Marcelo Gallardo cumplió 400 partidos como DT millonario y lo festejó con pinceladas del estilo que más le gusta
River se impuso por 1-0 con gol de Lucas Beltrán; debutaron Pablo César Solari y Miguel Borja
Tras el aire que tomó en el triunfo por 3-0 ante Barracas Central en Copa Argentina y la desilusión del empate 2-2 con Vélez en Liniers, el Millonario tenía que ganar. Era una obligación. Claro, debía sostener y potenciar los tramos de buen juego que había mostrado en ambos encuentros era importante, pero también conseguir ese resultado positivo que le permitiera crecer con otro semblante. Y lo logró en el momento justo, ya sin demasiado margen de error.
Gallardo x 400
Sosteniendo el 4-1-4-1 que se desdobla en un 4-3-3, River nunca pareció tener el partido fuera de control, pero fue de mayor a menor en el primer tiempo. Empezó enchufado, con intensidad y profundidad. Mostró buenas conexiones entre sus laterales y mediocampistas y una interesante circulación de pelota para acercarse al área rival, pero le faltó agresividad y profundidad, apostó mucho a los remates de media distancia y, ante la dificultad, terminó abusando del pase largo hacia el inagotable Beltrán. Así, además de un cabezazo de Gómez que se estrelló en el travesaño en un córner, probaron Palavecino, Zuculini y Simón desde afuera del área con remates que se fueron cerca o hicieron esforzar al arquero Rey.
Con el correr de los minutos, Gimnasia fue resistiendo con un sólido 4-4-2 a la espera de una recuperación o un error para atacar rápido y largo. Y pasó el tramo más duro hasta acomodarse mejor. Las conexiones entre Palavecino y De La Cruz por izquierda dejaron de tener tanto peso y ni Aliendro ni Simón por derecha consiguieron profundidad por derecha. Y el Lobo, entusiasmado, hasta hizo revolcar a un seguro Armani con una acción individual de Sosa por la derecha.
Pero, curiosamente, en el mejor momento del visitante, el equipo de Gallardo encontró la apertura del marcador. Tras un centro de Simón por la derecha, Beltrán capturó un fallido despeje de Morales en el área y sacó un derechazo cruzado inatajable para inflar la red, hacer explotar al Monumental en un grito de desahogo y estampar el 1-0. El gol fue un premio al mérito: el delantero de 21 años hace un trabajo sucio incansable. A pesar de luchar muchas veces en inferioridad numérica, atropella a los defensores, aguanta la pelota, pivotea de espaldas, descarga y suele salir a jugar hacia los costados para acompañar. Mucho más que un simple centrodelantero.
Con el tanto a favor, el segundo tiempo fue diferente. River ganó confianza y seguridad. Se asoció más y mejor, con otra prestancia y con dos muy buenas tareas de Aliendro y Palavecino, los dueños de la pelota en el mediocampo. Gimnasia, sin tener el balón, no tuvo mucho por hacer. Esperó un momento que nunca llegó y sintió la intensidad que le propuso su rival. Así, el Millonario fue ganando terreno con el correr de los minutos y apostó por seguir buscando el arco rival con más espacios. A diferencia del partido pasado en Liniers, logró manejar el partido con el resultado positivo, pero no pudo concretar el 2-0 y hasta el final pareció estar al límite. La diferencia con el domingo pasado fue que, salvo alguna jugada aislada, el Lobo no tuvo la determinación necesaria que tuvo Vélez para rescatar el empate.
Lo mejor del partido
A los 15′, antes de las variantes que dispuso Gallardo, River tuvo la ocasión más clara del segundo tiempo tras un desborde de Casco y un remate de Palavecino que tapó Rey. Tras esa jugada, Gallardo, para buscar ese gol aliviador, renovó el ataque con el debut del extremo Pablo Solari en lugar de Simón y el ingreso de Barco por De La Cruz. Luego, a falta de 20′, también se produjo la presentación del colombiano Miguel Borja en lugar de un Beltrán que se retiró exhausto. El equipo ganó aire, pero perdió conexiones. Pasó a jugar más largo y directo con sus incorporaciones más recientes. Verticalidad pura.
De esa manera, el Millonario estuvo cerca de ampliar la ventaja con los destellos individuales de Barco, los desbordes de Solari, los remates de Palavecino y la inquietante presencia de Borja en el área, pero no estuvo lo suficientemente resolutivo para concretar. Mereció el 2-0 por impulso, agresividad y prestancia ofensiva, pero siempre se topó con el arquero Rey o alguna imprecisión propia. Pero con el 1-0 le alcanzó. River necesitaba ganar. Renovarse. Reencontrarse. Volver a sentirse confiable. Y lo logró. Ahora, la escalada en la Liga está en sus manos.