San Lorenzo dejó a Boca al Rojo vivo

El Ciclón lo dio vuelta, le ganó después de ocho años y profundizó la crisis xeneize: Rojo festejó su gol con Izquierdoz y bajó un mensaje.

Olé

Fue un triunfazo de San Lorenzo. Porque lo construyó. Porque lo buscó. Porque lo quiso más que su rival. Por la entrega y el nivel de los pibes. Por el aporte de Torrico y Cerutti, los más grandes. Porque lo ganó desde el juego y la actitud. Porque se sobrepuso a la fea lesión de James y a un gol (bien) anulado por VAR. Porque lo arrancó perdiendo y lo dio vuelta. Porque lo sostuvo a pesar de un penal errado por Bareiro, autor del 2-1 final (el 1-1 parcial fue de Giay). Y porque le dio una alegría a su gente, justo en su casa, ahí donde llevaba siete meses sin ganar, y justo en un clásico ante Boca, al que no vencía hacía ocho años.


Fue un golpazo para Boca. Otro más. Ni siquiera el despido de Battaglia y el debut de Ibarra, como DT interino, cambiaron el escenario. Si el Xeneize venía de una semana para olvidar por la eliminación copera, por la crisis plantel-Consejo y por la polémica decisión de sacar a Izquierdoz del equipo titular, ante el Ciclón tuvo un partido para borrar.

Porque a su flojo nivel individual y colectivo, se le sumó una actuación que, desde la actitud y el compromiso, no tuvo el espíritu de revancha por lo que pasó en la Libertadores. Y para colmo, Rojo, con su gol, le sumó fuego al fuego, al ir a festejarlo con el borrado capitán...

San Lorenzo tuvo ante Boca un partido que su gente pedía hace tiempo. Y no sólo por la pica con el rival. Fue, en general, el mejor encuentro del ciclo Insua. Desde el comienzo, se impuso a Boca en juego y en situaciones. Y por supuesto que lo pudo ganar por más. Eso hizo que Rossi se convirtiera rápidamente en la figura del Xeneize. Y también, que el nivel de Zambrano, de flojísima actuación (al igual que Rojo), expusiera todavía más el costo de la salida de Izquierdoz.

Mientras Boca tuvo sólo ese cabezazo de Rojo para el 1-0, San Lorenzo en el primer tiempo generó cuatro tapadas decisivas de Rossi y dos goles, uno bien anulado por el VAR, debido a la falta previa de Rosane a Varela, en el inicio de la jugada.

​El Boca de Ibarra, entonces, tuvo un estreno preocupante.Sufrió por adentro y también por afuera, ya que Advíncula y Fabra no hicieron pie contra los tándems Giay-Cerutti y Fernández Mercau-Barrios. Y en la elaboración, el ingreso de Ramírez no tuvo influencia alguna, al punto que la gente de San Lorenzo arrancó con fuertes silbidos para él, por su salida del club, y al final lo terminó ignorando, por su intrascendencia en el juego.

¿Y Óscar Romero? El paraguayo, en su nueva función de enganche, también se vio controlado por la marca. Así, el Xeneize fue un equipo partido, sin fortaleza espiritual y sin rebeldía para levantarse rápido de la eliminación en octavos de la Libertadores. Eso no le quita méritos al local, que lo atacó siempre, con continuidad, con intensidad y que le generó muchas situaciones, con un picante Cerutti y un criterioso Elías.

Excepto los cinco primeros minutos del segundo tiempo, en los que Torrico se la sacó de tiro libre a Romero y Benedetto falló un gol increíble en el área chica, Boca siempre pareció lejos de ganar el partido. Siempre estuvo más cerca de perderlo. Y hasta pudo caer por más, teniendo en cuenta ese penal fallado de Bareiro, tras el penal de VAR que le sancionaron a Rojo por falta a Braida.

No le funcionaron ni los cambios

Ni siquiera los cambios de Ibarra modificaron el andar de Boca. El nuevo DT metió a Zeballos y Orsini por Ramírez y Varela, y rompió el 4-3-1-2 por un 4-2-4, con el Chango y Villa bien abiertos y Pipa y el ex Lanús por adentro...

​Sin embargo, el equipo no llegó más. Al menos, no con peligro. No producto de esa modificación táctica. Perdió la pelota, no tuvo juego interior ni exterior y se diluyó en su propia impotencia, con un Benedetto desconocido, sin peso y sin influencia alguna. Si su olvidable noche contra Corinthians y esta crisis desatada con el Consejo a partir de su arenga pedía otra actuación suya, pues en el Nuevo Gasómetro no ocurrió.

San Lorenzo resistió en el final con un 5-4-1 (con solo Bareiro arriba). Y también lo hizo bien. Al final, festejó a lo grande. No es para menos. De la mano de los pibes, bajó a Boca, profundizó su crisis y se lleva una victoria de resurrección...


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