Cinco revelaciones sobre una complicación del COVID-19 en niños y adolescentes de América Latina
Se trata del impacto del síndrome inflamatorio multisistémico. Investigadores de la Argentina y Costa Rica publicaron una revisión de estudios de la región. Qué descubrieron
Se trata de una revisión sistemática de 33 estudios con un total 592 pacientes y 10 boletines epidemiológicos. Los resultados son un recordatorio sobre la urgencia del acceso equitativo a la vacunación contra el COVID-19 y a las dosis de refuerzo como una herramienta eficaz para que las niñas, los niños y los adolescentes reduzcan el riesgo de desarrollar el síndrome inflamatorio.
El trabajo fue realizado por investigadores del Hospital de Pediatría “Prof. Dr. Juan P. Garrahan”, el Centro de Investigación en Epidemiología en Salud Pública (CIESP) con sede en el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS) y el Hospital General de Agudos “Vélez Sarsfield”, en Buenos Aires, Argentina, y el Hospital Nacional de Niños Dr. Carlos Sáenz Herrera de Costa Rica. Fue publicada en la revista especializada Frontiers in Pediatrics.
“Es la primera revisión sistemática con meta-análisis que incluyó información de vigilancia epidemiológica de Latinoamérica y Caribe entre 1 de marzo del 2020 al 30 de junio del 2021″, contó a Infobae Silvina Ruvinsky, infectóloga pediátrica y coordinadora de Investigación Clínica y Sanitaria del Hospital Garrahan. Se hizo con el objetivo de identificar posibles patrones o características del comportamiento del síndrome inflamatorio multisistémico en Latinoamérica y Caribe. Antes, solo se habían publicado revisiones de estudios enfocadas en Colombia o a nivel global.
Se trata de un nuevo trastorno que se generó como consecuencia de la infección por el coronavirus. En abril de 2020 se encontró que un pequeño grupo de niños que había tenido el COVID-19 mostraba características clínicas que se correspondían con los criterios de diagnóstico de la enfermedad de Kawasaki, por la cual los vasos sanguíneos se inflaman en todo el cuerpo, y da lugar a una fiebre persistente.
Un mes después, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo definió como “síndrome inflamatorio multisistémico” en niños y adolescentes y pidió a los países que reportaran los casos que se diagnosticaran. Desde entonces, se llevaron a cabo diferentes estudios para comprender de qué se trata y cómo afecta.
Aquí van los 5 hallazgos de la nueva revisión de estudios en América Latina:
1- El promedio de edad de los afectados por el síndrome inflamatorio es de 6 años
Al hacer la revisión sistemática en América Latina, “encontramos que la mediana de edad observada fue de 6.6 años. Es levemente inferior a la reportada en estudios realizados en Europa y Estados Unidos, donde las edades fueron entre 7 y 9 años”, afirmó la doctora Ruvinsky. “Sería interesante investigar posibles causas sociodemográficas, étnicas, epigenéticas que puedan explicar esta diferencia”, remarcó. Uno de los síntomas más frecuente fue fiebre.
“Los cuadros clínicos son variables, en ocasiones similares a la Enfermedad de Kawasaki o síndrome de shock toxico. Es decir, el cuadro clínico similar a la enfermedad de Kawasaki es una de las expresiones clínicas del síndrome inflamatorio multisistémico”, precisó Ariel Bardach, director, investigador del CIESP y del Conicet y uno de los coautores. La enfermedad de Kawasaki fue descrita por Tomisaku Kawasaki en 1967 en Japón. Su causa aún no se conoce bien.
2- La mayoría de los niños que tuvieron la secuela eran sanos antes del COVID-19
En 2020 se creyó que las niñas, los niños y los adolescentes que tenían enfermedades respiratorias o que afectaban al sistema inmune podían estar en mayor riesgo de padecer el síndrome inflamatorio multisistémico. Sin embargo, la revisión en América Latina derribó esa creencia. Dentro del total de niños y adolescentes afectados por el síndrome, sólo un tercio tenía una o más comorbilidades previas.
El hallazgo del trabajo significa que la amplia mayoría de las chicas y los chicos que tuvieron el síndrome inflamatorios eran sanos antes de tener la infección por el coronavirus. Entre los que sí tenían alguna enfermedad previa, los investigadores observaron que las más frecuentes eran obesidad o sobrepeso, enfermedad pulmonar crónica, enfermedades onco-hematologicas y enfermedades neurológicas.
“Esta revisión confirma que los niños sanos también pueden desarrollar el síndrome inflamatorio multisistémico. Por lo cual, es otra de las razones por las cuales estamos incentivando a que los niños y los adolescentes vayan a recibir las vacunas contra el COVID-19 y las dosis de refuerzos”, dijo a Infobae la médica Gabriela Ensinck, integrante de la comisión de infectología de la Sociedad Argentina de Pediatría, que no participó en el trabajo.
3- Los chicos afectados se contagiaron más el virus a partir de sus convivientes
Los casos con el síndrome que se tuvieron en cuenta en la revisión fueron principalmente de la Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México, Perú y Venezuela. “El mayor número de casos fueron observados luego de 2 a 5 semanas de ocurrido el pico de circulación viral por COVID 19 de casos comunitarios en los países analizados”, señalaron. Otro hallazgo fue que el 60% de los casos tenían contacto con uno o más familiares convivientes que tenía el COVID 19, a diferencia de otros estudios en los Estados Unidos y Europa donde solo hasta el 20% de los afectados por el síndrome tenían este antecedente.
Los investigadores sugirieron una explicación para esa diferencia: “Este alto porcentaje de convivientes positivos podría estar en relación con condiciones sociodemográficas propias de América Latina, donde el hacinamiento puede ser un factor a considerar en la respuesta inmunitaria inflamatoria”, expresó el doctor Bardach, en el diálogo con Infobae.
4- Muchos afectados recibieron antibióticos pero no tenían una infección bacteriana
Al analizar los boletines epidemiológicos, los investigadores encontraron un sub-registro de casos y fallecimientos. “Estas diferencias pueden tener relación a la falta de denuncia obligatoria en algunas regiones o al subregistro, y es un llamado de atención a la necesidad de reforzar la importancia de la vigilancia epidemiológica de la región a fin de contar con información adecuada en tiempo real”, advirtieron Ruvinsky y Bardach.
En cuanto a los tratamientos, los pacientes con el síndrome inflamatorio en América Latina recibieron gammaglobulina sola o en combinación con corticoides. El 79% de los pacientes con el síndrome recibieron tratamiento antibiótico, contaron los investigadores. Sin embargo, los pacientes no tenían una infección bacteriana que justifique el uso de esos antibióticos.
Ese hallazgo significó que el síndrome inflamatorio sin infección bacteriana asociada es una causa frecuente reportada de uso inapropiado de antimicrobianos durante la pandemia en pacientes pediátricos, alertaron. Es una muestra de un grave problema de salud pública mundial: los fármacos para el control de las infecciones por bacterias se usaron más en casos de pacientes que no los necesitaban.
“El trabajo publicado revela el mal uso de los antibióticos en la población afectada por el síndrome inflamatorio multisistémico y realmente es preocupante. Si bien a veces se administran antibióticos en situaciones de emergencia, no se justifica el uso de antibióticos si los pacientes no tienen infecciones bacterianas. El mal uso de los antimicrobianos promueve el desarrollo de microorganismos resistentes que afecta no solo a las personas hospitalizadas sino para el resto de la sociedad”, señaló a Infobae la especialista Analía De Cristófano, que fue una de las revisoras de la guía sobre el trastorno de la Sociedad Argentina de Infectología y se encuentra a cargo de infectología pediátrica del Hospital Italiano de Buenos Aires.
5- La mortalidad por el síndrome es mayor en América Latina que en los países desarrollados
La mortalidad observada en la revisión en América Latina fue levemente superior (4%) a la reportada en países desarrollados (1-2%). También se encontró que la mortalidad reportada en aquellos pacientes que requirieron ingreso a unidades de cuidados intensivos también fue superior (7%) en comparación con la de los países desarrollados (3-4%).
“Esto puede tener relación a la heterogeneidad entre los países de la región, la presencia de comorbilidades asociadas o las dificultades o demoras en el diagnostico precoz y el acceso a centros de alta complejidad”, comentaron los investigadores. En la revisión, también colaboraron Carla Voto, Macarena Roel, Ana Fustiñana, Natalia Veliz, Martin Brizuela, Susana Rodríguez, y Rolando Ulloa-Gutiérrez.
“Es importante que se haya realizado esta revisión sistemática sobre el síndrome inflamatorio multisistémico en América Latina. Se trata de un desorden nuevo y interesante comprender cómo afecta a las infancias en nuestra región. Es también un llamado de atención para que las familias acompañen a los niños y a los adolescentes para aplicarse las vacunas contra el COVID-19. Hay evidencia que con las vacunas de ARN mensajero, se reduce el riesgo de desarrollar el síndrome tras el COVID-19. Aún no hay datos disponibles con respecto a las vacunas como la de Sinopharm con respecto al síndrome”, dijo a Infobae el especialista en infectología pediátrica Enrique Casanueva, del Hospital Universitario Austral, quien no participó en el trabajo publicado en Frontiers in Pediatrics.
En la Argentina, el último reporte oficial sobre el síndrome inflamatorio es del 21 de marzo pasado. Según el Ministerio de Salud de la Nación, se confirmaron 226 casos de pacientes con el síndrome y un solo fallecimiento. El número de afectados reportados fue disminuyendo con el avance de la pandemia. Durante 2020, se notificaron 139 afectados. En 2021, hubo 85, y durante los primeros tres meses de 2022, 2 casos.
¿Por qué los casos de pacientes con el síndrome serían menos este año a pesar de que la pandemia aún no terminó? Consultado por Infobae, Facundo Jorro Barón, del comité de emergencias y cuidados críticos de la Sociedad Argentina de Pediatría y médico de terapia intensiva del Hospital de Niños Pedro Elizalde en la ciudad de Buenos Aires, respondió que el descenso de casos reportados con el síndrome inflamatorio “sería por el impacto de la cobertura de la vacunación. También la inmunización hizo que haya menos casos de COVID-19″.
En enero pasado, un estudio realizado por investigadores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) en los Estados Unidos había demostrado que la vacunación también ayudaba a la prevención del síndrome inflamatorio multisistémico. Ese trabajo demostró que dos dosis de la vacuna condujeron a una reducción del 91% en la probabilidad de desarrollar el síndrome. El 95% de los adolescentes que fueron hospitalizados con el síndrome y el 100% de los pacientes en estado crítico que requirieron soporte vital no estaban vacunados.