El nuevo refugio de los oligarcas rusos que ya no se sienten seguros en Europa tras la invasión a Ucrania
Quienes antes del 24 de febrero elegían destinos exclusivos de Francia, Suiza, Gran Bretaña y Alemania, ahora deben buscar pasar sus vacaciones en países neutrales donde no exista el peso de las sanciones económicas
Quienes conocen del fenómeno dicen que los oligarcas —como se los conoce a los hombres y mujeres más ricos y ligados al Estado Rusia— la llaman “Dubaisk”.
Antes de la invasión, solo el 3% de los vuelos privados que salían de Rusia volaban a los Emiratos Árabes Unidos, principalmente a Dubai, según un análisis del New York Times de miles de registros de RadarBox.com, una empresa de seguimiento de vuelos. Esa cifra aumentó al 6% en las semanas posteriores al comienzo de la invasión y al 14% en el mes de mayo.
Dichos registros brindan evidencia sorprendente de que las sanciones occidentales por la guerra en Ucrania lograron cambiar drásticamente la vida y los hábitos de la élite rusa. El análisis incluye tanto los jets de propiedad privada como los alquilados por empresas comerciales, aunque los patrones de vuelo sugieren que la mayoría de los jets son de propiedad privada.
Antes de la invasión del 24 de febrero, incluso en medio del profundo congelamiento de las relaciones entre Rusia y Occidente, los lujosos patios de recreo europeos en Gran Bretaña, Francia y Suiza ofrecían refugios para los superricos de Rusia. Pero ahora, con el espacio aéreo europeo cerrado a los aviones rusos y los países europeos confiscando los activos de los oligarcas rusos, los días de volar a Ginebra para un viaje de compras de fin de semana parecen haber terminado.
Ese éxodo también puede verse en IFZA, una de las muchas zonas francas creadas en Dubai para atraer las inversiones extranjeras, donde “el número de empresarios y start-up (empresas emergentes) rusas se ha multiplicado por diez en comparación al año pasado”, según su director ejecutivo, Jochen Knecht.
“Comenzó con las empresas de tecnología, de software. Ahora hay todo tipo de compañías, galerías de arte, revendedores, proveedores de repuestos”, enumera.
Las empresas “vienen con empleados, alquilan oficinas, almacenes”, añade este expatriado a Dubai, uno de los siete emiratos que componen Emiratos Árabes Unidos.
Asfixiados por las sanciones económicas impuestas a Moscú, los jefes de empresas son seducidos por el centro de negocios y finanzas de Dubai, con fiscalidad ventajosa, pero también por la neutralidad declarada del país frente al conflicto ucraniano, explica Knecht.
Los “inversionistas rusos son bienvenidos”, insistió, en un país de nueve millones de habitantes -90% extranjeros-, mayoritariamente trabajadores poco calificados de Asia. Dubái busca también atraer inversiones en plena recuperación tras el covid-19.
Destino turístico de lujo y a menudo acusado de paraíso fiscal, Dubai siempre ha sido frecuentada por una clientela rusa adinerada, interesada sobre todo en el sector inmobiliario.
Entre ellos hay magnates hoy sancionados por los occidentales, como el antiguo propietario del club de Chelsea, Roman Abramovitch, que visitó casas en Dubai en marzo, según la agencia Bloomberg.
Durante las vacaciones de mayo en Rusia, organizadas por el Día del Trabajo el 1 de mayo y el Día de la Victoria en la Segunda Guerra Mundial el 9 de mayo, un desfile de celebridades rusas llegó a Dubai. El más llamativo entre ellos: Dmitri Kiselyov, el presentador del programa de propaganda semanal de marquesina en la televisión estatal rusa, en el que regularmente amenaza a Occidente con la aniquilación nuclear. En Dubai fue fotografiado con una bebida fría en la mano en un bañador rosa.
Además de Dubai, también están apareciendo como destinos de los super ricos ruos Kazajstán y Turquía, países que no se sumaron a las sanciones contra Rusia y que han proporcionado un hogar para las empresas rusas que abandonan el país. Azerbaiyán, una ex república soviética que aún mantiene estrechos vínculos con Rusia y Ucrania, también se ha beneficiado del aumento de los viajes en aviones privados. Sin embargo, los tres son vistos como destinos para gente “común” por los poderosos rusos.