Cumbre de las Américas: un arranque en el que las diferencias quedaron expuestas a pesar de los llamados a la unidad
En el primer plenario en Los Ángeles, los jefes de Estado de Belice y Argentina enfrentaron al anfitrión
“Juntos”, “Unidad, “Desarrollo económico” y “vencer la desigualdad” y la necesidad de hacerlo “pronto”, “urgente” si es posible, fueron conceptos que se repitieron en los discursos de Joe Biden (anfitrión), Johnny Briceño (primer ministro de Belice y presidente del CARICOM), Laurentino Cortizo (Panamá y SICA), Mario Abdo (Paraguay y Mercosur), Alberto Fernández (Argentina y CELAC) y Antonio Guterres (ONU).
Pero enseguida quedó expuesto que la unidad y la premura no aplican a los mismos objetivos.
Biden propuso “trabajar juntos para demostrar el poder de la democracia”, esbozó sus propuestas de financiamiento para el desarrollo económico, mejorar el acceso a la salud y el avance hacia energías renovables a la vez que se encara “de manera conjunta” el desafío de la inmigración. “No importa lo que ocurra en el mundo, América siempre será una prioridad para Estados Unidos”, dijo el presidente de Estados Unidos.
Pero instantes después, los jefes de Estado de Belice y Argentina salieron en defensa de las dictaduras de Cuba y Venezuela e interperlaron con dureza a Biden por la decisión de la Casa Blanca dejar fuera de la Cumbre a Miguel Díaz-Canel, Nicolás Maduro y Daniel Ortega.
El presidente argentino se pronunció en contra de los embargos económicos contra Cuba y Venezuela, dijo que “hubiera querido otra Cumbre de las Américas” y, mirando a Biden, sentenció que “el hecho de ser país anfitrión de la Cumbre no otorga la capacidad de imponer un derecho de admisión sobre los países miembros del continente”.
No se quedó allí porque acusó a la Casa Blanca de utilizar la OEA “como un gendarme” y de “apropiarse” de la presidencia del BID y pidió remover la conducción de ambos organismos. Un reclamo curioso puesto que, más allá de polémicas y del respaldo fundamental de Washington, Luis Almagro fue reelecto en 2020 en la OEA y Mauricio Claver-Carone electo por primera vez ese mismo año en el BID con el amplio respaldo de votos de todo el continente. Una legitimidad que no pueden exhibir ni Díaz-Canel, ni Maduro ni Ortega.
Por último, Fernández cumplió fielmente el papel de vocero de Maduro que hace pocos días había pedido públicamente al presidente argetino que invitara a Biden a una cumbre de la CELAC.
Un rato antes, quien había sido el primero en salir en defensa del régimen cubano fue el primer ministro de Belice, que suele recibir en su territorio las misiones médicas cubanas en su país, y calificó como “incomprensible” e “imperdonable” la ausencia de Cuba en la Cumbre.
En tanto el paraguayo Mario Abdo puso el foco en la violencia y el narcotráfico. “El crimen organizado es trasnacional, la respuesta para enfrentarlo tambien debe serlo”, reclamó al recordar el reciente asesinato del fiscal Marcelo Pecci en Colombia, y pidió “no dar tregua a la delincuencia organizada que pretende capturar espacios que corresponden a los representantes de las voluntad popular”.
“Creo que empezamos fuerte”, reconoció Biden sobre el final de la jornada inaugural, e intentó cerrar con una mirada optimista que no parecía sencilla de sostener: “A pesar de los desacuerdos relacionados con la participación, creo que en los asuntos sustanciales escuché unidad”.