Boca les ganó a Talleres y a sus fantasmas
La gente alentó de principio a fin. Pipa erró un penal y cedió otro. Rojo fue un gran capitán. Y el triunfo trajo calma, paz, cierto alivio parecido a la felicidad. Así de importante es un resultado.
¿Qué había hecho Benedetto en el medio? Había generado el segundo penal anticipando a Rafa Pérez y, dolorido por un pisotón criminal, le dejó la responsabilidad a Rojo. El penal fue gol, fue triunfo y todos felices. El Pipa, Rojo, el Negro Ibarra, Riquelme, la gente. Un gol, tres puntos después de cinco partidos sin triunfos. El resultado. Todo. Antes del 1-0, el caos: se venía otra semana negra, los cuestionamientos, el recrudecimiento de la interna, los temblores en la silla de Ibarra, los mil nombres. Después del 1-0, la calma, la paz, el equipo yendo a la tribuna a aplaudirla y a agradecer el aliento constante. Ojo, tratándose de Boca, en unas horas pueden volver a caer misiles de punta, pero el tema acá es el resultado. El poder del triunfo. Si Benedetto hubiera metido aquel quinto penal, nadie habría reparado en la arenga, la feroz discusión por los premios habría sido un intercambio de palabras entre caballeros, Izquierdoz seguiría siendo titular y capitán...
Pero Benedetto erró el quinto con Corinthians y había errado contra Talleres, así que Boca se hundía. "Porque a Boca lo quiero, lo vengo a alentar. En las buenas, y en las malas mucho más". Eso empezó a cantar La 12, allá por los 40 minutos, mientras el equipo estaba perdido en el campo. Aturdido. Desorientado. Superado por la responsabilidad. Inoperante. Tibio. En la mala, como decía la hinchada. Tanto puede cambiar las cosas un resultado. Tanto le importa la Copa Libertadores a Boca como para anularlo. Como para convertirlo en eso que se vio durante un buen rato y que no se sabe bien que es, pero no era Boca.
Benedetto es un tema en sí mismo, por supuesto. No había forma de salir bien parado de ese lugar en el que estaba, malogrado y embrujado, engualichado, pinchado por todas las agujas del mundo. ¿Cuántos temimos que fallara? Muchos. La energía se siente. La positiva y la negativa. ¿Hizo bien en patearlo? Veámoslo de esta manera: si no pedía el penal -encima luego de haberlo anunciado públicamente- quedaba como un cagón. Esa es la forma en la que entendemos el fútbol los argentinos. Cuando el propio Benedetto pidió el cambio en Madrid porque se sentía mal, lo trataron de cagón. Cuando el Pato Abbondanzieri eligió salir contra Alemania en el Mundial 2006, lo trataron de cagón. Los que salen no son profesionales ni racionales ni tipos que confían en el compañero: son cagones. Y no faltará después de las declaraciones de Rojo, que confirmó que en el entretiempo Pipa le dio vía libre para patear otro penal si lo había, quien lo trate de cagón. De cobarde.
El problema es que Benedetto era el mismo tipo que hace diez días trituró la ilusión de los hinchas con sus errores. Y es el mismo tipo que, caliente con los dirigentes, había hecho una arenga que ahora es cuestionada, pero que si Boca hubiera ganado habría pasado a la historia igual que "Salvestrini al psicólogo". Benedetto es el mismo tipo que reconoció que el equipo estuvo a punto de no concentrarse por diferencias de dinero, y hay pocas cosas peores que eso para un hincha. El hincha ama a la camiseta, no alienta por plata (salvo la barra, claro), y espera ingenuamente que los jugadores se comporten del mismo modo.
Ahora, ¿todo lo que pasó en el campo después del penal errado era culpa de Benedetto? ¿Era culpa suya que Ramírez se borrara como en todos los momentos calientes? ¿Era culpa suya que Romero no se hiciera cargo, que Pol Fernández no acertara un pase? ¿Era culpa suya que ni la sociedad Fabra-Villa se encontrara? ¿Y que no hubiera juego interno? No, claro que no. Y el penal-gol de Rojo llegó para tirar todo ese montón de basura bajo la alfombra. Al menos para el hincha. Los que deciden deberían tomar nota más seriamente de todo esto.
De lo bueno y de lo malo. De los huevos de Rojo para desactivar la bomba que era ese penal también deberían anoticiarse. Ellos, que quisieron sacarle la capitanía. Un capitán se hace cargo como lo hizo Rojo y abraza a los caídos en desgracia como hizo Rojo con Izquierdoz la semana pasada y con Benedetto esta vez. Eso habla bien de Rojo. Y siga siendo el capitán o no, el líder continuará siendo él. No hay ninguna cinta que transmita esa personalidad. Bien por Marcos, entonces. Y bien por el Pipa, que se atrevió primero y después se comportó como un profesional y pensó en el bien común. Ojalá todos en Boca hicieran lo mismo.