Eduardo Domínguez y un silencio que estalla: el DT de Independiente, entre los errores y las intrigas sobre su futuro
La continuidad del técnico está envuelta en dudas; malestar en redes por su gestión
El entrenador que llegó de Colón con el aura de un título ganado a través de un fútbol ágil, moderno y atractivo se retiró del Cilindro sin hacer declaraciones -tampoco habló ninguno de los integrantes del plantel- y su silencio permite abrir todo tipo de hipótesis respecto a su futuro cercano. De todas ellas, quizás la más frecuente sea la menos probable: un despido liso y llano no aparece con nitidez en el horizonte.
Las enormes dificultades económicas que atraviesa la entidad dificultan el pago de una cuantiosa indemnización que debería sumarse a la contratación de un nuevo jefe del vestuario. No hay en la institución un “bombero” a mano, como lo fueron Miguel Ángel Santoro o Fernando Berón en tiempos recientes, ya que Claudio Graf, a cargo de la Reserva, carece de la experiencia suficiente para tomar el relevo en un momento tan difícil. Y desde ya, no se conoce que la directiva provisional que dirige el Rojo maneje un plan B.
La pregunta entonces es cómo sigue la película de un cuerpo técnico y un equipo que ante Racing y sobre todo en el primer tiempo enseñaron un nivel muy preocupante de desorientación.
Contradiciendo su imagen de aparente seguridad, Domínguez dio indicios de sus dudas desde la misma alineación. Podía suponerse la suplencia de Juan Manuel Insaurralde, pero fue muy llamativo que también relegara al banco a Leandro Fernández, Alan Soñora o Tomás Pozzo, el juvenil más talentoso del Rojo, tal como demostró cuando le tocó ingresar. Tanto como que les diera la titularidad a dos jugadores que acaban de aterrizar en el club como Facundo Ferreyra y Gabriel Hachen, o recuperase a Damián Batallini, con quien no contó en los últimos partidos y al que se vio forzado a sustituir pasada la media hora de juego. El desarrollo posterior del juego, la falta de variables en ataque y el resultado final completaron el combo para desatar críticas unánimes de todo el universo Independiente, ya sean redes sociales o medios partidarios. “Ciclo terminado” fue la expresión repetida hasta el cansancio en todos esos ámbitos.
En la semana previa al clásico Domínguez había ratificado su continuidad con cierta contundencia. “Elegí estar acá y soy feliz”, dijo para espantar los rumores de renuncia. ¿Estará pensando lo mismo luego del 0-1?
El balance de lo que sucediese en el mercado de pases que cerrará definitivamente este lunes fue una y otra vez el plazo que estableció el técnico para determinar los pasos a seguir, y podría ser una coartada ideal si decide tomar la decisión de marcharse. No le faltan argumentos a su favor.
La realidad es que no llegó al club ninguno de los refuerzos solicitados. La incapacidad para fichar a un lateral izquierdo que sirva de alternativa a Lucas Rodríguez ni siquiera llenó el cartón de las posiciones a cubrir. Y al mismo tiempo se marcharon Domingo Blanco y Gerónimo Poblete, dos jugadores que entendía fundamentales, más Andrés Roa, el recambio habitual de mitad de cancha hacia adelante. Una renuncia basada en estos datos le daría una salida elegante y desviaría buena parte de las responsabilidades hacia una dirigencia cuya inoperancia y hasta desidia -hubo jugadores que retrasaron sus firmas de contrato por ausencia del presidente o el tesorero- ha quedado demasiado expuesta.
¿Cuánto incidirán todas estas cuestiones para determinar si Domínguez estará al frente del equipo el sábado próximo frente a Rosario Central? Su silenzio stampa impide las conclusiones inmediatas. La semana se promete caliente en la vereda roja de Avellaneda. Otra más de un ciclo de caída libre cuyo límite nadie puede predecir.