¿Qué le pasa a River? El teorema de los 49 remates y los cero goles: dónde está el problema del equipo de Marcelo Gallardo
Es el único conjunto que no convirtió en las tres fechas de la Liga Profesional (empates ante Defensa y Justicia y Atlético Tucumán 0-0 y la derrota ante Colón 0-1)
Además, si hubo un equipo que hizo un culto de los goles con remates desde afuera del área, sobre todo en 2022, fue River. Hasta Enzo Fernández se había transformado en un especialista por los goles anotados ante Platense, Fortaleza (por la Copa Libertadores) y hasta por los otros intentos que dieron en el travesaño o los palos. Pero también anotaron por esa vía Barco y De la Cruz ante Racing; Pochettino ante Sarmiento (y Palavecino a Central, a fines de 2021); los de Julián Álvarez a Alianza Lima, por dar algunos ejemplos. El mejor de todos, por el control con zurda y la definición con derecha, el que le hizo Enzo Fernández a Tigre, en el Monumental, al ángulo superior derecho de Marinelli.
El problema que hoy está teniendo River, el único equipo que no pudo convertir en los tres partidos de la Liga Profesional (empates ante Defensa y Justicia y Atlético Tucumán 0-0 y la derrota ante Colón 0-1), está en la elaboración. Por encima de la falta de eficacia, al equipo de Gallardo le falta claridad para resolver en los metros finales, tiene más dificultades para el anteúltimo pase que el último toque a la red.
Si se toma como referencia la presentación de River en Santa Fe, la chance más clara, dentro del área y de frente al arquero casi sin oposición fue la que tuvo Julián Álvarez con zurda, en el punto penal y que remató desviado ante Burian tras el centro atrás de Barco sobre el final de la primera etapa. Pero después su juego tuvo más apuro y aceleración que pase filtrado para que un compañero llegue desde atrás “atacando el espacio” o con triangulaciones.
River es el segundo equipo con más remates del Torneo con 49 (59 Talleres, primero) y el segundo que más remata desde afuera con 23 (26, Patronato), según los datos de Opta. River acumula 3.6 goles esperados, que se calculan a partir de la probabilidad de los remates de terminar en gol, en esa estadística es decimotercero (primero Colón, con 6.03 goles esperados; segundo Barracas, con 4.9). Es decir que, si bien remata mucho, lo hace desde posiciones y situaciones de baja probabilidad. La definición de “chances creadas” de Opta refiere a los pases para remate, en ese apartado River tiene 35 y es tercero, detrás de Talleres 46 y Boca 40.
Ante el bajo nivel de Braian Romero y la lesión de Matías Suárez, Gallardo resolvió hace tiempo ya jugar con Julián Álvarez de 9 y un esquema 4-1-4-1 con mediocampistas ofensivos que tengan buen pase, desequilibrio y gol. Santiago Simón, Enzo Fernández, Nicolás De la Cruz y Esequiel Barco por delante de Bruno Zuculini (reemplazante de Enzo Pérez ante Colón). Los cuatro mencionados tienen capacidad técnica y táctica para sumar desplazamientos que generen grietas en las defensas rivales. Los cuatro tienen capacidad para convertir con un remate desde afuera del área.
Los cuatro que estaban en el banco (dos de ellos ingresaron), también: Agustín Palavecino, Tomás Pochettino, José Paradela y Cristian Ferreira (que corre de atrás en la consideración pero también tiene una gran pegada de media distancia). Ni que hablar de Juanfer Quintero, que se está recuperando de una lesión. El gol más importante de la historia de River lo hizo en Madrid, ante Boca, y desde afuera del área. Mientras Gallardo busca reforzar el plantel con delanteros, se puede ser ofensivo y tener cuota de gol con la sumatoria de los volantes con llegada y desequilibrio. El tema está cuando se abusa de un recurso o un recurso se transforma en la única vía de ataque.
Esto se está viendo hoy en River. Hay apuro, nerviosismo por ganar y encontrar el gol. Es como si el equipo estuviera pasado de revoluciones, como si los futbolistas buscaran festejar antes de convertir un gol. La vocación ofensiva se mantiene, el ADN de Gallardo también. No es la primera vez que el técnico apuesta por esta estructura táctica y estas características de futbolistas, lo que está faltando es “conexión”, una mayor búsqueda de sociedades entre ellos y en relación con los laterales. Porque no siempre la mejor alternativa para terminar la jugada es un remate desde afuera del área, no siempre si Barco recibe de frente al arco y en la medialuna del área debe finalizar él.
En el actual certamen, los futbolistas que más intentaron con remates desde afuera del área son Julián Álvarez y Enzo Fernández, con 6 cada uno, seguidos de Barco, De la Cruz y Simón, con 2 cada uno.
Cuando se levanta la cabeza y se busca finalizar todas las jugadas con remates desde afuera, se corre el riesgo de minimizar los mejores recursos que posee cada futbolista. En el caso de Barco, las gambetas para el uno contra uno (es uno de los jugadores del fútbol argentino que más infracciones recibe); con De la Cruz, el juego corto para una pared y el desdoblamiento por dentro para llegar al área chica, para lograr el camino corto al gol; con Palavecino, el ataque al espacio llegando desde atrás para recibir un centro desde los costados, como aquel gol que le marcó a Racing en el Monumental, o un lanzamiento de frente, como el atajadón de Agustín Rossi ante el cabezazo de emboquillada en el último superclásico ante Boca, en Núñez; Simón también da la impresión de asociarse mejor desde un juego corto y una triangulación para luego llegar desde atrás para pisar el área y desequilibrar. Enzo Fernández muchas veces “descansaba” inconscientemente con el golazo hecho o algún remate desde afuera muy bueno pero luego no tenía la continuidad en toques de pelota que River necesitaba de él durante los 90 minutos. Y el pase filtrado de Enzo Fernández para Julián Álvarez es una de las herramientas que puede ofrecer mayor lucidez.
“A veces el estado emocional, cuando no podemos resolver en nuestros buenos momentos con gol, genera cierto estado de ánimo. Tuvimos buenos pasajes en el partido, fue vibrante, durante mucho tiempo tuvimos el control, nos costó tomar buenas decisiones. Nos está faltando confirmar los buenos momentos con gol, entonces no puedo decir que el equipo jugó mal, por momentos jugó bien, tuvo dinámica y situaciones de gol. Otra vez nos pasó lo mismo, no tuvimos puntería”, dijo Gallardo tras la derrota con Colón.
La falta de gol (desde los refuerzos y en la cancha) le genera un apuro a River que lo confunde. Hoy cuando River se para frente al espejo se ve con un ataque desesperado y tirando centros o rematando desde afuera del área en exceso, pero sin tanta claridad en el juego corto. Sobre todo en los últimos años, el principal potencial de River de Gallardo fue la elaboración del juego interior (los ataques interiores). Eso se generaba con la apertura de los laterales pero no como finalizadores de jugadas, no eran ellos los que desbordaban y tiraban los centros (aunque también lo hacían, claro) sino que la prioridad era que ellos funcionen como ‘apoyos’ para ensanchar el campo y volver hacia adentro para que sean los volantes los asistidores y definidores.
El foco de River, mientras espera sumar poder de fuego con delanteros, debería ajustarse primero en volver a elaborar mejor. Con más pausa y sin tanto apuro. El “vísteme despacio que estoy apurado” de Napoleón podría aplicarse al contexto actual del equipo de Gallardo.