Eficacia de la cuarta dosis contra el COVID-19 en adultos mayores: qué dice el nuevo estudio de la revista científica The Lancet
Científicos de la Universidad de Umeå, en Suecia, concluyeron que el segundo refuerzo resultaría eficaz para prevenir la mortalidad, incluso tras la aparición de la variante Ómicron. El divulgador científico y profesor de farmacia de la Universidad del País Vasco, Gorka Orive, sumó datos sobre esta investigación
Se sabe: cada población reacciona de forma distinta frente al virus. Y el rango etario es una variable que a veces puede ser decisiva. Los más ancianos y aquellos con situaciones de salud frágil que recibieron una cuarta dosis de la vacuna COVID-19 tienen un menor riesgo de morir prematuramente en comparación con los que solo tomaron tres dosis. Así lo demuestra un estudio del Registro Nacional de la Universidad de Umeå publicado en la revista científica The Lancet Regional Health en su edición europea.
El documento muestra que en los dos primeros meses después de la cuarta dosis, tanto las personas mayores de 80 años que vivían en casa como las que lo hacían en sitios de retiro tenían un menor riesgo de morir en comparación con quienes habían solo tres dosis durante el mismo período.
“Sin embargo, después de dos meses, el efecto comenzó a disminuir un poco”, indicó Peter Nordström, profesor y médico jefe del Departamento de Medicina Comunitaria y Rehabilitación de la unidad de geriatría de la Universidad de Umeå y primer autor compartido del estudio.
La investigación consistió es un estudio observacional basado en datos del registro nacional de la Agencia Sueca de Salud Pública, Estadísticas de Suecia y el registro nacional de calidad Senior Alert. Los investigadores compararon el riesgo de muerte independientemente de la causa entre enero y mayo de 2022 en personas que recibieron una cuarta dosis de la vacuna contra COVID-19 en comparación con las que obtuvieron tres dosis durante el mismo período.
Esta situación fue analizada por los especialistas en parte en un grupo de unas 400.000 personas que tenían al menos 80 años, y en parte entre unas 25.000 que vivían en viviendas especiales de retiro.
El estudio por dentro
“Un estudio concluye que una cuarta dosis de vacuna (segundo refuerzo) resultaría eficaz (incluso tras aparición de Ómicron) en mayores de 80 años a la hora de prevenir la mortalidad. El estudio apunta a la importancia del momento de vacunación para maximizar efectos”, sostuvo al respecto de esta investigación Gorka Orive, profesor en la Facultad Farmacia de la Euskal Herriko Unibertsitatea (Universidad del País Vasco)
Entre los días 7 y 60 del período de seguimiento, las personas de más de 80 años que recibieron una cuarta dosis tenían un riesgo 71 por ciento menor de morir en comparación con las que recibieron una tercera dosis.
Entre quienes vivían en residencias para ancianos la cifra fue del 39 por ciento. En ambos grupos, el efecto disminuyó ligeramente a partir del día 60, al 54 por ciento entre las personas mayores de 80 años y al 27 por ciento entre las personas en viviendas especiales.
Los estudios previos que examinaron el efecto de la cuarta dosis incluyeron principalmente los primeros dos meses y rara vez tuvieron en consideración a los más ancianos y frágiles de salud.
“Los resultados de nuestro estudio apuntan a buenos efectos de la cuarta dosis incluso entre los más ancianos y frágiles, pero también que el efecto comienza a disminuir ligeramente después de un par de meses. Por lo tanto, probablemente sea importante programar cuándo se administrarán las dosis de recarga a estas personas, por ejemplo, en relación con los brotes del virus, para garantizar que la mayor cantidad posible tenga protección durante un tiempo suficientemente largo”, indicó Marcel Ballin, estudiante de doctorado en geriatría en la universidad de Umeå y también primer autor.
Una característica única del estudio de Umeå es que los investigadores incluyeron muertes por todas las causas en sus análisis, es decir, no solo aquellas en las que COVID-19 fue la causa subyacente de la muerte o en las que las personas murieron después de dar positivo por el virus o han sido hospitalizados por COVID-19.
“Hay pros y contras con todas estas diferentes formas de medir los resultados, pero las limitaciones de observar, por ejemplo, la muerte después de una prueba positiva o la atención hospitalaria es que sabemos que los más ancianos y frágiles ingresan con menos frecuencia en el hospital y que estas personas no siempre muestran síntomas de una enfermedad grave que requeriría pruebas”, concluyó Anna Nordström, profesora adjunta de salud pública y coautora de la investigación.
Varios estudios han revelado que, aunque las vacunas ARNm de refuerzo han logrado evitar la hospitalización y la muerte, su efectividad contra las infecciones está disminuyendo. No es de extrañar, por lo tanto, que Moderna solicitara en marzo último a la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por su sigla en inglés) una autorización de uso de emergencia para una segunda vacuna de refuerzo para todos los adultos. La solicitud de la empresa se produjo pocos días después de que Pfizer y BioNTech pidieran una autorización de emergencia para un segundo refuerzo de su vacuna contra el coronavirus para personas de 65 años o más.
Moderna dijo que su solicitud, mucho más amplia, daría a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, así como a los proveedores de atención médica, más flexibilidad para determinar quién se beneficiaría más de recibir una vacuna de refuerzo adicional y cuándo.
Los científicos y los médicos están muy divididos al respecto. “No creo que todo el mundo deba recibir otra vacuna de refuerzo ahora mismo”, dijo Yvonne Maldonado, médica especialista en enfermedades infecciosas pediátricas de la Universidad de Stanford. “Pero no veo ninguna razón por la que no debamos empezar a revisar los datos disponibles”.
Los datos de los CDC indicaron que dos dosis de la vacuna más un refuerzo siguen proporcionando una fuerte protección contra la enfermedad grave y la muerte.
Sin embargo, las subvariante de Ómicron están provocando un preocupante aumento de las infecciones en Europa y en Estados Unidos, que coincide con un estancamiento en los niveles de vacunación. Las nuevas subvariantes de Ómicron, especialmente BA.4, BA.5 y la nueva BA.2.75, un desprendimiento de BA.2, también llamada Centauro están ampliando su rango de infecciones, poniendo en alerta a los distintos países y generando más complicaciones en el manejo de la actual pandemia por COVID-19.
BA.2.75, parece estar superando a todas las demás variantes en el país del sur de Asia después de haber sido visto allí por primera vez en mayo. Algunos científicos temen que pueda ser la variante más contagiosa vista hasta ahora y mejor equipada para evadir cualquier inmunidad de las vacunas y la infección previa. Pero no hay pruebas de que cause una enfermedad más grave que el tipo original de Ómicron del que evolucionó, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). La nueva cepa está ya presente en países como Alemania, Australia, Canadá, Estados Unidos, Japón, Nueva Zelanda o Reino Unido ya han alertado de su presencia.
“No cabe duda de que la combinación de un aumento de los casos de COVID-19 y de las hospitalizaciones, la peor temporada de gripe de los últimos tiempos y las correspondientes ausencias de personal están sometiendo a los trabajadores sanitarios y a todo el sistema de salud a una presión extrema”, declaró Ayesha Verrall, ministra de Salud de Nueva Zelanda, hoy en un comunicado.
Las pruebas son limitadas para saber qué beneficio podría ofrecer otro refuerzo en este momento. La FDA tomó la decisión sin el aporte de su panel independiente de expertos.
Las autoridades sanitarias estadounidenses se fijaron en Israel, que durante la ola de Ómicron aprobó una cuarta dosis para los mayores de 60 años al menos cuatro meses después de su última inyección. Los datos preliminares publicados en Internet la semana pasada sugieren algún beneficio: los investigadores israelíes reportaron 92 muertes entre más de 328.000 personas que se aplicaron la vacuna adicional, en comparación con 232 muertes entre 234.000 personas que evitaron la cuarta dosis.
El camino de los síntomas
Los síntomas que provocan estas nuevas subvariantes apenas difieren de los de las anteriores. Los más habituales son: catarro con congestión nasal, tos, dolor de garganta, fatiga, cefalea, dolores musculares, cansancio y en ciertos casos, diarreas y problemas gastrointestinales.
Según la OMS, no existen evidencias de una mayor gravedad de los casos en comparación con BA.2 por lo que el impacto se considera muy bajo. No obstante, un aumento muy elevado en el número de casos podría suponer un aumento en el número de hospitalizaciones y fallecimientos. BA.2.75 es en realidad una rama de la variante BA.2 de abril, pero se cree que es la más infecciosa de todas hasta el momento, en teoría. Soumya Swaminathan, científica jefa de la OMS, explicó que las mutaciones de esta variante permiten acceder a las células sanas del organismo, lo que hace temer que tenga más capacidad de contagio y sea capaz de evadir la inmunidad previa con más facilidad.
A pesar de la escasa evidencia que hay todavía sobre Centaurus, los informes iniciales no destacan ningún síntoma con el que poder diferenciar esta subvariante de las anteriores. El profesor David Livermore, un reconocido microbiólogo en Europa, argumentó que Centaurus era solo la última de una línea interminable de subcepas de Omicron. “La mayoría de las mutaciones son inofensivas. Sin embargo, algunas peculiaridades que el virus adquiere con el tiempo pueden darle una ventaja, como poder infectar a las personas más fácilmente”.
El profesor Livermore le dijo a MailOnline: “La experiencia muestra que las nuevas variantes seguirán apareciendo en la población humana, probablemente durante varios años. Omicron BA2.75 es otro ejemplo. Es muy transmisible, pero no hay motivo para creer que provoca una infección más grave que el Omicron clásico”.