En offside
River jugó otro mal partido y perdió en Santa Fe con Colón, con gol que Wanchope hizo en offside y el VAR decidió cobrar. No metió ningún gol en tres partidos. Preocupante.
De hecho, en el momento en el que el VAR decidió que no había offside de Wanchope, en una jugada que por la tele fue offside sin dudas, se apagó RIver. En lugar de ir en busca del empate con agresividad y desesperación, con decisión, todo lo contrario, se fue entregando mansamente ante un rival que trataba de que no pasara gran cosa y se dedicó a no sufrir ante la inexpresividad absoluta de nuestro equipo.
RIver tuvo algunos aprontes en los que pudo hacer la diferencia. El gol que se perdió Julián Álvarez al final del primer tiempo, tras la muy buena cesión de Barco, es difícil de creer en un jugador de su calidad. Lástima. Puede pasar. Lo que es más doloroso es advertir con frecuencia que no tenemos respuesta en la adversidad.
La tibieza de los últimos minutos, la impotencia, la sensación de que no había manera de torcer una historia por la que el rival no hizo demasiado, son preocupantes. Estamos en un muy mal momento futbolístico y hay que admitirlo. Así como disfrutamos mucho cuando RIver juega bien, también hay que reconocer cuando estamos mal.
Cuando un equipo está mal pasa lo que pasó con Colón. Los que entran como recambio no aportan soluciones ni cambian el curso inexorable de las cosas. Además, parecería que si no es Julián no hay manera de meter un gol, a menos que el Enzo chico meta un zapatazo de 30 metros. La ineficacia de las pelotas paradas también es un déficit del que ya parece una repetición hacer referencia.
La manera a la que apuesta River es a brillar. Para eso debe salir todo a la perfección. Como hemos visto tantas veces, que el equipo funcione como una orquesta bien afinada para que Julián termine en un porcentaje medianamente aceptable lo mucho que se genera cuando todo el sistema va como piña. Cuando hay algún eslabón que se manca, chau, todo se hace cuesta arriba y no sabemos remar. O sale todo o no sale nada.
Estamos viendo un RIver extraño. Tal vez también los jugadores extrañan los bombos que injustificablemente faltan en el Monumental. El sentir que no da todo igual, que hay que jugar más que el rival pero también hay que meter más que el rival. Que nos están complicando rivales que se saben inferiores y que sólo intentan que no les ganemos. Los rivales pelean como leones para tratar de que no los superemos. Nosotros nos entregamos mansitos. Disculpen los jugadores. Seguramente dejan todo y terminan extenuados, pero la sensación que transmite el equipo es esa. Tibieza.
Como ejemplo el gol en offside de Wanchope. Demasiado fácil. Yo quiero centrales que le hagan la vida imposible al delantero rival y no que se desentiendan esperando que llegue el offside salvador.
No es el signo del ciclo. Inaceptable para lo que hemos visto. Una sensación de estar bloqueados, sin respuestas, con una baja de ánimo y de tensión alarmantes.
Acá no hay salvadores. No es cuestión de Suárez, Alvarez o el Beto Alonso. Acá tiene que aparecer el equipo y decir presente. Si no, seguiremos deambulando con pena y sin gloria.