Agustín Palavecino y todas sus vidas en River: vaivenes, ciclotimia, goles, sube y baja

Los dos goles y una actuación destacada en la Copa Argentina recuperaron al mejor volante, que le convirtió a Boca y fue figura del campeón; ¿por qué no jugó contra Vélez?

Desde el banco de suplentes, vio el desenlace polémico de la eliminación millonaria, en el Monumental. Antes que su clase (buena pegada, panorama, remate desde afuera, creación, oficio de volante), jugaron Aliendro y De la Cruz, más tarde Quintero y Barco. El primo de Erik Lamela, dueño de la emblemática camiseta número 8, no engañaba a nadie: estaba de capa caída, en vuelo bajo, como la mayoría de los intérpretes millonarios en la historia reciente. Los que solían jugar, los que solían entrar. Y Simón, Pochettino... el banco de pruebas no ofrecía soluciones.

Palavecino fue vital, también cerca del área rival
Palavecino fue vital, también cerca del área rivalTelam/Nico Varvara

Lo curioso es que (a diferencia de tantos otros, que hace poco o no más que un semestre que se visten con la banda roja) Palavecino dio certezas en el pasado. Era una figura comprobada, que sufre un bajón, una suerte de ciclotimia (los subes y bajas de su rendimiento, también son parte de su esencia), aunque solía ser un recambio lógico. Del golpazo de Vélez al batacazo de Godoy Cruz en el Monumental (0-2), nada de nada. Palava no jugó ni un minuto. Y eso que el Muñeco dispuso de cuatro cambios en el entretiempo.

De pronto, en una noche de San Luis, River recupera detalles de su esencia. Juega muy bien y le gana por 3 a 0 a Barracas Central, lo que le permite seguir en carrera en la Copa Argentina. Palavecino se destaca y, además, marca dos goles. Es una de las figuras de la recomposición millonaria. La hipótesis tiene una doble lectura: ¿qué habría pasado si jugaba contra Vélez? ¿Tan bajo estaba? El mejor estratega de nuestro medio, Gallardo, acertó con su vuelta: el volante le devolvió oro en polvo. O... es al revés: ¿No regresó a la titularidad demasiado tarde?

Por fortuna, el “qué habría pasado” no existe, ni existirá jamás. Algo más adelantado, picante cerca del área, Palavecino fue un indispensable. Casi, casi, como cuando abrió el marcador en el 4-0 sobre Racing, el 25 de noviembre pasado, el prólogo del primer campeonato doméstico del Muñeco. ¿Cómo era el medio hacia arriba de ese equipo, que tan bien representaba la esencia del entrenador? Simón, Enzo Fernández, Palavecino, Julián Álvarez y Braian Romero. Además, le convirtió a Boca, cuando todavía se estaba haciendo conocer, un cabezazo en un 1-1 jugado el 14 de marzo.

La ciclotimia de Palavecino marcó las decisiones (y las declaraciones del entrenador en los últimos meses). Una muestra. “Todavía no pudo jugar su mejor fútbol, pero no tiene que perder la confianza. Es un momento que debe atravesar sin bajar los brazos”, dijo una vez. “No me sorprende su evolución porque es un chico muy inteligente. No me sorprende porque desde que llegó se centró en querer aportarle lo suyo a un equipo que ya viene trabajando con una misma idea hace mucho. Eso me lo mostró de entrada”, contó, tiempo después.

Se presentó en Núñez en febrero del año pasado por unos 2.650.000 de dólares por el 50% del pase, que le pertenecía a Deportivo Cali. Se destacó rápido, se desinfló con el tiempo. Bajó su rendimiento en la segunda parte del año y brilló en cuotas en el primer semestre de 2022. Y, además, una incómoda lesión en la rodilla izquierda lo persigue. Los vaivenes emocionales del equipo millonario lo acompañan: goleadas no tan lejanas (5-1 a Unión, 8-1 a Alianza Lima, 4-0 a Colo Colo, 7-0 a Sarmiento) con tareas descoloridas.

Palavecino no habla con rencores, ni se plantea escenarios probables. Disfruta de su noche, apunta hacia adelante. “Estoy muy contento por el partido, contento por el equipo. Sirvió para ganar. Tomamos una situación complicada con mucha seriedad y había que tener personalidad”, afirmó, en diálogo con TyC Sports. “Sabemos que estas copas son a partido único y había que ser serios y jugarlo de la mejor manera. Y lo hicimos. Siempre tirando para el mismo lado, somos una familia y todos están preparados para jugar cuando les toque”, aclaró.

No fue el único destacado: también se lucieron Simón y Barco, entre otros. El catálogo del Muñeco, acerca de las figuras que se adaptan y brillan; de las estrellas que hay que saber esperar y, sobre todo, de los desniveles de unos y otros, resulta una declaración de principios. Tal vez, una de esas citas, que el DT esgrimió alguna vez, represente fielmente el presente de Palavecino, el volante que escapa del molde convencional.

1) “Todos tiene en ese bache donde el equipo baja y no siempre se da que el jugador recién llegado se destaque rápidamente. A veces los procesos son procesos y hay que esperar, algunos con más y menos tiempo. Eso lo marca la personalidad del futbolista”.

Gallardo, el dueño de la pelota de River
Gallardo, el dueño de la pelota de RiverFOTOBAIRES/Juan Jose Garcia

2) “Lo que me gusta es que al que no le salen las cosas siga insistiendo. Me gusta acompañar los baches de esos futbolistas que creo que tienen talento para jugar en River. No solo se necesita talento para estar acá, sino también una buena cabeza, buena familia y buen equilibrio”.

3) “A veces se da y a veces no, no hay matemática exacta. No podemos abrirle la cabeza a las personas y ver lo que están sintiendo o cuáles son sus emociones. Pero en un equipo que tiene que salir a jugar y tener que destacarse -porque para eso te trajeron- no es fácil. Hubo casos de tipos de 30 años que les ha costado insertarse en primera. Hay chicos que tienen 20 que lo pueden sufrir y en eso estamos nosotros”.

Tres conceptos que invitan a pensar. Más allá del caso Palavecino.

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