Alemania sigue perdida

Tercer empate consecutivo en esta Nations League para una ‘Mannschaft’ que no despega a cinco meses del Mundial. Nagy anotó a los 5′ y Hofmann empató en el 8′ tras un brillante pase de Schlötterbeck. No jugó Rüdiger, sancionado.

Javier Martín
As
Con el silbato del colegiado Sánchez Martínez y una revolución light de Hansi Flick, Alemania se plantaba en el Puskás Arena con la obligación moral y matemática de empaquetar los tres puntos tras una presentación fría en esta nueva edición de la Nations League. Dos empates de sensaciones tibias, uno ante Italia y otro ante Inglaterra, a los que añadió un tercero que evidencia el hecho de que quedan muchas piedras por poner en su particular reconstrucción. Con la entrada de Süle, Kehrer, Goretzka y Werner, una modificación por cada línea, pretendía el seleccionador encontrar el corazón de La Mannschaft. Ese con el que finalizó una casi inmaculada clasificación al Mundial de Qatar con siete victorias consecutivas que ahora se ven empañadas a cinco meses de la gran cita.

A la causa faltó Rüdiger, el nuevo flamante fichaje madridista, sancionado. Su ausencia desvistió de autoridad la zaga de tres integrantes por la que volvió a apostar de nuevo Hansi Flick, pero no fue el único debe que se apuntó el técnico en su libreto. La excesiva sobreexcitación con la que compareció esta baby Mannschaft (casi 26 años de media) acabó por derivar en ansiedad y precipitación iniciales, consumadas en el primer revés. Orban envió desde la retaguardia un balón medido al galope de Fiola. La mano felina de Neuer salvó el cabezazo de Sallai, pero estaba vendido ante Zsolt Nagy, que fusiló a placer tras recoger el rechace en área pequeña.

De otro envío kilométrico nacería el empate. Tres minutos y tres toques le bastaron a Alemania para empatar. Los prismáticos y la zurda de seda de Nico Schlötterbeck, que demostró por qué es el centinela nacional del futuro, encontraron el desmarque afilado de Jonas Hofmann, que con dos toques salvó la salida de Gulácsi y anotó a placer. Ahí estaba el corazón y la casi inigualable genética competitiva teutona para reiniciar el partido. El gol liberó los fantasmas de Alemania. Por el pasillo Schlötterbeck-Kimmich-Musiala y la inagotable movilidad de Timo Werner encontró la fluidez necesaria para enseñar colmillo y mostrar el pesaje de su escudo, pero Hungría demostró ser más hueso que cenicienta.

Las arenas movedizas de Hungría

Dura, hermética y con tres demonios arriba, evidenció que este grupo 3, con Italia e Inglaterra, es de alto voltaje. Un disparo demasiado cruzado de Werner, un cabezazo mordido de Havertz y una rosca a pie cambiado de Raum dejaron pasar los mejores minutos de los de Flick. Este último, el carrilero del Hoffenheim, también neutralizó al galope un posible mano a mano ante Neuer, que volvió a exhibir reflejos ante un disparo a bocajarro de Fiola. Szoboszlai y ese bomba inteligente a balón parado con su copyright también avisaron. Al descanso, Alemania disfrutaba de una sensación de falso control, asomándose sobre los dominios de Gulácsi pero con tendencia a mirar más hacia delante que hacia atrás. Los pecados de juventud de una selección todavía en transición y rejuvenecimiento.

Hungría encontraba la fuga de agua a la espalda de Kimmich, desbordado. Flick trató de estirar tanto al equipo a lo largo y ancho que abandonó a su suerte al centrocampista del Bayern, con infinidad de virtudes, pero con las físicas a la cola. Alemania sacrificó entonces verticalidad por seguridad, con Hungría, fortificada atrás, aceptando la propuesta de buen grado. Esa suma resultó en media segunda parte prácticamente intrascendente. La Mannsachft fue dejándose atrapar por el espesor del partido, con la selección magiar soltando aguijonazos: Sallai no aprovechó un regalo de Kehrer y una mano de acero de Neuer evitó el golazo de Gazdag. Entre medias, Hoffman pecó de generoso en un mano a mano con Werner de acompañante.

Ni el toque de corneta de Flick desde el banquillo, con las entradas de Gündogan, Brandt, Müller, Nmecha o Adeyemi consiguió dar un vuelco a la situación. Alemania volvió a tomar el bastón de mando del partido, pero su embestida final apenas hizo cosquillas a Hungría, al que este cuarto punto le sabe a gloria. De hecho, pudo incluso haber celebrado la victoria si Adam hubiera acertado con un cabezazo a bocajarro que acabó en los guantes de Neuer, más usados de lo que esperaba. Flick deberá seguir tratando de buscar la solución al enigma a contrarreloj. ¿Por qué esta selección no acaba de despegar?

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