River goleó a Alianza Lima en una noche histórica en la Copa Libertadores
Julián Alvarez anotó 6 goles en la paliza 8-1 ante el equipo peruano; la gran pregunta es cómo reemplazarlo cuando se vaya a Manchester City
Álvarez atraviesa sus últimos momentos con la camiseta millonaria con la misma intensidad de sus primeros pasos. Nunca regula. Siempre quiere más. Es un animal competitivo que sobresale de la media. Por su técnica, su visión de juego, su velocidad, su definición y su compromiso. Vive con tanta hambre de gol que alcanzó 51 tantos en 115 partidos en el club, quedó a cuatro de Rafael Borré entre los máximos goleadores del ciclo del Muñeco y a uno de Rafael Navarro, el máximo anotador de la actual Copa. Por eso, nunca estuvo en duda su presencia en la noche de ayer, más allá de la convocatoria de la selección: viajará hoy con Franco Armani y llegará el viernes a Bilbao para sumarse al equipo de Lionel Scaloni. Es que Julián juega cada partido como si fuese el último. Y River es su casa. Su lugar en el mundo que ayer lo coreó y lo aplaudió como a un hijo pródigo en el cumpleaños del club. Una ovación más para el recuerdo.
La inolvidable jornada de ayer con los seis goles ante Alianza Lima fue lo último del semestre y, a partir de ahora, al joven de 22 años de Calchín le quedarán un máximo de siete partidos en el club entre la Liga Profesional y la Copa Libertadores. Y sus goles, más allá de hacer explotar cada vez más fuerte al Monumental, empiezan a sembrar una sensación contradictoria: son los últimos chispazos para disfrutarlo y todos lo empiezan a extrañar. Porque nadie parece poder reemplazarlo, al punto tal que anoche igualó al formoseño Juan Carlos Sánchez, único futbolista que había logrado seis festejos en un partido de Copa con Blooming en 1985.
Mientras tanto, la cercana partida a Manchester City después de los octavos de final de la Libertadores no parece aturdirlo. Su perfil bajo ya es un sello. Juega y demuestra en la cancha. Es su única misión: ganar, ayudar al equipo y convertir. Y, más allá de los 18 millones de euros netos que le quedarán a la institución por su venta al fútbol inglés, por su cabeza nunca pasó sacar el pie del acelerador. La noche de ayer es la respuesta.
Cada uno de los seis tantos que hizo Álvarez tienen un sello de sus características. El primero lo generó recuperando la pelota y definiendo cruzado tras una gran asistencia de Santiago Simón. El segundo lo convirtió picando al vacío y deslizándose en el área chica tras un centro de Simón, su gran socio ayer. El tercero fue un fortísimo remate de media distancia. El cuarto lo consiguió robándole la pelota al arquero Ángelo Campos con su clásica presión alta. El quinto fue una sensacional vaselina. Y el sexto fue de zurda eludiendo a dos rivales en el área. Un arsenal de recursos. Y una estirpe de crack.
Mientras la danza de nombres empieza a hacer vibrar el mercado, y ninguna de las opciones que River ha sondeado o consultado parece viable o concreta para avanzar en el corto plazo (Lucas Alario, Valentín Castellanos, Miguel Borja, José López y Juan Brunetta son algunos de los nombres que circulan por los pasillos del Monumental), en la dirigencia millonaria reconocen las dificultades que tendrá el mercado para conseguir jerarquía sin desembolsar cantidades exorbitantes de dinero. Así, de cara a los octavos de final de fines de junio, no se descarta la posibilidad de que el plantel se sostenga con sus caras actuales, más el regreso anticipado de Lucas Beltrán tras su préstamo en Colón.
Conseguir un delantero que pueda ocupar el lugar que dejará el excepcional Álvarez es la misión que tendrán el cuerpo técnico y la dirigencia para el difícil libro de pases que ya comenzó. Y cada vez que juega, el propio Julián hace parecer el objetivo un poco más difícil.