Entre el juego de la Oca del Ciclón y el gol mal anulado por el árbitro Baliño y el VAR
La caída por 2 a 1 -injusta, vale decirlo- resultó la primera en el ciclo de Rubén Insua; los tantos los anotaron Sepúlveda y Bandiera (para el local); Bareiro para la visita
En los últimos tiempos, al Ciclón le sienta mejor jugar fuera de su casa. Dentro de los escasos éxitos, sumó triunfos en Rosario, Santa Fe, Córdoba y Santiago del Estero. De hecho, el único compromiso que había ganado en este certamen se dio frente a Central Córdoba. Aunque en Floresta no pudo sostener una solidez defensiva y volvió a sufrir otro traspié.
Por segunda fecha consecutiva, Insua no pudo contar con Néstor Ortigoza ni Ezequiel Cerutti, quienes no recibieron el alta médica por sus respectivas lesiones. Y como sucedió a lo largo de los últimos juegos, ocho de los 11 titulares azulgranas surgieron en sus divisiones inferiores. Apenas Augusto Batalla, Jalil Elías y Adam Bareiro no se formaron en este club.
Del otro lado, La realidad de Barracas Central asoma dificultosa. El “Guapo” es uno de los clubes involucrados en la pelea por la permanencia: por ahora se mantiene con el vigésimo promedio entre los 28 equipos de la máxima categoría.
El comienzo del partido fue trabado, friccionado. El que más propuso, levemente, fue Barracas Central. A sus jugadores se los vio más rápidos y más concentrados. Y a los 14 minutos tomó ventaja tras una buena combinación entre Neri Bandiera y Bruno Sepúlveda. Este último, uno de los más activos en el arranque, definió ante la salida de Batalla. Así, el conjunto dirigido por Alfredo Berti llegó al gol en su primera situación de riesgo.
Con el marcador a su favor, Barracas Central se replegó. Las intenciones de San Lorenzo se acomodaron ante un rival que se conformó con no exponerse. En el primer tiempo, y más allá de la desventaja, el Ciclón tuvo sus opciones como para tener profundidad. Algunas corridas de Agustín Giay por la derecha, un remate de media distancia de Nicolás Fernández Mercau y una media vuelta de Iván Leguizamón cerca del final. El empate parcial lo logró a los 37: el voluntarioso Nahuel Barrios enhebró una maniobra por la izquierda y combinó con Leguizamón. El zurdo envió el centro atrás y Bareiro empujó la pelota al gol.
Pero la alegría a los azulgranas le duró un suspiro. En un primer tiempo tan cambiante como emotivo, el “Guapo” volvió a encontrar la ventaja a los 39, tras un enganche de Bandiera -la figura del encuentro- en el corazón del área que terminó con una definición de zurda. Una conquista que sirvió como golpe de efecto para el club que hizo de local en la cancha de All Boys. Era el cierre de una etapa en la que costó encontrar un dominado y un dominador. Con un resultado que varió al compás de los goles, que hicieron de los 45 minutos una montaña rusa de emociones y suspenso.
En el segundo tiempo, en San Lorenzo entró Agustín Martegani, la joya azulgrana que no jugó contra Tigre pese a no estar lesionado. Se habló de una negociación para irse al exterior y que el volante le avisó al club que prefería no arriesgarse. No obstante, la presencia del hábil zurdo no alcanzó para revitalizar el juego del Ciclón.
Con un terreno de juego en malas condiciones, se hizo complejo intentar por abajo. Ambos coquetearon con los errores y no hubo fluidez. San Lorenzo fue con más intenciones que con claridad. Tanto Leguizamón como Jeremías James contaron con dos ocasiones, pero sus tantos no fueron convalidados porque estaban en offside. Vale destacar que el gol del defensor estuvo mal anulado a instancias del árbitro Jorge Baliño -de floja tarea- y la intervención del VAR.
Lo mejor del partido
El partido no tuvo otras variantes en los minutos que siguieron. Hubo algunos cambios de nombres en ambos bandos, pero no más. Barracas Central sonrió por primera vez en este campeonato. Mientras, a este San Lorenzo golpeado todo le cuesta mucho.
¿Cómo serán las próximas horas azulgranas? El próximo sábado recibirá a Boca. En esta nueva etapa, en las últimas horas el Ciclón sumó a Diego Calcaterra, quien llegó libre después de su paso por Newells. El mediocampista central, de 20 años, arribó a Boedo como una apuesta, ya que no fue pedido por el técnico; tendrá un contrato hasta fines de 2023. Así, se convirtió en la segunda incorporación luego del arribo de Gonzalo Maroni. Contra el “Guapo”, el ex volante xeneize observó todo el partido desde el banco de suplentes.