La nueva realidad de Boca: se puede permitir una derrota por su mejoría en el juego y los resultados
La caída 1-0 ante Central Córdoba en Santiago del Estero le cortó una racha de cuatro victorias consecutivas
Un raid triunfal de peso, que le había traído tranquilidad y algunas señales futbolísticas interesantes. La caída ante Central Córdoba es recuperable matemáticamente en una competencia que está despegando, pero lo sacó del registro de equipo de mano pesada y contundente, que manejaba los resultados con autoridad.
No fue menos que Central Córdoba y fue derrotado en un segundo tiempo en el que creó media docena de situaciones de gol, pero pagó caro un descuido defensivo. Adoleció de contundencia en las áreas, una de sus virtudes.
Inflamado por el gran ambiente que había en el estadio, Central Córdoba tuvo un comienzo muy impetuoso. Casi que salió a llevárselo por delante a Boca, con una presión muy sostenida en todos los sectores. Apenas iban 15 segundos cuando el uruguayo Renzo López se zambulló para intentar alcanzar un centro cruzado desde la izquierda.
Lo más destacado de Central Córdoba 1 - Boca 0
El equipo local era puro desgaste, mientras Boca intentaba acomodarse, sin dejarse arrollar. Mucho pelotazo para que López hiciera de pivote y Kaprof fuera a buscar la descarga; la doble punta de Central Córdoba exigía a Izquierdoz y Rojo, que por poco no le comete penal a Kaprof en una entrada frontal. No sería el primer desajuste de la zaga visitante.
Era previsible que el desgaste y el despliegue del conjunto de Rondina iban a ser insostenibles de manera continua. A partir del primer cuarto de hora, la intensidad empezó a bajar. Un remate de González Metilli despejado al córner por Rossi con una gran atajada fue el último ramalazo local, antes de que las revoluciones de su maquinaria entraran en descenso.
Boca, aunque hacía poco, no entraba en pánico. Está acostumbrado a convivir con los momentos desfavorables de un partido, sin pagar un costo excesivo en el resultado. A partir del toque orientado y el orden de Pol Fernández empezó a tomar las riendas; Varela, poco influyente en el corte, se hizo ver con los pases de apertura. En ataque, el más activo era el “Changuito” Zeballos, que en su tierra natal conducía hacia adelante y preocupaba a la defensa local con su capacidad para salir por cualquiera de los dos perfiles. Por la izquierda se le asociaba Fabra para descargar y combinar. Los dos sintonizan la misma frecuencia futbolística: buen control de pelota y sentido de la profundidad. Se buscan y encuentran fácil.
Con Villa en el banco por descanso y Salvio lesionado, Boca extrañó un tercer delantero de pique y desborde. Por primera vez, Benedetto y Orsini compartieron la ofensiva. Dos centro-atacantes desafiados a entenderse y complementarse, con un mayor sacrificio de parte de Orsini, recostado sobre la derecha.
Con dificultades para construir juego fluido, Boca no se puso colorado por la necesidad de recurrir al pelotazo en forma de centro. Con la pelota detenida o en movimiento, saturó el espacio aéreo de la defensa local, que no le quitó el cuerpo a la contienda. Al partido podía faltarle buena técnica y estética, pero nunca esfuerzo ni entrega.
La situación más clara de Boca en la primera etapa fue a partir de una pelota que Benedetto le robó a Bay sobre la línea de fondo; su rasante asistencia fue desaprovechada por Ramírez frente al arco.
El segundo tiempo cambió el guion. La mejoría futbolística de Boca, que pudo abrir el marcador con Benedetto y Pol Fernández, se combinó con sus concesiones defensivas. El partido tuvo unos minutos caóticos. De una falla en cadena entre Izquierdoz y Fabra llegó el gol de González Metilli.
El desarrollo se alborotó y, como si tuviera poco, el VAR entró en escena para levantar la temperatura. Tras infinidad de revisiones, el árbitro Pablo Echavarría cobró penal por un toque casi imperceptible de Weigandt a Metilli. Rossi extendió su postgrado como atajador de penales al desviar la ejecución de López; Soraire había convertido tras tomar el rechace, pero todo fue anulado por invasión de zona, otra vez con el VAR como sentencia. Las minucias de la tecnología entraban de lleno en un partido rústico.
Battaglia buscó más verticalidad con el ingreso de Villa y asociación con Molinas. Central Córdoba, con la confianza recuperada, se apretó en su campo, mientras Boca transmitía síntomas de nerviosismo y apuro.
También había ingresado Vázquez para percutir en el área. Aun con desesperación, Boca pudo empatar con un remate de Villa que sacó Toselli y uno de Vázquez que salió junto a un poste.
Algunas ausencias, cierta pasividad en el primer tiempo y el desconcierto de verse en desventaja cuando más estaba haciendo para ganar (y luego empatar), sacaron a Boca de la senda ganadora que transitaba. La caída, aunque no haya sido la primera en su historial contra Central Córdoba, no debería generar el ruido que tuvieron otras en el pasado cercano, pero el chirrido queda sonando y le convendrá desactivarlo cuanto antes.