Las dudas con Piqué activan la operación central en el Barça
El Barça transmite desde hace semanas cierta incertidumbre sobre el catalán, que prometió no retirarse como suplente, y desliza nombres por si se marcha uno de los capitanes.
Los casos de Koulibaly e Íñigo Martínez son, mientras, distintos. El defensa del Nápoles tiene que salir para que los partenopeos ingresen dinero, porque termina contrato en junio de 2023. Mientras, Íñigo, que ya pudo ser azulgrana en una operación que terminó frustrándose por la fuerza de un vestuario que capitaneaba Messi y que quería proteger a Mascherano, tiene una cláusula de 80 millones de euros. Íñigo termina contrato en 2023 y ocupa el perfil que quiere llenar el Barça (zurdo, porque quiere quitarse de encima como sea a Umtiti y Lenglet), pero el Athletic no tiene tanta urgencia económica como el Nápoles, por más que haya elecciones este mes de junio. Sólo un movimiento extraño del ganador electoral en Ibaigane daría opciones al Barça.
Nadie oculta que el caso de Piqué es muy delicado. Es una leyenda del club azulgrana porque lo ha ganado todo, y posiblemente el mejor centeal de su historia, pero, a sus 35 años, su altísima ficha es una carga para un club que tiene que quitarse presión salarial de encima. En una entrevista concedida a El País en octubre de 2011, Piqué aseguró: “No aceptaré retirarme siendo suplente”. Una frase que recordó a aquella que pronunció en 2019 después del 2-8 en Lisboa, cuando aseguró que sería el primero en dar a un paso al lado si se convertía en problema. El Barça mastica su caso. También el jugador, al que no le gustaría marcharse por la puerta de atrás. Él sería quien decida su futuro porque tiene contrato en vigor y, en principio, quiere seguir un año más. Pero es una carpeta que permanece abierta.