Nadal pasa cuartos por octava vez con el rodillo

Nadal gana por la vía rápida al neerlandés Van de Zandschulp y se mete por octava vez en cuartos. Se enfrentará el miércoles al estadounidense Fritz.

Nacho Albarrán
As
Da gusto ver avanzar a Rafa Nadal con facilidad, sin mucha oposición en un Grand Slam. En otras épocas, se daba por sentado, ahora alegra más porque el balear venía de sufrir por su maltrecho pie izquierdo, con esas infiltraciones, inaguantables para cualquiera, que él aceptaba como peaje del éxito. Así fue campeón por 14ª vez en Roland Garros. En Wimbledon camina sin dolor y eso repercute en su juego, que ha alcanzado, a estas alturas, la velocidad de crucero, y aún puede mejorar. Este lunes pasó su legendario rodillo en octavos con otra victoria solvente (75ª suya sobre hierba), esta vez ante Botic van de Zandschulp, al que superó entre sets (6-4, 6-2 y 7-6(6)) y 141 minutos. “Continúo por un camino positivo. Pensar que estoy en cuartos después de tres años sin jugar aquí, es asombroso para mí”, dijo.

El miércoles se enfrentará en esa ronda que alcanza por octava vez en el torneo, 47ª en Grand Slams, a Taylor Fritz, que hace unos meses aprovechó la lesión costal del balear en Indian Wells para ganarle en la final. El estadounidense, que está fuerte, venció al australiano Jason Kubler por 6-3, 61 y 6-4 en dos horas. “Es un campeón de Masters 1.000, pero qué voy a esperar a estas alturas”, expresó Rafa.

Nadal, tercer jugador que llega tan lejos en el torneo con 36 o más años en la Era Open (desde 1968), tras Federer y Rosewall, se impuso a Van de Zandschulp desde el saque, con altos porcentajes de acierto y de puntos ganados, y por su exquisito trato de bola (17 errores no forzados, la mitad que su rival). El neerlandés, de 26 años y 25º del mundo, no brilló, también hay que decirlo. Tuvo tres oportunidades de quiebre y convirtió dos, en el inicio y en el final de la tercera manga, los únicos momento de despiste del español, que resolvió la situación en el desempate. Antes había hecho una volea magnífica desde muy abajo, que celebraron él y todo el público de la Central. Pese a acumular 11 aces, Botic, que intentó meterse en el partido demasiado tarde, perdió cinco veces su servicio.

Camino esperanzador

Aun así, pocos peros se le pueden poner a la actuación del manacorí (más allá de algún fallo cerca de la red), que está a dos, por cierto, de llegar a los 500 saques directos en Wimbledon. Se le ve cada vez más dinámico en los movimientos y fino en el golpeo. Si nada se tuerce, va enfilado y con ganas de hacer algo grande, como en Melbourne y París, con la diferencia de que aquí, además, está mucho mejor físicamente. De Nadal siempre puede esperarse lo mejor.


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