La historia detrás de la salida de Carlos Izquierdoz, el líder positivo que Boca dejó ir por un contrapunto económico
Fue desafectado del equipo por el Consejo de Fútbol, luego de una discusión relacionada con los premios del plantel; ya tiene club
En esa confesión en forma de monólogo, Carlos Izquierdoz resume su forma de ser, que caracterizó sus cuatro años en Boca: compromiso, esfuerzo, profesionalismo. Virtudes que antes habían valorado Atlanta, Lanús y Santos Laguna, de México. Ahora, esa calidad humana que siempre impuso por delante del futbolista, será disfrutada por Sporting Gijón, de la segunda división española: su propietario es el Grupo Orlegui, el mismo que lleva adelante los caminos de la entidad mexicana en la que tan bien anduvo “Cali”.
Así fue confirmado por Mauricio Serna, ahora integrante del Consejo de Fútbol, durante este comienzo de la tarde en diálogo con DirecTV: “En las próximas horas se estará cerrando todo el tema para que continúe su carrera en España. Él nos ha pedido ser transferido”. Una vez que se terminen de definir esos últimos detalles del acuerdo, trascenderán los números definitivos de la venta.
En estos cuatro años en Boca jugó 146 partidos, marcó 7 goles y dio 5 vueltas olímpicas: Supercopa 2018, Superliga 2019/2020, Copa Diego Maradona 2020, Copa Argentina 2020 y la Copa de la Liga Profesional 2022.
Su salida del club de la Ribera se da en un contexto extraño. El 30 de junio pudo irse libre, pero dos días antes firmó una mejora salarial y la institución anunció su continuidad hasta fin de año.
Pero todo voló por los aires tras la eliminación ante Corinthians, por los octavos de final de la Copa Libertadores, ocurrida el 5 de julio. Aunque nadie lo diga en voz alta, Izquierdoz fue desafectado del equipo titular por haber peleado los premios de sus compañeros, una tarea frecuente que suele recaer precisamente en el capitán o en aquel que tenga la mayor ascendencia sobre el grupo. El Cali cumplía ambos requisitos.
De hecho, hace exactos 12 meses el hombre nacido hace 33 años en Bariloche había pregonado con el ejemplo, validando otra vez aquello de ser y parecer. A pesar de ser uno de los mayores (edad mayor a 23) elegidos por el técnico Fernando Batista para representar a la selección argentina en los Juegos Olímpicos de Tokio, él priorizó Boca.
“Nunca aclaré lo que pasó con el tema de los Juegos Olímpicos. Se habló mucho, pero en ningún momento salió nada de mi boca”, explicó recién en septiembre, en conferencia de prensa. Y agregó: “Hablé con el entrenador en su momento. Me dijo que existía la posibilidad de que fuera a los Juegos como mayor. Fue algo que dialogamos con la gente del club: el momento era complicado, tenía que jugar octavos contra Mineiro, después había un Superclásico e iba a llegar muy justo”.
Más tarde, le dio paso a una íntima confesión: “Yo me moría por ir a los Juegos, realmente. Nunca jugué en la Selección, ni en juveniles, y es el sueño que tengo desde chico. Hay momentos que hay que tomar decisiones en frío, ver que es lo mejor, y el club apostó muchísimo en mí cuando yo estaba en México. Yo me debía al momento importante que se venía, Carlos (Tevez) se había ido, yo iba a quedar como capitán y no iba a ser el mejor mensaje de mi parte si en los octavos de final me iba a otro lado. Mis compañeros me podían reprochar la situación. Se charló mucho. Lo hablé con mi familia. Me dolió quedar afuera, pero ya está. A veces hay que agachar la cabeza y meterle”.
Un dato más: el 13 de marzo de este año, el Cali sufrió en el partido ante Estudiantes la fractura de la base del quinto metatarsiano del pie izquierdo. Fue operado apenas el club consiguió los clavos necesarios, que, al ser importados, se demoraron más de la cuenta en llegar a la Argentina. Todo hacía prever que su regreso a las canchas se daría a los tres meses, pero un trabajo especial realizado por el cuerpo médico del plantel -sumado al profesionalismo del jugador- hicieron que vuelva al primer equipo a los 48 días, tiempo récord para una lesión de ese estilo.
Se repite: no existían motivos futbolísticos para que Izquierdoz emigrara ya de Boca. Es algo que, incluso, expuso Darío Benedetto durante la semana pasada, cuando declaró en ese rumbo. Aunque también habla bien de él su gesto de hacerlo ahora. Porque su salida le dejará dólares frescos a la tesorería del club. Si se hubiera marchado a fin de año, hubiera sido como agente libre y a la institución de la Ribera no hubiera ingresado ni un centavo. De hecho, su reemplazante fue Carlos Zambrano, que tuvo actuaciones bajísimas en las derrotas ante San Lorenzo y Argentinos, y el triunfo contra Talleres.
Un Consejo de Fútbol poco habituado a la confrontación y con inexperiencia para las discusiones referidas a contratos, renovaciones y premios, prescinde de los servicios de un profesional que, fundamentalmente, el grupo de profesionales que integra el plantel extrañará y que tendrá en reemplazarlo una difícil tarea. La capacidad de liderazgo, sobre todo cuando es un liderazgo positivo, no es algo que se fabrica o se impone.
Gastón Ávila, que este miércoles 20 también hizo las valijas (se incorporará al Royal Antwerp, de Bélgica) expuso el impacto que generó la decisión del Consejo de correr a Izquierdoz: “Es el capitán que a todos les gustaría tener en su equipo. Es una persona derecha, entrena y se alimenta bien. Es un ejemplo de todos los pibes. Su salida fue un baldazo de agua fría para todos: los chicos, el grupo y la gente”.
De todas maneras, alguien que comparte la intimidad del día a día del plantel confía: “Cali es todo lo opuesto a la gente que hoy maneja el fútbol de Boca. Es demasiado sano como persona y como profesional”. Con personalidades tan antagonistas, sólo el gran objetivo de alzar la Libertadores hacía más llevadera una convivencia imposible en el largo plazo.
En el Boca de hoy se hace lo que dice el cuarteto compuesto por Jorge Bermúdez, Raúl Cascini, Marcelo Delgado y Serna, liderados por el vicepresidente Juan Román Riquelme, o hay consecuencias. En el caso del zaguero, como en otros casos en el pasado, ocurrió lo segundo.
Es infrecuente. Querido por compañeros, empleados, dirigentes e hinchas, Izquierdoz tuvo que hacer las valijas antes de tiempo. El “No te vayas Cali”, con el que lo saludaron en su ingreso a la Bombonera del último sábado, antes del triunfo contra Talleres, no pudo concretarse.
Fiel a su perfil bajo, no hizo ninguna declaración fuera de lugar. En un posteo en Instagram sólo se limitó a dejar en claro su forma de ser, para cruzar versiones que habían dejado trascender desde el mismo club, en relación a un supuesto pedido de premio en caso de perder la serie contra el conjunto brasileño.
“En 15 años que juego al fútbol jamás tuve un problema con alguien. (Salvo Mineiro). No crean todo lo que se dice. Si acepté quedarme hasta diciembre fue solamente porque quería ganar la copa y lo mismo corre para mis compañeros. Una pena que no se dio. Pero no me quiero ir y que piensen cosas que no son”, resumió ante la versión de que el reclamo de los jugadores era porque no estaba claro el monto a percibir .
Más allá de que el máximo objetivo de todos en Boca era ganar la Libertadores, hasta que se confirmó la derrota con Corinthians por penales, nada hacía suponer las salidas del técnico Sebastián Battaglia, primero, y de Izquierdoz, después. Demasiados cimbronazos en tiempos de tristeza deportiva, en los cuales suele recomendarse unirse más que antes para salir todos juntos adelante.