El portugués que faltaba es João
El ‘7′ rojiblanco marca el gol del partido entre el Atlético y el United, ante una grada entregada a los ingleses y dos once del Cholo con rendimientos muy diferenciados. Mal al principio, mejoró con los cambios.
Saltó el Atleti con defensa de cuatro y Lemar como falso pivote junto a Kondogbia. El partido le pasó por encima. Perdido, desubicado en un lugar que no es suyo, entorpeciendo lo que Kondogbia, a su lado, intentaba jugar. El United, más rodado, quinto amistoso, desmontaba la presión alta rojiblanca con transiciones rapidísimas y una cintura quebrada en todas las fotos, la de Giménez. Amenazaban Rasford y Martial, aunque sin tino. Simeone perdía la voz de tanto gritarle a Lemar (“Muévete”). Pero no fue hasta que Reinildo cerró la puerta como sabe, modo muro, que el duelo no se igualó.
Pero los intentos de posesiones largas de los rojiblancos se quedaban en eso: en meros intentos. De Gea, sin trabajo, mero espectador. Oblak, al fondo de todo ataque. Hasta McTominay le clavó el codo en un salto que le dejó tendido bajó ese ruido siempre de fondo: el aplauso de la grada a cada roce inglés al balón y los bramidos a los rojiblancos. Correa alborotaba pero vivía muy lejos del área. Al Atleti le faltaba circulación y de todo en general.
El partido regresó sin cambios pero Lemar, al menos, de vuelta a su sitio, para dejar a Kondogbia a sus anchas. Nahuel bien, acodándose en ese lateral que tanto añora a Trippier, y amarillas por doquier. De amistoso, solo el nombre. A la hora, Simeone daba un volantazo: nueve cambios. De los que estaban sólo quedaron dos: Oblak y Reinildo. El mensaje, claro. Ni un minuto sin el último, sin O Rei. El equipo se ordenó 5-4-1, con Wass y Witsel como centrales, Saúl de regreso a ese lugar del que huyó, el lateral zurdo, Morata en punta y Grizi y João por detrás. Los rojiblancos recordaron cómo se salía jugando desde atrás. La brega de Griezmann por todo el campo y la linterna de João pronto estaban ante De Gea. Saúl casi lo empala a la red en la primera ocasión rojiblanca del partido, João mediante. Pero se fue alta, se fue fuera. Era el minuto 67.
Eriksen debutaba en el United con buenos minutos pero el mismo problema: toda intención y ataque de los de Ten Hag estrelladas en el muro Reinildo. Moría el partido en Noruega abocado al empate, sin que Griezmann se arrancara el tapón para sacar de su cabeza El Grito de Munch, ese cuadro que brotó allí, en un parque de Oslo, el Ekeberg, cuando João decidió llenar el Ullevaal con toda su luz, que es mucha y potente. Disparó raso y potente para batir a De Gea y silenciar ese océano de camisetas rojas con el nombre de un portugués a la espalda, Ronaldo, que desde ayer no olvidará otro. El suyo. João Félix Sequeira.