Julio César Falcioni vuelve a Independiente con el modesto objetivo de sumar puntos para no mirar los promedios en 2023
Apenas siete meses después de que las mismas autoridades lo despidieran, regresa al Rojo un DT que aporta soluciones... pero recibe miradas desconfiadas de los hinchas
La duración del vínculo del Emperador será de un año. Por entonces, el club ya tendrá una nueva comisión directiva, la que elegirán los socios en los comicios del domingo 2 de octubre. El tercer ciclo de Falcioni en el Rojo comenzará frente a River en la 12ª fecha, ya que este lunes, ante Colón en Santa Fe y por la jornada 11, se sentará en el banco Juan José Serrizuela.
Justamente el conjunto sabalero es protagonista accidental del curioso cruce de caminos que vivieron este año el ex entrenador campeón en Boca y Banfield y su colega Eduardo Domínguez. En el pasado verano ambos intercambiaron sus puestos y ninguno de los dos salió favorecido por el trueque. Falcioni fue despedido el 7 de julio, luego de que Talleres eliminase a Colón en uno de los octavos de final de la Copa Libertadores, y Domínguez renunció apenas quince días más tarde, tras la derrota contra Racing en el clásico. Ni uno ni otro lograron sumar siquiera 45 por ciento del total de los puntos en disputa.
La recontratación a Falcioni sirve para entender el grado de confusión que ha vivido Independiente en los últimos meses. Durante toda su gestión, ni Moyano ni Héctor Maldonado, su mano derecha y secretario general, creyeron en la necesidad de contar con un director deportivo, mánager o semejante. Sin embargo, dos meses antes de la fecha original de elecciones –19 de diciembre de 2021– ficharon a Daniel Montenegro, un referente para los hinchas, en una maniobra destinada a sumar voluntades en su favor. Rolfi, con un gusto futbolístico distinto al de Falcioni, y a la vista de los números del año pasado (21 triunfos, 14 empates, 15 derrotas, con 51,33% de eficacia) y la no clasificación para la Copa Libertadores 2022, optó por buscar otro entrenador.
La dirigencia aceptó de mala gana su postura, y nunca apoyó de manera decidida la gestión de Montenegro ni la de Domínguez. Entre promesas de inversores nunca cristalizadas, fichajes “cerrados” que no llegaron a ningún puerto (Rodrigo Aliendro, por ejemplo) y renovaciones de contratos negociadas mal y tarde (con la de Domingo Blanco como la más destacada), la actitud de la directiva del Rojo hacia los principales encargados del fútbol profesional orilló el boicoteo. En ese contexto, el llamado urgente a Falcioni y su ayudante Pedro Damián Monzón, que se fueron de Avellaneda en malos términos con Rolfi, sonó a provocación. Los dos manifestaron su voluntad de regreso, pero con la condición de no tener que tratar con Montenegro. La renuncia de este dejó abierto el camino.
Falcioni, por otra parte, era uno de los pocos entrenadores que cumplían los requisitos básicos para no temerle a la brasa ardiente que es hoy el Rojo. Estaba libre, tiene experiencia y pedigrí suficientes, no es especialmente caro para las empobrecidas arcas del club, conoce el plantel –lo cual ahorra tiempo de adaptación– y, sobre todo, estaba dispuesto a volver para concluir la tarea que había dejado inacabada hacía siete meses.
En esta ocasión, además, es muy probable que el Emperador ni siquiera sea tan discutido por los hinchas como lo fue en sus anteriores ciclos. A los simpatizantes del Rey de Copas, resignados a una actualidad muy dolorosa, los preocupan tanto como el andar del equipo o más las elecciones y lo que ocurra a partir de ellas. A fuerza de golpes han asumido que, dado el bajo nivel mostrado, no se puede pedirle más que una buena cosecha de puntos para no afrontar 2023 mirando la tabla de los promedios.
El domingo 7 de agosto y contra nada menos que River, Julio César Falcioni tendrá su tercer debut en el banco de Independiente. Con su estilo futbolístico, tan alejado del paladar del hincha rojo, su trabajo principal en los quince partidos que restan para el final del torneo estará centrado en evitar padecimientos futuros, un objetivo muy menor para un entrenador que lleva ya diez años sin saborear el éxito.