La maldición del 9
Romelu Lukaku regresa a Italia después de una rara y decepcionante campaña en el Chelsea, un club que no acierta a dar con la tecla en cuanto a delanteros se refiere. Es la herencia maldita que Abramovich deja a Boehly.
Con la incorporación el verano pasado de Romelu Lukaku el gasto de Roman Abramovich ascendió hasta los 571 millones de euros. El caso del belga es un buen ejemplo de la maldición que en Stamford Bridge tienen con el nueve. Fichado en 2011 procedente del Anderlecht, el entonces atacante de 17 años no encontró su sitio. Le fue bien en las cesiones al West Bromwich Albion y al Everton, donde se marchó permanentemente después de que los liverpulianos abonasen 33 millones al Chelsea. Después de una campaña exitosa con el Inter a las órdenes de Antonio Conte, en Londres pensaron que ahora sí, que ahora tocaba. Pagaron 115 millones de euros nuevamente por él, y hoy se ha hecho oficial su regreso a Milán por 10 millones. En efecto. En un año, y con estas dos transacciones, los de Londres se han dejado 105 millones por el camino.
Pero Lukaku solo es el último nombre de una lista de futbolistas que no terminaron de cuajar en Stamford Bridge. Pese a sus exitosas carreras en otras partes, hay delanteros a los que les ha pesado el escudo del Chelsea. Timo Werner aún puede remediar su discreto primer curso, si es que no acaba saliendo. Otros como Gonzalo Higuaín, Olivier Giroud, Álvaro Morata no tuvieron tanta suerte. Ni Daniel Sturridge, ni Fernando Torres, ni Nicolás Anelka, ni Hernán Crespo, ni Mateja Kezman, ni Andriy Shevchenko, ni Adrian Mutu, ni Claudio Pizarro, aunque este último por lo menos llegó con la carta de libertad procedente del Bayern. Ni futbolistas emergentes como el mencionado Lukaku, ni Loïc Remy, ni Demba Ba. Ni jugadores en el ocaso de sus carreras como Samuel Eto’o. Tampoco funcionaron las cesiones de Pato y Falcao en 2016 y 2015 respectivamente.
Didier Drogba, el último gran delantero
Leyenda viva del club. Incluido también en el salón de la fama de la Premier League. Didier Drogba lideró a un Chelsea histórico a base de carreras y goles. Anotó 164 en 381 partidos con la camiseta azul, ganando cuatro FA Cups y tres Copas de la Liga, así como tres ligas entre 2005 y 2012. En 2015 regresó al equipo para volver a conquistar la Premier League. Coincidió entonces con Diego Costa, otro de los delanteros que han sorteado la maldición que Stamford Bridge impone sobre sus delanteros. El hispanobrasileño llegó procedente del Atlético de Madrid y cumplió con lo que se esperaba de él, aunque su regreso a la capital española dejó un sabor amargo en los paladares de la capital inglesa.
La mayor actuación, el techo al que nadie ha llegado fue la final de la Liga de Campeones de 2012. La final de Drogba. En Munich, contra el Bayern, el Chelsea parecía un mero invitado a la fiesta bávara.
Sobre todo después del gol de Thomas Müller a ocho minutos del final. Pero Drogba se echó el equipo a la espalda. Todo el peso ofensivo del equipo londinense pesaba sobre sus hombre, y aún así saltó más que nadie en un saque de esquina en el minuto 88 para igualar la contienda con un poderoso cabezazo. Cech detuvo un penalti en la prórroga, y otros dos en la tanda. Fue, ya lo saben, Drogba, quien convirtió el definitivo. El que daba al Chelsea la primera Copa de Europa de su historia. 571 millones después, en Stamford Bridge no han encontrado todavía a ningún delantero capaz de tomar el relevo del costamarfileño, que se marchó a la MLS antes de colgar definitivamente las botas. Esa es una de tantas cuentas pendientes para el nuevo propietario Todd Boehly, encontrar un delantero de referencia para que el Chelsea vuelva a competir entre los mejores