Un nuevo Hazard

El belga ha vuelto a entrenar y lo hace sin el 'estatus' de crack que siempre le acompañó. Con Vinicius y Rodrygo al alza, y Mbappé en el horizonte, necesita reinventarse.

Fernando S. Tavero
As
El 13 de junio de 2019 arrancaba algo que parecía un cuento de hadas. "He soñado con este momento desde muy pequeño. Desde que empecé a jugar en el jardín de casa con mis hermanos. En ese momento empecé a apoyar al Real Madrid", confesaba Eden Hazard, tras darse un baño de masas en su presentación con el Madrid. Tenía 28 años y llegaba con la vitola de Galáctico, aunque él huyese de ella: "Todavía no, espero serlo algún día". Casi tres años después, acaba de volver a los entrenamientos, esa etiqueta queda lejos y tiene ante sí, ya sin la placa de titanio que le atormentaba, la oportunidad de reinventarse.

Este 29 de marzo, Hazard decidía que no podía esperar más, era el momento de decir adiós a la placa de osteosíntesis en su peroné derecho que tantos problemas le había causado. No solo físicos, sino también mentales. En 2017 comenzó su calvario verdadero, al sufrir una fractura infrasinsdesmal del peroné derecho que derivó en una baja de tres meses. A su vuelta le acompañaba una placa destinada a dar estabilidad a la articulación del tobillo. No obstante, cuando el Hazard brillante empezó a perder resplandor fue poco después de esa presentación multitudinaria, el 26 de noviembre de 2019.

El día del PSG...

Tras un inicio al tran tran, el de La Louviére comenzaba a coger vuelo cuando, en un partido ante el PSG, su compatriora Meunier enfangó su progreso con una entrada. El hematoma se convirtió en fisura y en febrero empeoró, obligándole a pasar por quirófano en marzo de 2020. Se puso en manos del doctor Eugene Curry, en Dallas, y reapareció con una nueva placa de titanio. Pero no reapareció el Hazard del Chelsea, sino una versión sin chispa. La 2020-21 tampoco fue la campaña de su recuperación e iniciaba la presente con cinco goles y ocho asistencias en su haber. Números que refrendaban las sensaciones, difusas como su estado físico.

Ancelotti le entregaba las llaves de la banda izquierda de inicio en cuatro de las cinco primeras jornadas. Sin embargo, el que hizo suyo el carril del 11 fue un Vinicius que comenzó montado en cohete la temporada. El brasileño calibraba su punto de mira al tiempo que Hazard iba perdía importancia en los esquemas de Carletto. Algún flashazo, como su actuación ante el Elche en Copa (marcó el 1-2 final en la prórroga), avivaba la esperanza, pero los brotes verdes nunca terminaron de germinar. Cuando Eden entendió que había perdido la confianza de su técnico, al enlazar cinco partidos a cero consecutivos (Rayo, Real Sociedad, PSG, Mallorca y Barça) entre el 26 de febrero y el 20 de marzo, optó por la mencionada retirada de la placa de la discordia, esa que le tenía bloqueado mentalmente.

Reinvención

Ahora se le presenta un horizonte nuevo para él. Parte desde la casilla de salida y es él quien debe ir robando, poco a poco, minutaje a quienes antes anhelaban arrebatárselo a él. Vinicius es ahora quien aspira a ser Galáctico y Rodrygo camina de la mano de la épica en los últimos encuentros, Chelsea, Sevilla y City pueden dar fe de ello. Sin olvidar el esperado fichaje de un Mbappé que ya estuvo conociendo la hostelería madrileña estos días. Eso sí, no tendrá la presión de antaño y los partidos ligueros que restan tendrán aire de pretemporada para Hazard. Reapareció en Valdebebas con el resto de sus compañeros el martes, en el primer entrenamiento tras el Derbi madrileño. Está fino físicamente y se le ve en forma. A pesar de no haber formado parte de la convocatoria, podría tener minutos en los choques venideros.

Hazard celebra el título liguero junto a Alaba y Modric.

Para recuperar confianza, nada mejor que encuentros como el del Cádiz del domingo o el del Betis del siguiente. La final de Champions frente al Liverpool será otra historia. De hacerse con la Decimocuarta, añadirá la primera Orejona a su vitrina particular. Una alegría que sumar a la Liga 35, esa que celebró con sus compañeros, así como la remontada contra el City. Ahí se pudo ver a un Hazard totalmente integrado, feliz y sonriente. Ese que debe hacer florecer también sobre el terreno de juego. Su gran obsesión es llegar bien al Mundial, en busca de un gran título con la generación de oro de Bélgica que tantas veces se ha quedado a las puertas. De ahí su decisión para con la placa. Necesita jugar y, para ello, deberá batallar por los minutos por primera vez desde que su aupó a la élite futbolística. Ahora no tiene un estatus que defender, sino que debe ganárselo. Un nuevo Hazard que debe reinventarse.

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