El Atleti y todos sus casos por resolver

Veinte cedidos del club rojiblanco vuelven a la disciplina este julio. La dirección deportiva tiene trabajo. Mucha ‘patata caliente’ y poco sitio, salvo para Saúl y Morata.

Patricia Cazón
As
El Atleti tiene trabajo este julio. Componer una plantilla para volver a competir de verdad en la 22-23 en la que estarán 21, 22 jugadores, el número con el que siempre trabaja el Cholo. Cuando vuelva al trabajo en la segunda semana de julio, le sobrarán 20. Porque ese es el número de los que vuelven, los que regresan de sus cesiones. Pocos van a quedarse. Muy pocos. Los que han brillado aún son muy jóvenes (Camello y Riquelme en el Mirandés, Manu Sánchez en Osasuna, Camello en Tenerife), los que no son demasiados. Vitolo, Gbric, Arias... Sólo Saúl y Morata, que no saldrá si al final la Juve no alcanza las condiciones que pide el Atleti (ha pedido facilidades, pago de los 30 millones en diferido o, incluso, plantear otra cesión), parecen tener el sitio fijo. Un jugador y medio. Entre veinte. Muchos casos sin resolver.

Existen varios estados. Por un lado esos primeros nombres, los de los únicos que pueden quedarse. Saúl, por ascendencia y pasado, porque durante años tuvo la férrea confianza del Cholo, porque desde el Atleti se espera que su cesión en Londres sea como la de Carrasco en China: sólo enriquecedora. En el Chelsea todo fue mal desde el principio. Errático en su primer partido (el primer posible, 4ª jornada de la Premier, ante el Aston Villa), no logró ganarse el sitio con Tuchel. Morata, mientras, es clave para Allegri. Le quiere y le quiere pero tiene un problema: a la Juve le falta dinero, no le puede comprar, llegar a los 35 millones que pide el Atleti. Si no vuelve a Italia, se quedará en España. En su única temporada completa como rojiblanco, y compitiendo con un Costa que era titular en los duelos importantes aunque ya estuviera en declive, hizo 16 goles, tres más que los dos máximos goleadores del Atleti esta 21-22, Suárez y Correa.

Vitolo, Gbric, Arias...

Ellos, como en aquella película de Netflix, El hoyo, están en los primeros pisos. A continuación aparecen las ‘patatas’, futbolista que pudieron ser pero no fueron. Léase esos Vitolo, Gbric o Arias. A ninguno de los tres les ha ido bien el año lejos, ni en el Getafe (ni testimonial, apenas un 6% de los minutos jugados), ni en el Lille (58%, de más a menos, con un final de temporada con sus guantes cantando traviattas), ni en Granada (14%) respectivamente. Si se buscó revalorizarlos, nada más lejos: vuelven devaluados. Lo de Nehuén Pérez tampoco fue mucho mejor en el Famalicao (apenas un 24% de los minutos jugados). En un punto intermedio estaría Nehuén Pérez (ni frío ni calor en el Udinese, un 50% del tiempo jugado).

Germán Burgos llamaba a la puerta del Metropolitano hace una semana junto al presidente del equipo que entrena desde el pasado invierno, el Aris griego, pidiendo cesiones. Alguno de los últimos nombres podrían entrar. Los de Camello o Riquelme no. Su sitio está en Primera. Quizá Rayo (en el caso del primero), quizá Getafe (Ángel Torres ha pedido), la Segunda, según confesaba el delantero a AS, se les ha quedado pequeña: son los únicos rojiblancos cuyas cesiones se pueden escribir en mayúsculas. Mollejo, por segunda temporada consecutiva, juega playoff de ascenso (Mallorca en la 21-22, Tenerife ahora). El Zaragoza también ha llamado a las puertas del Metropolitano pidiendo cesiones. La de Garcés en el Lega terminó mejor que empezó. Valera descendió con la Real Sociedad B. Sanabria se queda en México. Y ahí regresarán esos nombres en la búsqueda de seguir haciéndose hombres: Ismael, Soriano, Calavera, Cedric, Mariano y Abde.

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