Boca: Darío Benedetto y un momento de tristeza que abre muchos interrogantes sobre su futuro
El delantero sería suplente ante Atlético Tucumán; no está centrado ni se lo observa cómodo en la Bombonera; todavía siente una carga muy grande de culpabilidad por los penales errados con Corinthians
Por eso es que, cuando todo hacía parecer que Benedetto volvería a la titularidad este domingo ante Atlético Tucumán, ahora lo más factible es que se siente en el banco de suplentes. Los golpes que se repartieron con Carlos Zambrano en Avellaneda, por la que fueron castigados internamente con dos encuentros sin ser convocados (cumplieron ante Rosario Central y Defensa y Justicia), generaron el enojo en Juan Román Riquelme y sus laderos, pero también mucha preocupación en el Nº9.
Así es como el entrenador dejó en claro que sacarlo de la burbuja de los partidos lo puede ayudar al atacante: “Se está recuperando de este momento. Creo que le vino bien descansar un poco y comprometerse con el grupo. Tiene que darle para adelante. Lo pasado, pasado. Ya está”, sentenció este jueves.
En estas horas se confirmará si será parte del once inicial. No obstante, aunque suene paradójico, poco importa. La prioridad del club está puesta en recuperarlo humanamente y, desde ahí, futbolísticamente. Ese descanso camuflado con la sanción se debe a que quieren que la pelea con el peruano sea lo último de esta versión que Riquelme no contrató a comienzos de año.
Porque lo valoran como profesional y le tienen un gran aprecio por haber dejado el fútbol europeo para potenciar a Boca. Y porque, según le contaron a LA NACION, saben que Benedetto no está pasando un buen momento personal. Está afectado mentalmente por lo que le fue sucediendo en la institución, pero también en aspectos de su vida privada.
Como si cada nuevo capítulo se desencadenara por el descargo de un conflicto anterior o situación pasada en el campo. De la impotencia. De que no está centrado ni se lo observa cómodo. Quizás, alimentado también por ese liderazgo que no controla. Por algo es que hace semanas trasciende la inseguridad de un 2023 con el “9″ en el plantel. Su retorno incluyó las ganas de revancha en la Copa Libertadores vistiendo la camiseta que ama, por lo que sería extraño que –con Boca ya clasificado a la próxima edición- pretenda escuchar ofertas.
La cuestión es tan profunda que, según le comentaron a este diario, el trabajo de la psicóloga del club está siendo muy fuerte. Una de las razones por las que tiene su mente tan desenfocada radica en las horas vividas entre el 4 y el 5 de julio recientes: la famosa reunión de los referentes ante el Consejo por el reclamo de una deuda de premios y su noche para el olvido en la eliminación copera ante Corinthians, errando el penal del primer tiempo y el quinto de la tanda, que pudo haber clasificado a Boca a cuartos de final.
Benedetto tiene una carga muy grande de culpabilidad. Se siente responsable directo de que el equipo haya quedado en el camino. Incluso, de que Sebastián Battaglia haya sido echado al día siguiente (pese a que fue despojado por la frase en la que dijo no ser escuchado en el pedido de refuerzos) y hasta del empujón que recibió Carlos Izquierdoz para dejar el club por ser la cabeza de aquel cónclave. Su conclusión le carcome la cabeza: de haber metido uno de los dos remates cree que todo hubiese seguido como estaba.
Encima, estuvo bajo la lupa por su arenga antes de salir a enfrentar a los brasileños: “Ayer (por ese 4 de julio) nos trataron de perdedores. Vamos a demostrarle a estos hijos de p… que nosotros somos ganadores”, fue el mensaje para los jugadores (y para el Consejo de fútbol liderado por Riquelme). Ese es el ejemplo: la rabia predominó y la presión de los penales lo condicionó. Y porque para el hincha fue un puñal escuchar cuando reconoció luego que “amagamos con no concentrar”. Quiere salir y se mete en otra.
Como cuando le apareció inmediatamente una nueva posibilidad desde el punto penal (con Talleres), quiso reivindicarse y la estrelló en el travesaño. Y el nulo funcionamiento de Boca con Ibarra lo exaspera más. Ante la cámara de la única entrevista que brindó se mostró entero, pero la frustración vive en él.
Nada se parece el Benedetto del primer semestre de 2022 (convirtió 10 goles en 19 encuentros) en comparación al de éste (no gritó en nueve de diez partidos). Se impone la reflexión para empezar de cero y volver al rol que mejor le sienta: la del goleador implacable.