Medio Madrid enluta Cádiz

El equipo amarillo mereció la victoria y falló un penalti, pero llega a la última jornada sin depender de sí mismo. El cuadro blanco solo dejó como huella una jugada de museo de Rodrygo. Regresó Hazard.

Luis Nieto
As
Quien está contra el Cádiz está contra la humanidad. Tamaña advertencia, estratégicamente rotulada en el túnel de vestuarios del Nuevo Mirandilla, debió impresionar al medio Madrid que se trajo Ancelotti a la Tacita de Plata, esta vez de acero. Faltó que se sintieran comprometidos con el cartel Lunin, Nacho y Rodrygo, autor de una obra de arte que nada tuvo que ver con el partido de su equipo, invadido por suplentes desilusionados y titulares inquietantes. De estos, quien más quedó en evidencia fue Militao, al que se le ha ido el santo al cielo en el último mes. El Cádiz, con Sergio, ha avivado el genio y el ingenio. Hace tiempo que perdió la apariencia de equipo de la cola, pero la herencia sigue siendo plomo. Quien sabe si el remedio llegó tarde. El empate, injusto, le deja en manos de otros por su falta de puntería, no por su falta de arrojo y actitud.

Las alineaciones ahorraron cualquier explicación. El Madrid salió únicamente con cuatro de los que estarán en la final de París; el Cádiz, con cuatro delanteros para evitarse el trago de poner su suerte en manos de otros. Ancelotti dio vacaciones a 44 goles (27 de Benzema, 17 de Vinicius), a Modric y Courtois, su arco del triunfo, y reordenó la defensa que empleó en el derbi: Vallejo, lateral derecho; Militao y Nacho, centrales; Lucas Vázquez, lateral izquierdo; Carvajal, en el banquillo. Da la impresión de que el italiano trabaja ya en los planos del próximo curso.

La primera carga del Cádiz fue tremenda. Un disparo antes del primer minuto. Dos antes del cuarto. El llenazo del estadio no merecía menos. Una presión feroz, la necesidad hecha virtud ante un Madrid de verbena en San Isidro. Pero el fútbol no puede con los futbolistas. Y el Madrid tiene uno que está en el mes de su vida. Todo comenzó a cincuenta metros de la puerta del Cádiz, en la izquierda, la banda que Vinicius le cierra a Rodrygo. El héroe de la noche del City se cosió la pelota a la bota y a toda mecha fue dejando atrás, con golpes de cadera, sucesivamente, a Alcaraz, Akapo, Álex Fernández y Luis Hernández para regalarle a Mariano su primer gol de la temporada. Juran que no escondía patines bajo las suelas. El tanto fue una pieza única rematada por un futbolista que ha pasado su cuarto año en blanco. Su primer gol lo firma en mayo. Recuerden que llegó como repuesto de Cristiano. Una lanza por un cañón.

Empate y asedio

El gol tuvo poco que ver con el partido, aunque poco después Asensio estuvo al borde del segundo, en una de esas arrancadas de purasangre de Valverde, jugador con botas de siete leguas si le dan espacio. El Cádiz llegó por el centro, tocó los costados (especialmente el de Vallejo) y quiso ganarse el empate y la salvación ante un público concienciadísimo. En trances así, hasta en Cádiz se acaba la guasa.

Nacho fue el bombero ante aquella embestida amarilla. Le quitó el gol a Lucas Pérez, al que buscó Negredo tras limpiarse a Militao en un esprint. Luego fue el propio Negredo quien se encontró a Nacho en el corazón del área. Tenía ya la bota en el gatillo. Donde no le alcanzaba a Nacho llegaba Lunin, para negarle el empate a Idrissi, tras gran envío de Fali. Un empate que acabó llegando en un remate excelente de Rubén Sobrino. Fue vadeando el área hasta que se le abrió el hueco y metió un derechazo que se fue dentro tras tocar el larguero. La oportunidad se la ofreció Militao, que blandeó de forma preocupante. Aún no está libre de esos cortocircuitos que sufrió en sus primeros meses en el Madrid. En otro de ellos tuvo el 2-1 Lucas Pérez. Ni centró ni tiró en el cara a cara ante Lunin.

El Cádiz se marchó al descanso ante el clamor de la grada: "A por ellos, oé". Y a por ellos se fue en la segunda mitad, vitaminado por el gol de Sobrino y las malas noticias que le llegaban de Mallorca, ante ese Madrid de brazos caídos, vivo por Nacho y Lunin, porque su centro del campo casi titular no pasaba de tercera, porque Rodrygo quedó ensimismado con su jugadón inaugural y porque Asensio no espabila.

Penalti y... chasco

A media hora del final subió el tono del drama. En la enésima pifia de Militao, Negredo se vio ante Lunin, que le derribó con claridad. Mateu pitó penalti y el ucraniano adivinó el disparo del propio Negredo. Un mazazo y un respiro: el empate del Rayo en Mallorca. El fútbol que va y viene. El Cádiz, de nuevo, tenía la solución en sus manos.

A media hora del final volvió Hazard, que en el Madrid ha dejado un largo historial clínico y algunos buenos muletazos, indicios del que sabe pero no puede. No estaba para comandar un volantazo. Quién sabe si volverá a estarlo, aunque el Madrid se muestra dispuesto, o no le queda otro remedio, a un último intento. Su carta de presentación fue un planchazo a Akapo que le costó una amarilla... y una lesión al lateral.

El partido, para entonces, ya se había equilibrado, pero cada contra del Cádiz era un susto para Lunin. Fue milagroso que a tres metros de la línea de gol no la traspasaran Negredo ni Sobrino. Con el equipo exhausto y Latasa, que debutaba en el Madrid en el campo, Sergio buscó el golpe final con Choco Lozano. Y entonces llegó el segundo gol del Mallorca, un disparo al corazón del Nuevo Mirandilla. El amarillo queda al borde del luto. 

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