Insólita definición de la Wikipedia sobre el régimen de Cuba: “Estado unipartidista convencional” y “democracia sin partidos”
Suena menos brutal que decir “dictadura de partido único”, que de eso se trata. Un eufemismo compartido por políticos defensores de un sistema bajo el cual no vivirían y muy alejado de la democracia que les permitió llegar a presidir sus países
No es original el ex presidente boliviano: con la coartada de la idiosincrasia cubana se justifican todos los abusos.
“Desde el triunfo de la Revolución Cubana (1959), el sistema político de Cuba ha sido un estado unipartidista convencional”, se lee en la enciclopedia virtual colectiva Wikipedia.
Convengamos que “estado unipartidista” suena menos brutal que decir “dictadura de partido único”. Mejor un eufemismo que las cosas por su nombre. Lo que queda como incógnita es qué querrán decir con “convencional”... Quizás insinuar normalidad, como si prohibir la libre asociación fuese algo “normal”. Es convencional en dictadura, desde ya, pero no en la república que el régimen castrista pretende ser.
A continuación, la enciclopedia se sincera un poco: “Durante casi 50 años, el país fue dirigido por Fidel Castro, primero como primer ministro (1959) y luego como presidente del Consejo de Estado y el Consejo de Ministros (1976), posteriormente dirigido por Raúl Castro al frente de los órganos de Estado y Gobierno, en el período desde 2008 al 2018, que es elegido Miguel Díaz-Canel”.
No sin una cuota de humor, el artículo agrega que, “desde 2019, la forma de gobierno toma características similares a sistemas semipresidencialistas o semiparlamentarios”.
Es habitual en Cuba el simulacro de parlamentarismo: recordemos que a la asunción de Héctor J. Cámpora, en 1973, en representación del régimen castrista, asistió Osvaldo Dorticós, el entonces presidente dibujado de Cuba, ya que a nadie le quedaba duda de que en la isla la ley la hacían los Castro, que controlaban partido y fuerzas armadas. Pero formalmente -o hipócritamente- Fidel ocupaba el cargo de Primer Ministro… Un servidor.
Según la Constitución cubana, no existe otro partido que el comunista. El artículo 5° de la Constitución cubana dice que “el Partido Comunista de Cuba, martiano, fidelista (sic), marxista y leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, sustentado en su carácter democrático y la permanente vinculación con el pueblo, es la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes en la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista.”
La Asamblea Nacional del Poder Popular, el parlamento cubano (unicameral), “es el órgano supremo del poder del Estado”, dice la ley. Tiene facultades constituyentes y legislativas y de entre sus miembros se elige el Consejo de Estado, es decir, el Ejecutivo, cuyo presidente es a la vez jefe de Estado y de Gobierno, aunque por etapas lo desdoblan, como en la actualidad, desde que Raúl Castro cedió formalmente el poder, siendo Miguel Díaz-Canel, el presidente de la República, y Manuel Marrero el primer ministro. Huelga decir que Díaz-Canel fue ungido por el dedo de Raúl Castro.
“Cuba es un estado unitario, y semejante a otros estados con formas de gobierno parlamentarias [¿cuál?] todos los órganos de poder surgen a partir del parlamento. No existe una clara división de poderes según la forma tradicional, pero sí una división de funciones e independencia de acción”. Nobleza obliga, hay que decir que ese “¿cuál?” entre corchetes, lo pone la propia wikipedia; todo tiene un límite. La defensa de la “democracia” cubana también.
“No existe una clara división de poderes”, admiten. Pero matizan con un “según la forma tradicional”. De nuevo el argumento de la originalidad cubana, que ya veremos en qué consiste.
La clave está en cómo se elige a los integrantes de la Asamblea Nacional del Poder Popular, ya que éste es el órgano que designa a los miembros del Ejecutivo y del poder Judicial. Según la wikipedia esta asamblea “está integrada por diputados electos en voto universal, libre, directo y secreto”. Una maravilla. Casi habría que darle la razón a Evo Morales.
Pero la propia enciclopedia aclara que los diputados son “propuestos por una Comisión Nacional de Candidaturas de entre los delegados municipales (50 %) y otras personas con reconocido prestigio político, económico, social o cultural (50 %)”.
Acá nos vamos acercando a la verdad, a esos debates barriales que encantaron al líder boliviano.
Los diputados, dice con candidez el redactor de esta entrada, “no están agrupados por partidos políticos, al ser Cuba un sistema unipartidista, aunque su amplia mayoría milita en el Partido Comunista de Cuba”.
En el apartado “Sistema electoral”, la enciclopedia tiene la gentileza de aclarar que “existen desacuerdos sobre la neutralidad en el punto de vista de la versión actual de este artículo”. No es para menos.
A partir de la nueva Constitución (2019) se creó el Consejo Electoral Nacional, un órgano encargado de los procesos electorales, electo por la Asamblea Nacional, y no hace falta aclarar que su rol es el de Gran Hermano.
Cada 5 años, los cubanos “eligen” a sus diputados. Menos mal que wikipedia advierte en esta parte que el enfoque puede ser sesgado; de otro modo, cualquier incauto podría pensar que Cuba es el paraíso de la democracia directa. El gobierno del pueblo por el pueblo.
El mecanismo electoral comienza “por la nominación de los candidatos a delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular, [elegidos] mediante asambleas de cada barrio o circunscripción electoral, donde cualquier ciudadano puede proponer a sus candidatos (bajo el sistema de una democracia sin partidos)”.
Una democracia sin partidos…
El cuento sigue así: “En la asamblea se explican las cualidades de las personas propuestas, y en una votación a mano alzada de los vecinos se decide por mayoría las candidaturas finales. Para aquellos ciudadanos elegidos la campaña electoral basta (sic) la publicación de una breve biografía y su foto.”
Traducción: no hay campaña.
A los electores se les presenta una lista única. Se vota lo que hay. Eso sí pueden votar por un solo candidato o por la lista completa. “Esta última manera de votar es promovida por el gobierno cubano, quien dice que ella constituye una muestra de unidad frente al gobierno de Estados Unidos”, dice wikipedia.
Y acá viene lo mejor: “Esa posibilidad es una muestra de que las decisiones deben ser colegiadas entre personas de diferentes procedencias sociales y pensamientos”. Cuesta imaginar que sean de diferente pensamiento existiendo un solo partido.
La clave, como se dijo, está en cómo se conforma esa lista única.
Esto empieza en la base, en el barrio, en reuniones de vecinos que “nominan” a los candidatos, Aparentemente, nada más democrático. Pero el diablo está en los detalles.
Veamos cómo funciona en la práctica la democracia que le gusta a Evo Morales, cómo opera en la realidad “el voto libre, directo y secreto de los electores”.
El régimen tiene una herramienta de control que es el mecanismo de nominación de los candidatos a las asambleas municipales, de donde luego surgirán los de las asambleas provinciales y finalmente la Asamblea Nacional. Esto se hace por circunscripción y a mano alzada, en reuniones de vecinos controladas por los tristemente célebres Comités de Defensa de la Revolución (CDR), una policía barrial; ante ella, cualquiera que exprese una divergencia queda inmediatamente “marcado”.
En concreto, la lista única de la “mejor democracia” se va conformando en reuniones donde la gente debe nominar a los candidatos a viva voz y votarlos a mano alzada, bajo la atenta vigilancia de los alcahuetes del poder y con la amenaza latente de ser tildados de contrarrevolucionarios lo que implica la muerte civil: perder el empleo, la posibilidad de estudiar y de acceder a otros beneficios.
La asamblea barrial es el primer filtro que hasta ahora casi nadie ha podido superar. De hecho, cuando en 2015, un joven habanero de 26 años, Yuniel López O’Farrill, logró ser nominado por sus vecinos de Santa Amalia, el régimen se conmocionó. Alguien se distrajo y eso le permitió al muchacho ser reconocido por la gente del barrio como un militante solidario, que defendía sus derechos. No habiendo podido evitar su nominación, el régimen concentró luego sus esfuerzos en impedir que Yuniel fuese electo en las urnas. Para la siguiente elección, 2017 -porque los delegados vecinales se eligen cada 2 años-, los CDR redoblaron su vigilancia, y nadie logró pasar su fina red.
Es un proceso totalmente manipulado ya que el régimen ha previsto muchas salvaguardas para evitar que se filtre la menor disidencia. La primera de éstas barreras defensivas se presenta en la convocatoria a la asamblea. Como explicó en su momento a Infobae, Aimara Peña, una joven que en 2017 intentó una nominación a la Asamblea Municipal, “hacen una citación casi puerta a puerta a las personas afines a los intereses del gobierno y muchas veces los candidatos independientes, fichados, reconocidos por los órganos de seguridad del Estado y del Partido en los barrios, no son convocados”.
En teoría, pueden asistir todos los vecinos a la asamblea. Pero, claro, lo masivo es más difícil de controlar. Entonces, si una circunscripción es muy numerosa se la divide en varias reuniones diferentes, para facilitar el control. Es fácil imaginar el clima en el cual los vecinos alzan la mano por un candidato. Hay que tener mucha espalda para votar públicamente por un opositor…
Si en países como el nuestro el clientelismo incide en las elecciones, pensemos que se trata de un país en el cual el Estado es el gran empleador, casi el único. Por eso el régimen cubano es tan enemigo del cuentapropismo. En Cuba, el gobierno controla todo: la escuela, la universidad, los hospitales, todos los servicios.
Una vez definidas las candidaturas, el único voto “directo” y “secreto” es ese primero que tiene lugar en el barrio. Porque luego la Asamblea municipal así formada nomina a los delegados a la Asamblea provincial. Y de ésta surgen los que van a la Nacional. Todo bajo control.
Por eso la clave es la postulación en el vecindario. Y esa vigilancia se hace cuerpo a cuerpo. Como ese voto es el único secreto, el control debe hacerse en la nominación, que por ser a mano alzada se presta a toda intimidación. Así se garantiza que, luego, el voto “secreto” sólo tenga como opción la boleta surgida de esa asamblea amañada…
La wikipedia nos cuenta también que en 1993, cuando se aplicó por primera vez este original sistema democrático en la isla, “Fidel Castro era uno de los 582 candidatos a diputados que, en candidaturas cerradas, se sometió al voto directo y secreto de los ciudadanos, junto con 1190 delegados a las 14 Asambleas Provinciales”. ¿Y adivinen qué? Ganó por casi 100 % de los votos…
Sin sorpresas, en todas las elecciones desde entonces Fidel y Raúl Castro fueron elegidos diputados para la Asamblea Nacional por más del 90 % de los votos.
Si pese a toda la vigilancia algún disidente o tan siquiera independiente logra ser nominado, la segunda barrera es la prohibición de hacer campaña, con el cínico argumento de la igualdad y de evitar la demagogia. Sólo se hace una biografía, que también puede ser manipulada, en hojas que se exhiben en lugares públicos. Por caso, en esas presentaciones, los postulantes indeseables son calificados como “mercenarios” -el epíteto preferido por el régimen para estigmatizar a cualquier crítico- o sus variantes: “asalariados del imperio”, “contrarrevolucionarios”, etc.
El aspirante a candidato no puede ni siquiera explicar para qué quiere ser delegado a la asamblea. Es natural, no hace falta, ya que sólo serán levantamanos del sistema.
La prohibición de hacer campaña no vale para el régimen que difunde por todas partes consignas como “Vota por Cuba” o “Reafirmación de la Revolución”.
No existe en Cuba el derecho a elegir y ser elegidos. Ni a expresarse, como no sea para aplaudir al régimen. Las protestas de junio del año pasado fueron reprimidas con una severidad digna de la peor dictadura.
El sistema cubano fue y es una fachada de parlamentarismo y una falsa república que, periódicamente, monta un simulacro de elecciones.