sigue vacante- y fue a la Bombonera a ver qué onda. La expectativa por la decisión de Cavani desvió el foco, calmó los ánimos, y el gol del 1-0 hizo el resto. ¿Entonces no pasó nada? Sí, pasó.
Hubo aplausos para Rossi cuando salió a calentar y, cuando lo mencionaron en la formación, fue top junto a Varela. La popular sur lo ovacionó mientras La Doce pedía huevos: "Nosotro' alentamos/ pongan huevo/ que ganamos" (o sea: nosotros cumplimos con lo nuestro, ahora cumplan ustedes). Esta vez, eso sí, no hubo cantito para el arquero ("Rossi es de Boca, de Boca no se va"). Ibarra fue reconocido muy tibiamente cuando se lo mencionó al principio y el estadio estuvo muy lejos de la euforia al final. El equipo realmente transmite poco y nada. No repitió lo que había hecho contra Estudiantes. Como equipo ha involucionado años con respecto al de Battaglia, que había empezado a mostrar una idea con cierta continuidad. Ahora no se sabe a qué juega, si es defensivo u ofensivo, no se ven movimientos trabajados... Hubo, sí, una corrección en la formación: Roncaglia y Zambrano invirtieron su posición en la zaga, lo cual tácitamente es admitir el error de haberlos parado al revés contra Patronato. Y los highlights siguen dependiendo de algún solista (Romero, Villa, los más destacados). Demasiado poco para el material que hay. Aun cuando no interesa, el torneo está de regalo: basta con ver quiénes mandan.
Ah, un temita con Cavani. Si llega, es la incorporación extranjera más relevante de la historia, sin dudas. Cavani, aun este Cavani, es un fenómeno, un jugador de clase mundial, un elegido. Pero ojo: a no tapar el sol con un dedo. Cavani no es un salvador y Boca tiene urgencias en muchos otros puestos antes que en ése. El primero, un técnico serio que le dé las órdenes. (Perdón Negro querido, fuiste el mejor 4 que vi en Boca, pero no te imagino explicándole nada al uruguayo. Nada de nada) Inmediatamente después, hay que resolver el problema del arquero. Y buscar algún central confiable. Digamos, lo contrario de lo que se le vio a Roncaglia (Zambrano parecía Beckenbauer a su lado, con la gravedad que eso implica).
Termina una larguísima semana en Boca y empieza otra que, como condimento adicional, tiene Copa Argentina contra Agropecuario, que ya sorprendió a Racing -rival del próximo fin de semana-. Por favor, no estamos para más películas de terror, muchachos. Hagan una para reírse aunque sea un rato.